La expectativa generada en torno del testimonio del sobreviviente Juan Martín Martín fue justificada. Por más de cuatro horas describió ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal la existencia de centros clandestinos de detención (CCD) y de bases militares en distintos lugares de Tucumán, las torturas recibidas por los secuestrados y los nombres de detenidos y de militares y policías que participaron.
Su declaración se basó en la experiencia directa. En agosto de 1976 fue secuestrado y en setiembre de 1978 pudo salir del país, luego de haber pasado por los CCD de la ex Jefatura de Policía, del ex ingenio Nueva Baviera y del ex arsenal Miguel de Azcuénaga, por la comisaría de Monteros y por la ciudad universitaria de San Javier.
"Es difícil saber por qué estoy vivo, deberían preguntarle a los imputados. Creo que en un primer momento pensaban que podían obtener a largo plazo más información; Tucumán estaba arrasado y no tenían apuro ni problemas de capacidad de los CCD para ir matando a los prisioneros. Mientras más tiempo estaba, más posibilidades tenía. Pasaba de ser un pedazo de carne a alguien con quien hablaban todo el día. Me querían aprovechar para una cosa y yo para otra", afirmó.
Martín Martín reconoció haber militado en Montoneros, aunque negó haber integrado células de combate. Aclaró que su participación se basó en actividades estudiantiles como dirigente de la Juventud Universitaria Peronista. "Fui denunciado por falso testimonio: los que secuestraron, torturaron, no me mataron y me liberaron, ahora me inician causas", dijo, con tono irónico. Negó terminantemente haberse quebrado: "me sacaban con la idea de que les marque gente en la calle, pero no identifiqué a nadie, nunca me llevaron a ningún secuestro. Recuerdo el olor a mugre, a miedo y la gente gritando. Te daban poco de comer y eran los restos de comida de la penitenciaría", agregó.
Listas de desaparecidos
"Tuve acceso a listas de desaparecidos. Al lado de cada nombre había un 'DF', que significa Disposición Final, que se los mate. No sé cómo eran ejecutados, pero eran llevados de noche, en un camión carrozado gris plateado que decía Transporte Higiénico de Carnes. Escuché que iban al pozo, pero nadie me dijo que vio ejecuciones o quemas de cuerpos", sostuvo.
Explicó que accedió a numerosos datos cuando se levantó el CCD de la ex Jefatura, a fines de 1977, y lo obligaron a acomodar papeles. "Encontré documentos, escritos, registros de interrogatorios y hasta DNI. Desde esa época, tuve un sistema de libertad controlada hasta que me fui del país", dijo. En esa época comenzó a gozar de una libertad vigilada, e iba a su casa a dormir. "Así también estuvieron Carlos Clemente, Nora Montesinos y Nélida González", dijo.
El testigo aseguró que entre los que lo secuestraron o torturaron estaban Félix Arturo González Naya, Luis de Cándido y Roberto Heriberto Albornoz, y añadió que entre los otros miembros del Servicio de Informaciones Confidenciales (consideró que el SIC era una rama del Departamento de Informaciones de la Policía, la D2) estaban Hugo Albornoz y oficiales o suboficiales de apellido Fariña, Moreno, Bulacio, Ugarte, Sánchez, Chaile, Marini, Flores, Vilas e Insaurralde.
Consideró responsable a Albino Mario Zimmermann de haber ordenado que se deje morir a Ernesto Campos, herido de bala. "A Antonio Bussi lo vi varias veces en distintos CCD. En Nueva Baviera fue especialmente a torturar con picana al 'Bombo Avalos', que lo trajeron de Buenos Aires. Era un ogro, no tenía contacto con los prisioneros más que para golpearlos. En ese lugar estuvo también Alberto Cattáneo", detalló. Además nombró a 55 desaparecidos que vio o escuchó que habían pasado por la ex Jefatura o por Nueva Baviera. Entre ellos, a la mayoría de las 22 víctimas por las que se sustancia este juicio.
Responsabilidades
"He visto gente en un campo que volví a ver en otro. Había una coordinación para decidir llevarnos e interrogarnos en uno u otro. En Jefatura, todo el grupo operativo era de la Policía, aunque con un supervisor militar. En Nueva Baviera, los secuestros los hacía la Policía pero las torturas, el Ejército. En el arsenal sólo actuaba el Ejército, y la guardia era de Gendarmería Nacional", detalló.
El testigo aseguró que el médico Ricardo Galdeano se encargaba de controlar a los prisioneros torturados. "Escuché que le había puesto una inyección a Marta Coronel para que muriera pronto y dejara de sufrir, porque estaba muy mal, con una infección grande por la picana en los pechos, y deliraba", aseveró.
Martín Martín detalló la distribución de los distintos ámbitos que ocupaba el CCD de la ex Jefatura. El tribunal confirmó que se realizará una inspección ocular con sobrevivientes en esa zona.
"Durante mucho tiempo estuve sin hacer declaraciones, pero luego pensé que si lo que podía decir se perdía porque estúpidamente me atropellaba un colectivo, era una macana grande. Entonces empecé a denunciar lo que viví", se justificó.