Carlos Severino Soldati fue citado al recinto a las 16.20. De acuerdo a lo pautado, era el último testigo que declararía durante la jornada de ayer, en el juicio que investiga el funcionamiento de un centro clandestino de detención en la ex Jefatura de Policía, entre 1976 y 1977. Comenzó su narración en forma pausada, con un tono acorde con la historia que salía de su boca. Contó cómo había sido secuestrado durante la madrugada del 18 de setiembre de 1976, de la casa de sus padres, donde residía.
No llevaba ni 10 minutos de relato cuando el presidente del Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF), Carlos Jiménez Montilla, lo interrumpió para cederle la palabra al médico del Siprosa que vela por la salud del imputado Antonio Bussi. El ex gobernador había acusado un dolor agudo en el pecho, y el facultativo explicaba que debía internarlo para monitorear constantemente su estado, al menos durante unas seis horas. "Si bien el electro (sic) que le realizamos acá no revela lesiones nuevas -sólo las que ya tenía, propias de su estado de salud y de su edad-, cualquier paciente de más de 50 años que refiere un dolor agudo de pecho debe ser controlado. Tengo que llevarlo a un sanatorio, no a unidad coronaria, pero sí a unidad de dolor, para hacerle los estudios cardiológicos", argumentó el médico.
Debido a ello, Jiménez Montilla decidió levantar la sesión hasta el martes. Recién ese día, Soldati podrá continuar con su testimonio.
Bussi estuvo unas dos horas en el Centro de Salud. Si bien los facultativos del nosocomio insistían sobre el punto de que permanezca en observación un tiempo más, el médico personal del ex gobernador, el cardiólogo Ramiro Castellano, pidió el alta. A las 19, Bussi abandonó el hospital, y regresó a un country en Yerba Buena, donde cumple prisión domiciliaria.
"Esta situación ya había sido advertida por los abogados defensores, sobre la base de un informe del equipo de médicos forenses de la Defensoría General de la Justicia Federal. Ese documento explicaba que mi padre no estaba en condiciones de soportar el estrés que significa este proceso. El tribunal hizo caso omiso a este informe; esperemos que esto no empeore", señaló Luis José Bussi. Agregó que el ex gobernador será hoy sometido a estudios, pero que acaso haya que esperar al martes para saber si puede continuar participando del juicio.
Soldati había alcanzado a contar cuál fue su primer destino, tras su secuestro. "Nos llevaron a un centro clandestino de detención, en las cercanías de Famaillá, donde había mucha gente. Allí nos sometieron a torturas". Además, explicó por qué supo que había sido conducido a la ex Jefatura. "Escuchaba las campanas de la iglesia Corazón de María, que tiene un repique particular; además, una vez escuché voces que venían del exterior: una mujer preguntaba dónde quedaba la calle Santiago, y le contestaron 'debe ir hasta la esquina y seguir tres cuadras'", contó.
"No lo vas a ver más"
Antes había declarado Gustavo Enrique Holmsquist, hermano del detenido desaparecido Luis Adolfo. También contó las torturas a las que fue sometido durante las dos ocasiones en que fue secuestrado: una en noviembre de 1975 (duró entre 17 y 18 días), la otra, el 29 de mayo de 1976 (permaneció dos noches). Ese mismo día, minutos antes, fue secuestrado también su hermano. "Luego del segundo secuestro me dijeron: 'vamos a hacer justicia con vos, que tenés esposa e hijos; vamos a soltarte. Pero a tu hermano, no lo vas a ver más'. Y así fue, hasta el día de hoy no sabemos nada. Por eso estoy aquí", afirmó.