Un dique, un camino y una ciudad sólo soñados

Un dique, un camino y una ciudad sólo soñados

Potrero de las Tablas, la historia sin fin de Tucumán. Sólo hay vestigios de la ruta a los valles por la Quebrada del Portugués y de la ciudad universitaria.

ABANDONADO. La estructura del monoblock de seis pisos para residencia de estudiantes se observa desde la ruta. LA GACETA / ARCHIVO ABANDONADO. La estructura del monoblock de seis pisos para residencia de estudiantes se observa desde la ruta. LA GACETA / ARCHIVO
16 Enero 2011
"El hoy es fugaz y es eterno/ no esperes nunca el cielo o el infierno", dice un verso del laureado y desparecido Jorge Luis Borges.

Las obras públicas son símbolos de épocas. La colosal arquitectura antigua -de egipcios, de griegos o de romanos, entre otros- aún hoy refleja la impronta de imperios que marcaron a la civilización moderna. No se trataba, aseguran los historiadores, de construcciones destinadas sólo a satisfacer la imagen de los emperadores sino también formas concretas de gestionar el Estado y las relaciones de la comunidad.

El diccionario de la Real Academia Española define a la obra pública como aquella que es de interés general y que se destina al uso público.

El dique Potrero de las Tablas es un estigma para los tucumanos. Cuando se creó la usina de Lules en 1910 ya se hablaba de un dique. La idea adquirió fuerza en 1948 pero el primer proyecto se elaboró en 1951. La presa debería abarcar 335 hectáreas de La Cañada de Potrero. La iglesia de fines del siglo XIX tendría que estar bajo las aguas. Pero todavía se discute su construcción y aun más, "hasta se siguen vendiendo tierras en la zona que abarcaría el dique", dijo Carlos Toconás, habitante de la zona.

La obra no se limita a una presa de embalse, sino a la construcción de todo un sistema que permitiría: controlar las crecidas, abastecer de agua potable a las zonas oeste y sudoeste del Gran San Miguel de Tucumán y a futuras industrias, asegurar el riego para la producción primicia en el período setiembre-diciembre, potenciar la industria del turismo y, en el largo plazo, proveer de energía hidroeléctrica. Para poder ejecutar la obra, la Secretaría de Obras Públicas proyectó la expropiación de 5.000 hectáreas. El último proyecto de 1981, después de varias idas y venidas, costará 70 millones de dólares, según declaraciones del secretario de Obras Públicas, Oscar Simón Mirkin, que efectuó en la segunda quincena de noviembre pasado.

"La obra está demorada y costará U$S 70 millones. Se está reformulando el proyecto original" dijo Mirkin, que también. defendió el emprendimiento y argumentó que beneficiará a 450.000 tucumanos y a la agricultura, en contraposición con las palabras del gobernador José Alperovich que días había dicho que uno de los proyectos más anunciados por su gestión no iba a concretarse.

Quebrada del Portugués

"El proyecto de la ruta a los valles a través de la Quebrada del Portugués es un viejo anhelo no sólo de la Unión Comercial de Monteros sino también de todas las autoridades, de todos los gobiernos y de todas las instituciones de la comunidad" contó Héctor Monayer, ex funcionario de ese municipio.

"El emprendimiento vial se fundamentó económicamente en la potencialidad agrícola de la zona; en el enorme valor turístico, por su belleza y por la cantidad de piezas arqueológicas encontradas, y en el razonamiento lógico de ser un trazado ancho. Además, por abajo, no se necesita cortar el cerro como la ruta 307", explicó Monayer.

"Con la ayuda de dos máquinas de vialidad y a mano -continuó- hace unos años se abrió una picada por la que pasaron autoridades, vecinos, agrupaciones tradicionalistas, baqueanos. Quedó demostrado que sin romper el cerro y en 20 días, la traza era perfectamente viable. No era novedad. Los indios antes y los españoles imitándolos, utilizaron años esta ruta para venir a Tucumán desde el Alto Perú. Ibatín es una prueba de ello".

"¿Qué pasó entonces, para que desde Vialidad provincial se afirme que ese trazado, alternativo al actual, sea inviable, o carísimo. Sin estudios que avalen esa afirmación temeraria", sentenció Monayer.

La ciudad universitaria

El proyecto se gestó durante el rectorado del botánico Horacio Raúl Descole, quien asumió como interventor de la UNT el 6 de mayo de 1946. La necesidad de unificar todas las dependencias universitarias en un lugar adecuado, determinó la elección y expropiación de 17.000 hectáreas, a 37 dueños, en la Sierra de San Javier, a 30 km de la capital tucumana. El proyecto de la ciudad universitaria, que fue cancelado en 1956 y nunca pudo ser reflotado-, incluía un núcleo principal en la zona cumbre -1.200 m sobre el nivel del mar- para las distintas facultades, residencias para estudiantes y docentes, bibliotecas, áreas de recreación, etcétera.

El núcleo secundario se ubicó en el piedemonte a 600 m.s.n.m, en Horco Molle. Ambos se unirían a través de un funicular. Quedaron inconclusos el monoblock de 6 pisos de altura y el funicular. Algunas de las obras se terminaron, como las 33 viviendas de San Javier, el acueducto de Anfama y el lago artificial.

Comentarios