El rayador serial no aparece en las propagandas de Llame Ya!, no se compra por teléfono, no lo fabrican en China, ni viene con una franela de regalo. En cambio es gratis y te encuentra en las calles de Berrotarán, Córdoba.
Lo produce la envidia y no estaría mal que viniera con una franela para lustrar la raya enorme que deja en los autos de su ciudad. Rayones tan grandes como la bronca del dueño del Astra que dañaron hace unos días.
El auto es y será por mucho tiempo el símbolo de la masculinidad, el progreso nacional y la misma escénica del ser en este país. Y entonces una Toyota Hilux recién salida del concesionario espera plácidamente en la plaza de Berrotarán a que su dueño venga de misa.
Pero lo que viene es la púa filosa y dañina que se hunde en los escasos milímetros de la pintura gris de la puerta y arrasa con fuerza el color impecable y brillante dejando una delgada pero larga, larga, larga línea que se oxidará después de la próxima lluvia. Qué feo.
La envidia, y el placer de que autitos nuevos y caros tengan una doble rayita, atormenta a los habitantes de la ciudad cordobesa desde hace tres años. Cincuenta denuncias penales en el 2010 y unos 300 autos decorados.
"El loco de la púa" consiguió tres marchas, con bocinazos y todo, en contra de su actividad, aunque la policía cree que ya no está solo en su rubro.
Anteayer la policía local entregó al fiscal un video que podría servir para identificar al responsable de tamaña empresa. Ya están en picada las acciones de los talleres de chapa y pintura.