Se sinceraron, se miraron a los ojos y se entendieron. Lo que empezó con una discusión, terminó con un saludo cálido. La ministra de Desarrollo Social, Beatriz Mirkin, se reunió ayer al mediodía con las madres de jóvenes adictos y con LA GACETA para explicar todo lo que desde su área están desarrollando en La Costanera y para pedirles ayuda a las mamás. "Sin la colaboración de las familias, sin su contención, no podemos avanzar mucho", les remarcó.
Las madres habían realizado una calurosa manifestación el miércoles a la mañana, frente a la plaza Independencia. La marcha era para conmemorar sus dos años de lucha contra las drogas. También denunciaron la inacción del Estado ante la problemática, pidieron más control policial, más ayuda social y una mejor asistencia para los enfermos.
A la ministra Mirkin le pareció injusto que se hablara de promesas incumplidas. Quería desahogarse. Y lo que en un primer momento se planeó como una entrevista periodística rápidamente se modificó por la presencia de las madres de adictos, que circulaban por los pasillos de la Casa de Gobierno. "Pasen, pasen", se apresuró a decir. Participaron Dora Ibañez y otras dos mamás que prefirieron no identificarse. También estuvieron Sofía Santillán, directora de Articulación Territorial, y Juan Laino, subdirector.
Mirkin resaltó que desde hace dos años, cuando las madres comenzaron a reclamar, les están entregando asistencia económica para trasladar a sus hijos a otras provincias, donde funcionan centros religiosos de internación de adictos. "Es una decisión de ellas sacarlos de la provincia. Acá tienen la posibilidad de hacer rehabilitación en centros ambulatorios y en Las Moritas, que es para internación", señaló. En seguida las madres contestaron que este no tiene demasiada capacidad de internación y que por eso buscan ayuda afuera. "La rehabilitación ambulatoria no nos sirve; tenemos casos muy graves", dijeron.
La ministra desmintió que en La Costanera no se haya hecho nada. Destacó la formación de una mesa de gestión en la que los vecinos discuten sus necesidades. "Además, desde hace más de un año funcionan tres talleres recreativos como parte del ?Programa Vida?. Estos dispositivos ayudan a los chicos a mantener su tiempo ocupado y a alejarse de las drogas", explicó. Pero las madres se encargaron de aclararles que son muy poco los jóvenes que van allí. "Ni siquiera sabemos dónde están", señaló Dora Ibáñez. Santillán y Laino intervinieron para recalcar que "los padres tienen que apoyar estas iniciativas, no podemos obligar a los jóvenes a que vayan a los talleres". También hablaron de un centro de alfabetización para adultos que se abrió en la zona y que no tiene demasiados alumnos. "Esto no es sólo una responsabilidad del Estado; las familias tienen que acompañarnos, ayudarnos a acercar a los chicos a los programas", añadió Mirkin.
"Los jóvenes que van a los talleres no son los adictos; estos no asisten porque están enfermos", aclararon las madres. "Muchos chicos tienen sus madres y padres que también se drogan ¿quién los va a llevar?", preguntaron. No hubo respuestas.
Alrededor de la mesa rectangular se debatieron muchos temas. Las mamás pidieron ayuda para que cuando los adictos vuelvan de su recuperación no decaigan. "Les pedimos una lista de los que están por volver para ayudarlos y nunca la trajeron", planteó Mirkin. Agregó que se les ofreció ayuda terapéutica para las familias y no la usaron. Mirkin destacó otra suma de proyectos que, según dijo, empezarán a materializarse este año en La Costanera: un grupo realizará una revista y se abrirá un taller para fabricar puertas y ventanas, detalló.
La funcionaria y sus colaboradores reconocieron que hay mucha droga en la Costanera y que hay demasiados chicos en situación de riesgo. "Los cambios no se van a notar de un día para el otro. Los procesos son muy lentos. Al menos, muchas familias de la zona han empezado a discutir sus problemas y esto es un avance importante. Falta solidaridad entre los vecinos y un mayor compromiso, que se va a ir dando", remarcaron.
Antes de terminar la reunión, las madres pidieron más vigilancia policial para que la venta de droga no se deliberada. Mirkin tomó nota, además, sobre una denuncia que las madres le acercaron con foto incluida sobre el supuesto funcionamiento de una dependencia policial en la casa que era de un "transa" (vendedor de droga).