Las venas abiertas de Canadá

Las venas abiertas de Canadá

El autor insiste en que es una falacia sostener que el libre comercio y el capital foráneo causan pobreza.

22 Agosto 2010
Mi artículo publicado en LA GACETA Literaria (Galeano y Canadá, 1 de agosto pasado) ha motivado una réplica del señor Juan Liberti (8 de agosto). Lamentablemente, las limitaciones de espacio de esa sección me impiden tratar todos los puntos que aborda mi contradictor, pero al menos señalaré sus principales errores y omisiones.
1.- El caso de Canadá. Que no sea un país latinoamericano -como tampoco lo son las naciones europeas o asiáticas destinatarias de inversiones externas-, y que sea miembro de la Commonwealth y de la NATO, son características diferenciales, pero si el comercio libre o la acogida al capital foráneo fueran causa de pobreza, debería serlo en todos los casos, pues a los inversores privados sólo les interesan las circunstancias políticas en tanto faciliten o perjudiquen el retorno esperado de sus inversiones. Las diferencias que marca Liberti explican sólo parcialmente por qué Canadá recibe grandes flujos de capitales externos, pero no por qué allí son beneficiosos, y en otras partes resultarían una pretendida maldición. Sólo cabe agregar que la Argentina tuvo un ingreso per cápita semejante al de Canadá y salarios superiores a los de casi toda Europa hasta la década de 1930 (Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económica argentina, Amorrortu, Buenos Aires, 1975).
2.- La Argentina, in illo tempore. En la época de su vigoroso crecimiento -desde la organización nacional hasta 1928-, la Argentina fue el país de Latinoamérica que recibió mayor flujo de inversiones extranjeras y más cantidad de inmigrantes, quienes percibían ingresos más altos que en sus países de origen. En 1928, la economía argentina alcanzó el sexto puesto del PIB mundial per cápita (Angus Maddison, The World Economy, New York, 1995; Alan Taylor, Latin America and Foreign Capital in the Twentieth Century?,1999, páginas 107 y siguientes; Gerchunoff y Llach, El ciclo de la Ilusión y el Desencanto, capítulo II, Los prósperos años de Alvear).
3.- Cuba y el aducido "bloqueo". La aserción de que "no se puede hablar de Cuba sin referirse al ?bloqueo?" constituye una falacia:
a) Porque no está "bloqueada". Cuba comercia con la mayoría de los países de Europa, Asia, Africa, Oceanía y América, incluidos los Estados Unidos y Canadá (Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba, http://www.one.cu/aec2006/anuariopdf2006/capitulo7/VII.4.pdf). En todo caso, el más grave "bloqueo" ha sido impuesto por el gobierno a sus habitantes, al impedirles férreamente los contactos con el exterior, así como emigrar libremente de allí.
b) Porque si recibir inversiones e importar bienes desde el gigante imperialista fuera causa de subdesarrollo, el supuesto "bloqueo" sería una inesperada ayuda, pues precisamente dificultaría lo -por hipótesis- tan nefasto.
c) Porque la pobreza y la carencia de libertades no son consecuencias del pretendido "bloqueo", sino del sistema político y económico elegido por quienes lo rigen (ver http://www.cuba.cu/gobierno/cuba.htm y http://www.cubanet.org/ref/dis/codigo_penal.htm).
4.- El caso de México. Es sin duda el pariente pobre del NAFTA, y lo fue antes del NAFTA, desde la época en que el filosocialismo aprista se encontraba en el poder; no obstante, para hablar de la experiencia del TLCA, las exportaciones mexicanas se incrementaron desde U$S 52.000 millones de dólares en 1993 hasta 165.000 millones en 2003; a la vez, las empresas exportadoras pagan un salario promedio 40% superior a la media de esa nación.
Por cierto es indignante el trato que dan los Estados Unidos a los inmigrantes mejicanos, pero llamar a eso una "Cortina de Hierro" es confundir los conceptos. Con lo deleznable que es negar por la fuerza el ingreso de inmigrantes ilegales a un país (lo que hacen, y siempre me pareció repudiable, casi todas las naciones de la tierra), no tiene parangón con prohibir la salida de los propios habitantes, como es el caso de Cuba y lo fue del bloque soviético. Lo primero es una restricción odiosa y discriminatoria; lo segundo, convertir al propio país en una cárcel.
5.- El ambiente favorable a las inversiones. Los inversores externos están dispuestos a pagar salarios más altos en Europa, en Canadá o en Estados Unidos no por razones políticas sino porque la productividad de sus economías lo permite. Las cifras expuestas en mi anterior artículo muestran que los principales receptores de inversiones extranjeras son países desarrollados. ¿Por qué motivo los capitales fluyen principalmente hacia ellos y mucho menos a Latinoamérica, si el negocio es explotar a los países pobres?
En cuanto a los impuestos corporativos -que según Liberti las empresas extranjeras pagan alegremente en Europa con tasas mayores- su información es falsa. La alícuota de impuesto a las ganancias de sociedades en Argentina -35% sobre balances no ajustados por inflación- es superior a la de Canadá, Dinamarca, Alemania, Holanda, Suecia, Finlandia, Noruega, Reino Unido, Estados Unidos y muchos otros (http://www.worldwide-tax.com/index.asp#partthree).
La historia económica comparativa muestra las diferencias entre países vecinos que adoptaron economías de mercado, y las que se hicieron socialistas: Alemania Occidental vs. Alemania Oriental antes de su unificación; Corea del Sur vs. Corea del Norte, para proporcionar sólo dos ejemplos obligado por la tiranía del espacio. En el cotejo, las distancias son abismales.
6.- Para concluir: no justifico los errores ni los crímenes cometidos por los Estados Unidos a lo largo de su historia, pero una visión más amplia nos dice que nadie -en especial los socialistas- está en condiciones de arrojar la primera piedra en materia de matanzas. Lo cierto es que los sistemas cerrados al exterior en lo económico y en la difusión de ideas contrarias al credo oficial no son un modelo de respeto de las libertades individuales. Pero ese debate político, con lo interesante que resulta, es el terreno en el que quieren entrar quienes, ignorando por completo la economía y la historia económica, pretenden sustituir la razón por el sofisma, y la verdad por la ironía descalificatoria.

Julio Rougés, Tucumán

N. de la D.: Con la publicación de esta respuesta se pone fin a la polémica.


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