10 Mayo 2009
La Constitución nacional programa una democracia con partidos políticos, entendidos como instituciones fundamentales del sistema. Su desempeño, sin embargo, provocó decepción y el gradual rechazo e indiferencia de la ciudadanía. Perdieron identidad y abusaron del doble discurso.
En las elecciones nacionales de octubre de 2007 el “no voto” (ausentismo, votos en blanco y nulos) fue la “fórmula ganadora”, con más del 34%. Segunda quedó Cristina, con el 30,28%. En las elecciones provinciales en 2007, más de 300.000 electores no votaron, aparte de los que lo hicieron en blanco o anularon. Este año, en Catamarca, el “ganador” de la elección local también fue el “no voto”. Conformaron una fuerza electoral sin encuadramiento partidario de no menos de 100.000 electores, muy superior a los 62.610 votos que obtuvo el oficialismo.
Los tránsfugas impunes y sin castigo o las candidaturas testimoniales agravan la crisis de representación de esta penosa partidocracia. Nos sumergen en una democracia fraudulenta, en la que el oficialismo maneja a su antojo cuantiosos fondos públicos para reelegirse o imponer sus candidatos muchos de ellos impresentables.
Con este panorama tétrico, la oposición en Tucumán tiene el deber inexcusable de presentar con claridad programas alternativos con vistas a 2011. Debe explicar cómo salir de esta emboscada a la democracia, a la República y al federalismo que pergeñaron el kirchnerismo y el alperovichismo. Hay una salida: participar y votar positivamente, cambiando este modelo que socava nuestros valores fundantes.
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