Los desencuentros hacen emerger lo insoportable de la otra persona

Una profesional analiza en profundidad los choques conyugales. "Lo que ella quiere,él también lo quiere".

03 Octubre 2010
La relación entre los sexos, se sabe desde siempre, no es algo sencillo. El encuentro entre hombres y mujeres está sujeto a una serie de complicaciones que no es necesario ser un especialista para descubrirlas.

Según la psicoanalista Gladys Mattalia, desde los comienzos de su trabajo, Sigmund Freud -fundador del psicoanálisis- se topó con los impasses del amor y del sexo. En su "Psicología de la vida amorosa" se anticipa a los inconvenientes que existen hoy en la vida conyugal. Estos se distribuyen en una variada gama: parejas que se disuelven luego del contrato matrimonial; mujeres que, por el excesivo apego al padre, no pueden acceder a un hombre o, en contrapartida, hombres que no concretan la relación con una mujer debido a que están sujetados por un rígido modelo materno. Mujeres inaccesibles, hombres imposibles?

"Cuando el manto imaginario del amor se desliza, y no hay en su lugar un contrato que regule los lazos entre los sexos, comienzan las desventuras y desencuentros que hacen emerger lo insoportable del otro: sus manías, sus egoísmos, sus singularidades", señala Mattalia. Luego hace referencia al psicoanalista y psiquiatra Jacques Lacan, quien habla de "no proporción", de falta de armonía entre los sexos. "Esto ocurre cuando un malentendido se convierte en una maldición; cuando se hablan dos lenguas diferentes que dificultan el encuentro. En el peor de los casos, una pareja puede llegar a la devastación", agrega. E ilustra que esto fue muy bien planteado por el actor y director Danny DeVito en la taquillera película "La Guerra de los Roses", protagonizada por Michael Douglas y Kathleen Turner. El filme muestra un amor ideal que termina desembocando en una guerra despiadada.

Las transformaciones ocurridas en diversos campos -la función paterna, el papel de la mujer en la sociedad y en el mundo laboral, el matrimonio con sus funciones y nuevas formas del pacto de la pareja contemporánea, la organización de la familia actual-, nos hacen constatar que el principio ordenador en torno del cual se repartían los sexos está puesto hoy en cuestión, sostiene. "El reparto diferencial, acorde al modelo tradicional (la mujer/madre nutriz y el hombre/padre protector), es insuficiente y caduco a la luz de los malentendidos actuales de la cotidianidad conyugal. Hoy no encontramos un marco consistente que sostenga los semblantes que, como una brújula, oriente qué hacer como hombre y como mujer en las relaciones amorosas", asevera.

Según Mattalia, el narcisismo de las pequeñas o de las grandes diferencias emerge con toda su ferocidad, y se juega en la lucha de los sexos batallando con éxito contra los sentimientos solidarios. La psicoanalista señala que "el filósofo Immanuel Kant, con cierta comicidad, evoca en su ?Crítica de la razón práctica? cómo dos esposos se arruinan: ?lo que él quiere, ella también lo quiere?. Diremos hoy, a la luz de la nueva distribución de las funciones en las parejas: ?lo que ella quiere, él también lo quiere?. Al final, ¿qué quieren?... ¡Todo un malentendido! ¡Toda una cuestión!"

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