El dúo Kameda-Balet asombró con un repertorio extravagante

El dúo Kameda-Balet asombró con un repertorio extravagante

Ofrecieron un concierto de piano a cuatro manos en el San Martín, con obras de Schumann, Stravinski y autores contemporáneos. Se destacó la calidad técnica de los músicos.

EL STEINWAY, UN DRAGON. Mayumi Kameda y Jean-Jacques Balet tocaron Stravinski con energía y notable precisión. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL EL STEINWAY, UN DRAGON. Mayumi Kameda y Jean-Jacques Balet tocaron Stravinski con energía y notable precisión. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
Una gala sofisticada, novedosa y de alto nivel técnico sorprendió a los tucumanos que el viernes escucharon al dúo suizojaponés Kameda-Balet. Ellos deleitaron con un concierto de piano a cuatro manos.

La competencia horaria con el concierto de la siempre taquillera Orquesta Sinfónica de la UNT afectó la cantidad de público en el salón central del Teatro San Martín. Al final fueron a ver a los pianistas poco más de 100 personas, aunque tal vez eso permitió que la velada fuera no sólo más apreciable; también más íntima.

Mayumi Kameda ingresó al escenario radiante, con una pollera violeta, blusa negra reluciente y el pelo suelto. Su compañero, Jean-Jacques Balet, lució un smoking impecable. Tocan juntos desde 1977, se presentaron en los teatros más importantes de Europa, Japón y China y actuaron con orquestas prestigiosas. Todo eso se notó.

Repertorio
El concierto arrancó con "Imágenes del Este", obra dividida en seis piezas del compositor romántico alemán Robert Schumann, a quien, de esta manera, se homenajeó en conmemoración del bicentenario de su nacimiento.

En el programa siguieron cuatro obras de compositores suizos del siglo XX. Las de los dos primeros, "El poeta habla", de Eric Gaudibert, y "Tema y variaciones", de Nicolas Bolens, demasiado contemporáneas. El auditorio las siguió con atención pero con poco entusiasmo.

Luego el clima cambió con "Canción popular del lago de Lucerna", un gran vals desarrollado en cinco movimientos compuesto por el posromántico suizo Hans Huber. Una obra en tempo di barcarola, de melodía pícara y brillante, que después viró a lo marcial y a lo heroico, para finalizar en el ensueño. La suite sirvió para darle aire al repertorio. Entonces se escucharon los primeros bravos.

Con la última obra de la primera parte del programa, "Momentos", del también compositor contemporáneo suizo Jean-Claude Schlaep-fer, que fue interpretada sólo por Kameda, volvieron el misterio y las armonías mortuorias y difíciles, con destellos trágicos, arritmias, disonancias y muchos silencios. Esos raros sonidos abrieron paso a un descanso de 10 minutos.

Limpieza
En la vereda fumaba un cigarrillo Conrado Martínez Pastur, a quien le llamó la atención la coordinación y la prolijidad del dúo. "Lo que hicieron es técnicamente muy difícil. Son muy limpios", comentó el músico.

Los pianistas abrieron la segunda parte del espectáculo con "Atmósferas", de la compositora contemporánea argentina Alicia Terzian. Y después llegó el fuego, con la Adoración de la Tierra y El Sacrificio, movimientos de la Consagración de la Primavera, de Igor Stravinski. El Steinway parecía un dragón. Fue una ejecución enérgica, fuerte, espléndida, que confirmó el privilegio de escuchar al dúo en Tucumán.

"Tocar a cuatro manos no es nada sencillo. Y menos este repertorio. Son excelentes instrumentistas", dijo la profesora Thelma Díaz Mosna. "¡Hay que tocar Stravinski!", destacó Sonia González, que asistió a los pianistas con el seguimiento de las partituras.

De bis Kameda y Balet regalaron una pieza de la suite Ma mère l?Oye (Mi madre la oca), de Maurice Ravel. Fue una propuesta original y lujosa, que muchos tucumanos se perdieron. La próxima vez deberán evaluar la cartelera con más tino.

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