Había encontrado un cohete, y por jugar, perdió un dedo

Menos heridos por pirotecnia que otros años.

EN CAMA Y AFLIGIDO. Enzo admitió que los cohetes son peligrosos. LA GACETA / HECTOR PERALTA EN CAMA Y AFLIGIDO. Enzo admitió que los cohetes son peligrosos. LA GACETA / HECTOR PERALTA
26 Diciembre 2009
"Mamá, una bomba como esa ha sido". Tendido en una cama del Hospital del Niños, Enzo, de 11 años, pronunció varias veces la frase en Nochebuena, mientras observaba por la ventana los fuegos artificiales con los que se festejaba la Navidad. El rugido de las explosiones le recordaba el accidente  que había sufrido horas antes en su casa, en El Chañar Viejo, Burruyacu. El pequeño perdió un dedo a causa de la explosión.
"Mi hijo usa esa mano para hacer de todo. Ahora hay que ver cómo evoluciona", expresó consternada Karina, su madre. El niño había encontrado en la calle un poderoso artículo pirotécnico sin usar y decidió esconderlo en el bolsillo de su pantalón. Luego, quiso desarmar el cohete para hacer una fogata, pero la pólvora reventó inesperadamente antes de ser encendida. "Desarmé la bomba y me explotó. También me lastimé la cara; yo les diría a los demás chicos que no jueguen con los cohetes porque son muy peligrosos", expresó afligido el niño.
El caso de Enzo fue uno de los pocos accidentes con cohetes que se registraron ayer. A diferencia de otros años, esta vez los festejos de Navidad concluyeron sin heridos graves por el uso de pirotecnia. En la mayoría de los hospitales ni siquiera se atendieron lastimados con fuegos artificiales. La lluvia, la prohibición de vender cohetes en el microcentro y las campañas de concientización ayudaron a la hora de prevenir accidentes.

Dos chicos internados
En la guardia del Hospital de Niños, el número de pacientes con heridas causadas por uso de pirotecnia disminuyó considerablemente. "Sólo tenemos dos chicos internados. Ambos están fuera de peligro. Creo que la gente está tomando conciencia de la peligrosidad de los cohetes", expresó el subdirector de la institución, Oscar Hilal. El año pasado el hospital atendió, para esta fecha, a 10 chicos con quemaduras de diferente grado. Para sorpresa de los tucumanos, esta Navidad tan sólo fueron asistidos tres lesionados, y ninguno de gravedad. El otro accidente sucedió también en Burruyacu. Ayer al mediodía, Gastón, de cinco años, encendió un raspafósforo y lo introdujo en un botella de cerveza vacía. Como no oyó ninguna explosión, miró a través del pico del envase para ver que pasaba. Fue en ese instante en el que el cohete reventó y le lastimó el ojo izquierdo. El tercer herido sufrió quemaduras leves en el rostro por un fogonazo inesperado. El director del Registro Nacional de Armas (Renar), Luis Sal Area, sostuvo que las campañas de concientización para erradicar la pirotecnia ilegal y reducir los accidentes derivados de su uso tuvieron un gran impacto. "Los menores no pueden manipular cohetes sin la estricta supervisión de un mayor. Es cierto que la pirotecnia actual es mucho más segura que la de antes, pero todavía hay que lidiar con la venta ambulante, porque a veces no sigue las normas de venta. Hay una evidente preocupación social", comentó.
En Capital Federal la historia fue diferente. Más de 100 personas resultaron heridas en el marco de los festejos por Navidad.

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