

Estudiantes, apunten para el futuro. El primer paso para conseguir una acreditación de prensa en una ciudad vecina (o local) es comunicarse con el club en cuestión. Luego, siempre y cuando en su página web no estén especificados los requisitos, deberán enviar un e-mail o un fax con sus datos personales. Después, mediante un OK del otro lado del teléfono o en su casilla de correo, la credencial es un hecho. Esas serían las indicaciones básicas y clásicas para ingresar a una casa ajena. O sea, no hay secretos ni mucho menos. Pero (maldito pero) no todos los anfitriones piensan y tratan de la misma manera al corresponsal invitado que al doméstico. Ese es el caso de Argentinos Juniors. Digámoslo así, los pibes de prensa de La Paternal son unos "bichitos". ¿Por qué? En el caso de este servidor, la ubicación de trabajo no fue el habitual palco de prensa reservado para los periodistas capitalinos y vaya a saber para quién más. El destino, bah, la tarjeta autorizada para ver el match entre locales y "santos", contenía el sello de autorización para el ingreso a los vestuarios, así como una habilitación para llevar adelante la cobertura del encuentro desde los sectores 4 o 5. El primero, pertenecía a la platea visitante, ubicada a la ¡vuelta de la sala de prensa! En la otra punta del estadio de Diego Armando y, para llegar nuevamente hasta el punto de reunión con los protagonistas, había que salir del estadio y dar una vuelta a la manzana. El segundo, es decir el cinco, era la popular visitante, un lugar medio imposible para trabajar, teniendo en cuenta la algarabía del tablón. Y así, sin más remedio que mirar el duelo a la intemperie, y por momentos bajo la lluvia, todo costó un cacho más. No como al resto de los argentinos capitalinos, que bajaron del palco y chocaron con sus narices la realidad.







