Un asaltante mató a una mujer en la puerta de su casa, frente a sus hijos, en barrio Ciudad Parque

La familia Roselló regresaba de una fiesta familiar a las 5.10; abrían el portón para entrar a la vivienda cuando fueron atacados. El agresor hizo tres disparos al auto y luego salió corriendo hasta la esquina, donde lo esperaba un cómplice en moto. Huyeron.

AL ACECHO. El ladrón aguardó a que la mayor de las hijas del matrimonio estuviera sola junto al portón. Roselló aceleró su auto y comenzó la balacera. FOTOS DE ANTONIO FERRONI AL ACECHO. El ladrón aguardó a que la mayor de las hijas del matrimonio estuviera sola junto al portón. Roselló aceleró su auto y comenzó la balacera. FOTOS DE ANTONIO FERRONI
14 Diciembre 2009
Los tres estampidos retumbaron en la oscura madrugada de barrio Ciudad Parque. "¡Auxilio, por favor, mi mamá se muere, ayuda!" Los gritos desgarradores de los hijos de Silvia Susana Castillo de Roselló estremecieron a los vecinos. Dentro de un auto, herida gravemente en la cabeza, la mujer de 32 años agonizaba; entre sus brazos sostenía a su niña de seis años, a quien había protegido de la balacera.
Desesperado, Claudio Roselló pisó a fondo el acelerador del Citröen ZR; en la mente sólo tenía la idea de llegar al hospital para que un médico salve a su esposa. Pero su esfuerzo fue estéril.
La familia fue atacada ayer por un delincuente, durante un intento de asalto en la puerta de su casa. Tras la balacera, el homicida y un cómplice escaparon en una moto. Los investigadores aún no lograron identificarlos. "Estos no son ladrones; son asesinos. ¿Qué necesidad tenían de disparar así? ¿Cómo pueden matar a alguien de esa manera? Es terrible", dijo consternada Lidia Serravalle de Tomasino, de 56 años, tía de la mujer asesinada.
Desde hace varios meses, cuando dos hombres armados intentaron asaltarlos en la puerta de su casa -ubicada en pasaje Bascary 4.175- la familia Roselló tenía miedo de vivir en ese barrio, situado a metros de Parque Centenario.
Por eso, ayer Claudio, de 38 años, se bajó de su auto para acompañar a su hija de 15 mientras ella abría el portón. Eran las 5.10, y acababan de volver de una fiesta familiar.
Como todo parecía estar en orden, Roselló se subió otra vez al Citröen. En el asiento del acompañante estaba su esposa, que llevaba dormida en sus brazos a la hija menor del matrimonio. En el asiento trasero iba otro de sus hijos, de 13 años.
Fue Silvia quien advirtió la presencia del delincuente. Era un muchacho de estatura media, tez morena y cabello largo. En la mano llevaba un arma de fuego y caminaba directo hacia el portón de su casa, donde estaba su hija mayor. "¡Mirá!", le dijo la mujer a su esposo. Fue el comienzo de la pesadilla para la familia Roselló.
"Cuando lo vio, Claudio trató de tirarle el auto encima para defender a su hija, porque no tenía qué más hacer", señaló Serravalle de Tomasino.
El delincuente actuó a sangre fría. Corrió unos metros, se dio media vuelta y, con el pulso firme, realizó tres disparos.
Un proyectil dio en el capot, del lado del conductor; otro atravesó la puerta del acompañante e hirió en el brazo a Silvia, quien intentaba resguardar a su hijita. La tercera bala fue letal. Perforó el parabrisas y dio en la frente de la mujer.
Según un testigo, tras el ataque, el delincuente se subió a una moto gris, que estaba en la esquina, y escapó junto a un cómplice, que llevaba un casco blanco. Esa persona, afirmaron familiares de la víctima, escuchó un diálogo entre los agresores. "El que manejaba la moto dijo: ?che, ¿le has pegado??, y el otro le contestó: ?sí, en el mate?", dijo indignada Serravalle de Tomasino.

Desesperación
"Escuché los disparos y los gritos de los chicos y no dudé en ir a la calle. Fue terrible, porque la hija mayor del matrimonio estaba desesperada. La dejamos en una vecina del frente y nos fuimos con otro muchacho al Hospital Padilla para ayudar a Claudio", relató Javier Apud, de 30 años, vecino del matrimonio.
Silvia llegó sin vida al centro asistencial. Su hija de seis años sufrió heridas superficiales, debido a los vidrios rotos que cayeron sobre ella.
Los familiares de la víctima estaban destrozados. "No les han robado nada. Directamente tiraron a matar. Estamos con mucha bronca, y no vamos a dejar que esto pase desapercibido. Ya no podemos hacer nada por mi prima, pero esto no puede pasarle a nadie más", dijo Ligia, de 26 años, prima hermana de Silvia.
Serravalle de Tomasino aseguró que dialogó ayer a la mañana con el gobernador, José Alperovich, ya que es vecina suya, y le transmitió su malestar. "Le dije que es terrible vivir en Tucumán, que prefería irme a la loma de la nada antes que seguir acá. El me contestó: "es terrible lo que pasó, me notificaron todo; lo que podamos hacer, cuenten con nosotros?. Yo le contesté que a esta altura ya no tiene sentido, porque hay una familia destruida", relató la mujer.

"Vivían con miedo"
Silvia y Claudio se conocieron cuando tenían 13 años. Prácticamente desde entonces eran pareja, contaron sus familiares.
Con esfuerzo, lograron construir su casa hace poco más de dos años. Sin embargo, desde que llegaron al barrio, comenzaron a sufrir robos.
"A la semana que llegaron, les entraron por el patio trasero y les robaron unas bicicletas", recordó B., de 40 años, vecina de los Roselló. Semanas después, dijo, les desvalijaron la casa. "Me acuerdo que Silvia vino desesperada a preguntarme si había escuchado algo. Siempre vivían con miedo", dijo la mujer.
Ligia recordó un antecedente que había cambiado los hábitos de la familia Roselló. "Una noche de febrero, cuando volvían del supermercado, lo interceptaron a Claudio en la puerta de la casa, cuando se bajaba del auto. Esa vez salió un vecino y los corrió a los ladrones", recordó.
Desde entonces, Silvia quería vender su casa. "Decía que preferían irse del barrio. Como les costó tanto esfuerzo todo, decidieron quedarse, pero vivían aterrados", señaló Serravalle de Tomasino.
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