La oposición, sin doctrina

La oposición, sin doctrina

Punto de vista IX. Por Hugo Lazarte - Ex legislador provincial justicialista.

10 Mayo 2009

La crisis de identidad de los partidos políticos tiene una base netamente doctrinaria. Su problema es el personalismo corrosivo. Hoy, en las fuerzas políticas cada uno se siente intérprete y dueño de doctrinas, y enarbolan proyectos personales que pretenden adornar con una doctrina que ignoran por completo.
En el caso concreto de Tucumán, en la hegemonía de Alperovich sólo rigen cuestiones vinculadas con conveniencias de las más ordinarias y poco edificantes. Es evidente de que toda la política ha quedado reducida a lo que Alperovich hace o deja de hacer. No está mal criticarlo, pero el problema es que ningún opositor edifica políticas con cimientos doctrinarios sólidos.
Hay acuerdos políticos que entusiasmaban a la sociedad pero que fracasaron estrepitosamente, como el de Fernando Juri y José Cano. A la par, aparecen diputados como José Ignacio García Hamilton, que llegó también gracias al voto del peronismo disidente, rodeado de dirigentes que denostan este sector y que quieren que se postule para un nuevo cargo cuando ni siquiera completó el primer mandato.
Lo cierto es que el dirigente ve que la sociedad tampoco pelea por cuestiones esenciales. Si el pueblo no está dispuesto a dar pelea y hasta a generar conflicto con el poder por sus garantías más básicas no debe sorprenderse cuando sus representantes tampoco lo hagan.
La consecuencia es que hoy el radicalismo sólo es identificado con algunos de sus dirigentes y no con su doctrina centenaria. Al justicialismo no le va mejor: actualmente está sostenido por quienes sólo desean ensayar un simulacro de peronismo.

 

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