En el campo, los padres llevan a los chicos a trabajar con ellos

En el campo, los padres llevan a los chicos a trabajar con ellos

En zonas de Chicligasta y Simoca el 50 % de los escolares hace tareas con su familia y llegan al aula enfermos y sin capacidad de concentración. Se redujo la ocupación de menores en el citrus.

COSECHA DE CAÑA. Las tareas del campo son muy rudas para los chicos.   LA GACETA / JOSE NUNO COSECHA DE CAÑA. Las tareas del campo son muy rudas para los chicos. LA GACETA / JOSE NUNO
07 Junio 2009

CONCEPCION.- En los pueblos del interior tucumano el trabajo infantil es, en un alto porcentaje, casi parte de una cultura familiar.  Es alentado principalmente por actividades agrícolas en las que rigen bajos sueldos o jornales. La labor de una sola persona no es rentable, pero sí cuando la hacen varios de una sola familia. “Coseche lo que se coseche, lo que se gana es apenas para sobrevivir. Entonces a veces uno va con los changos para ver si se puede sacar unos pesos más. Esa es la realidad, señor” confesó Manuel Soria, de La Junta, Río Chico.

Menos expuestos a riesgos
Los emprendimientos familiares también empujan a los niños y adolescentes a involucrarse en ellos. Hortalizas, cortadas de ladrillos y granjas, son las actividades más comunes que desarrollan las familias.
A diferencia de lo que sucede en las ciudades, en el campo los chicos siempre trabajan a la par de sus padres. Así, están menos expuestos a los riesgos que genera el desamparo.
Sin embargo, las consecuencias, al igual que en las urbes, también se reflejan en las escuelas. “En las zonas rurales agrícolas, como El Molino, Gastona, La Calera y otras comunidades de Chicligasta y Simoca, se estima que el 50% de los menores que concurren a las escuelas de esos lugares, trabajan con sus padres. Para ellos es algo común y obligatorio” comentó la docente Paola Cáceres.

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Agotados, sin atención
¿Cómo se manifiesta el drama en las aulas? “Las criaturas a veces llegan enfermas y se las debe hacer retornar a sus hogares. Si se las ve muy mal las llevamos a un centro asistencial. Otras permanecen en clase agotadas y con poca atención. Es que salen de trabajar, ya sea a la mañana o la tarde, y enseguida concurren a clase”, añadió la maestra. “Los trabajos en el campo son muy rudos. Los realizan casi siempre bajo calores o fríos intensos” apuntó.

No hacen los deberes
El nivel de aprendizaje es reducido en más del 40% de los chicos de las zonas rurales, según estiman las maestras del campo. “Jamás hacen las tareas escolares que se les da para la casa porque no tienen tiempo. Por eso uno trata de que todas las actividades las hagan en la escuela. Es inútil pretender que estudien en sus hogares” enfatizó Paola.
El comisionado comunal de Alpachiri-El Molino, Juan Ramón Mazzuco, aseguró que el problema de los niños que trabajan se redujo sensiblemente a raíz de las rigurosas prohibiciones que impusieron las empresas citrícolas y otras que operan en la zona.
Además las inspecciones de los organismos laborales, dijo, son muy frecuentes. “El problema persiste en las zonas de producción hortícola. Son trabajos familiares y en los que no se puede intervenir. Es difícil comprobarlo“ concluyó.

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