Un matrimonio conformado por profesionales (una ingeniera y un médico) tiene rencillas por diferentes motivos. Pero las mayores discusiones entre Cecilia, de 36 años, y Gustavo (38) se desencadenan por los viajes que uno u otro realiza para asistir a congresos, por las tareas que deben cumplir con sus hijos y, sobre todo, por celos. "Yo acepto que debo avisar dónde estoy, cuánto me voy a demorar en llegar a casa y si estoy trabajando o tomando un café en el centro. Pero llega un punto en que la paciencia tiene un límite. No soporto que él me pregunte cosas al estilo de un policía y que insista en saber cada paso que doy durante el día. Los celos, para algunas mujeres, son sinónimo de amor; para mí, son un síntoma de desconfianza y de inseguridad que no puedo soportar", dice la atractiva mujer.
También se queja porque "él me carga con casi todas las obligaciones que tenemos con nuestros dos hijos. Además, para cualquier congreso de medicina, aunque no sea de su especialidad, él tiene pasaje", dice, indignada. Gustavo le retruca que "si se me da la posibilidad de especializarme y con bajo costo para mi bolsillo, tengo que aprovechar. Ella se queja y discutimos; yo no le hago problemas cuando hay un encuentro de ingenieros: le digo que vaya", asegura. En cuanto a los celos, admite que "soy algo controlador; pero ella es una mujer muy hermosa y además se viste de manera llamativa". "Yo le pido que sea más recatada, pero no tengo éxito y ahí empiezan los problemas. Creo que cada uno tiene que ceder un poco y así las cosas irán mejor", acota finalmente Gustavo.