
Los recreos se llenan de golosinas y gaseosas y nadie quiere comer frutas
Según un relevamiento que hicieron alumnos, el 60 % de lo que se consume en la escuela es comida chatarra. Yogurt y cereal son los productos menos comprados. Los estudiantes prefieren galletas y snaks. Una ley que no se cumple.
PROPUESTA. Las alumnas que hicieron la investigación proponen que se les enseñe a los niños sobre nutrición. RACHIVO LA GACETA

Cerca del 60% de los productos que consumen los chicos en la escuela es comida chatarra. En la mayoría de los quioscos escolares no existe otra alternativa, a pesar de que Tucumán cuenta desde 2006 con una ley que incentiva la alimentación saludable en los jóvenes y niños como un medio para evitar la obesidad infantil. Sin embargo, esa norma todavía no se implementó en los establecimientos porque nunca fue reglamentada.
Un estudio realizado el año pasado por alumnas del tercer año del polimodal del colegio de las Hermanas Esclavas demostró que los chicos de escuelas primarias no tienen demasiadas opciones a la hora de elegir alimentos saludables en los quioscos de los establecimientos. El relevamiento incluyó alumnos de seis a 12 años de establecimientos públicos y privados.
"Descubrimos que los quioscos disponen de escasas posibilidades para que un niño elija comidas nutritivas que lo alimenten", reflexionaron Melisa Bulacio, Nadia Copichka, Marcia García, Mariana Gómez, Sabrina Lorenzo y Melany Moreno, integrantes del equipo que llevó adelante la investigación.
El grupo destacó que en general los alimentos que más compran los chicos son: gaseosas (12%), golosinas y galletas (22%) y snacks -papas fritas y chizitos- (10%), en detrimento de frutas (0%), yogures (2%); cereales (2%), leche chocolatada (8%) y agua mineral (4%).
Desinterés
Pero alimentarse con comida chatarra no parece molestarles demasiado a los chicos: el estudio realizado reveló que el 88% está de acuerdo con lo que venden en los quioscos. Marianela, de 10 años, contó en qué gasta el dinero que su papá le da todos los días: "compro gomitas dulces o caramelos masticables que traen dibujos de animales". Su hermano Iván, de siete años, confesó que lo que más le gusta son los snacks. "Las papas fritas o los palitos me encantan; si puedo, me como un paquete por recreo". Ramiro, de 11 años, fue terminante: "la gaseosa es mi preferida. Puedo tomarme un litro y medio yo solo", contó.
Los dueños de cantinas escolares muestran desinterés por ofrecer a los chicos alimentos sanos como frutas o licuados, según la encuesta realizada por las alumnas del colegio Las Esclavas. El sondeo dio como resultado que los concesionarios de quioscos venden los productos que tienen más salida, que, por lo general, no coinciden con los que aportan más nutrientes al organismo. Los más rentables son aquellos que gustan por su sabor y de los que más publicidad se hace por televisión.

Concientización
Dirigidas por las profesoras Marta Peñaloza y María Inés Báez, las chicas plantean la importancia de enseñar a los niños pautas para una alimentación sana y equilibrada en las escuelas. "Sólo con la educación se podrá promover el consumo de frutas y lácteos", enfatizó Nadia, que participó en el proyecto.
Por su parte, Sandra Tirado, directora del Programa Integrado de Salud del Siprosa, explicó que la División de Nutrición del organismo inició en 2008 una campaña de concientización en las escuelas para inculcarles a los más pequeños buenos hábitos alimentarios. Advirtió sobre la trascendencia que tiene concientizar a padres y a docentes.
Sin reglamentación
La Legislatura provincial sancionó hace más de dos años la Ley de Obesidad, que en su articulado contiene pautas para una mejor nutrición. Pero falta la reglamentación que determine de qué manera se debe implementar la norma. "La ley intenta proteger a la población del flagelo de la obesidad y brinda elementos para desarrollar programas que enseñen a comer sano", explicó Beatriz Avila, de la Comisión de Salud de la Legislatura. La norma establece que se efectúen campañas para incentivar el consumo de frutas y lácteos y que se capacite a docentes para que estén en condiciones de inculcar pautas de nutrición a los alumnos.








