Chile todavía está lejos de volver a la normalidad

Chile todavía está lejos de volver a la normalidad

La población deambula por las calles de las ciudades destruidas, con rostros desfigurados por el miedo, pero se comparten abrigo y comida. En Constitución, un pueblo costero, la gente se ha refugiado en los cerros por temor a los tsunamis. Se hacen fogatas para cocinar.

CARENCIAS. Un grupo de vecinos de la ciudad de Talcahuano hace cola para recibir la ración diaria de agua potable. REUTER CARENCIAS. Un grupo de vecinos de la ciudad de Talcahuano hace cola para recibir la ración diaria de agua potable. REUTER
05 Marzo 2010
Entre los temblores que no cesan, la población chilena afectada por el terremoto de 8,8 grados en la escala Ritcher, que se produjo el sábado, busca organizarse para seguir adelante. Todavía está lejos el regreso a la normalidad. El último temblor importante ocurrió ayer a la tarde en Antofagasta, distrito minero del norte del país. El sismo, de magnitud 6,3, tuvo epicentro a 63 kilómetros de Calama, cerca de la frontera con Bolivia.

Según consignan las agencias de noticias Reuter, DPA y AFP-NA, la altura se transformó en sinónimo de vida para quienes escaparon al tsunami que arrasó parte de la costa chilena. Aterrorizados por las réplicas, los residentes de la ciudad de Constitución buscaron refugio en los cerros. Antes de los tsunamis que destruyeron Constitución, los cerros eran el paraje donde los más pobres erigían sus viviendas de madera. Ahora son un sitio codiciado. Sin embargo, los hombres ya comenzaron a bajar para buscar trabajo. La gente anda por las calles con mascarillas porque el hedor es insoportable. Los residuos de la planta de celulosa, los pescados y mariscos muertos, la falta de higiene durante los últimos días y los baños saturados porque es imposible limpiarlos han tornado insalubre el aire.

Si bien Chile es conocido en el mundo como un país preparado para resistir sismos, el sistema de alarma temprana de tsunamis falló y las comunicaciones colapsaron. Olas gigantes devoraron puertos, caletas y viviendas en la franja costera que va de la costa central de Llo-lleo al puerto sureño de Talcahuano. Los rescatistas abandonaron ayer la búsqueda de sobrevivientes, mientras el mar comenzaba a devolver a la playa decenas de cadáveres que había devorado. Se estima que la cifra de 802 muertos continuará elevándose.

Solidaridad

De todas formas, la gente trata de retomar su vida como puede. Las fogatas y braseros para calentar el agua y cocinar los alimentos se multiplican por las calles de los cerros. Mientras tanto, unos niños juegan a la pelota en uno de los albergues. Algunos quieren volver a su casa.

A pesar de este panorama, no todo es tragedia. Lelia Pérez Valdés, mediante la lista de correos "Resistir la violencia", al que tuvo acceso LA GACETA afirmó: "las imágenes que se ven en la prensa sobre el terremoto, sin duda muestran la gran tragedia que está viviendo la sociedad chilena, en particular los sectores más vulnerables. Pero hay otra faceta, que no aparece en la TV y que se apoya en lo cotidiano: prestarse abrigos, alojar vecinos en las casas sin averías estructurales, recolectar la leche para que la consuman los chicos, atender a los ancianos, recoger agua, purificarla y distribuirla a las familias vecinas, cocinar en grupo, trasladar enfermos. Muchos almaceneros repartían los helados a los vecinos y la comida congelada. Angélica Carrasco Patuelli también dio su testimonio por la misma vía. "Tengo mi madre, una hermana y sus hijos y nietos viviendo en San Pedro de la Paz, y he tenido que caminar desde Talcahuano a esa comuna (son cerca de 20 km) y pasar el puente destruido. Las calles de San Pedro parecen sacadas de esas películas donde se ha acabado el mundo, las personas parecen zombis, corriendo y arrastrando víveres, con caras desfiguradas. Lo bueno es que, al organizarse, se miraron a los ojos por primera vez, y están saludándose y compartiendo sus alimentos", relata.

Testimonios estremecedores
Sigue moviéndose.- "Hoy (miércoles) fuimos despertados por un vecino con quien nos hicimos amigos en medio de esta emergencia, que nos traía unos tarros de conserva de pescado...aunque no hay agua de red, vivimos entre empresas que tienen extractores de agua de las napas subterráneas, la cual sirve para lavar y se puede tomar hervida ... ¡¡¡¡ Uyyyyy, acaba de haber un temblor bastante fuerte y sigue moviéndose la tierra!", relata Ignacio Espinoza desde Talcahuano.

Descontrol y luto.- "Veníamos en avión; el piloto anunció: terremoto en Santiago, regresamos a Lima. Cuando volví, les pregunté a mis amigos qué pasó. La mayoría pensó que había llegado el momento de su muerte, que era el fin del mundo o que Chile desaparecía del mapa. Luego vinieron los saqueos y el descontrol...El lunes acompañé a María Eliana al funeral de su padre, sepultado por los escombros... En el camino, me avisaron que una tía logró huir del incendio que quemó su casa y toda la cuadra...", dice Juanita Vergara desde Santiago.

Urgente.- En Constitución aparecieron Iván Lara, de ocho años, y Cristian Beas López, de 16 años, discapacitado. Están solos en esa ciudad. Buscan parientes en todo Chile. Así reza una cadena que circulaba por mail. Al final, Iván se encontró con su papá, contó Jenny Fuentealba desde Santiago.

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