Avance por iniciativa privada

En los comienzos de la patria, la región del NOA, y en particular las provincias de Salta y de Tucumán, eran centros administrativos, comerciales, intelectuales y culturales de relevancia.
Con la integración definitiva de la economía argentina a las corrientes mundiales -a partir de 1870-, la región empieza a perder protagonismo y es desplazada por las regiones de la pampa húmeda. Casi 130 años después, entre 2003 y 2008, el país disfruta una reedición favorable de precios internacionales, que se traduce en un imponente crecimiento económico. Sin embargo, no fue igualmente bueno desde el punto de vista social.
La pobreza entre el 2003 y 2008, –según las sospechadas mediciones oficiales–, bajó del 42,7% al 17,8%, en el promedio del país. Pero en Tucumán bajó del 56,4% al 27,7% y en Salta, el otro centro relevante del NOA, bajó del 53,3% al 29,7%. Más allá de la distorsiones de las estadísticas oficiales, es evidente que no todo el país pudo aprovechar con igual intensidad la bonanza. La explicación comienza por un fenómeno que se ve todos los días, pero que no se le da la suficiente entidad: la informalidad.
Es difícil medir con precisión la intensidad de la informalidad, pero a los efectos prácticos una buena aproximación es la proporción de trabajadores asalariados no registrados. Según el Indec, entre 2004 y 2008, el promedio nacional baja del 48,3% al 36,5%, o sea, casi 12 puntos porcentuales. En Tucumán, en cambio, baja apenas 6 puntos: del 55,6% al 49,3%; o sea, la mitad. En Salta, no hay medición para 2004, pero en 2008 está en el orden del 47,7%, con lo cual, el desempeño no debe haber sido muy diferente del de Tucumán. Con la mitad de los asalariados hundidos en la informalidad es muy difícil que las buenas condiciones económicas se traduzcan en desarrollo social.
Para dejar atrás la trampa de la informalidad y la pobreza se necesita desarrollar el entramado productivo.
Tucumán y Salta han logrado avances en estos últimos años pero parecen haber sido más por mérito de la iniciativa privada que de las políticas estatales. La actividad económica sigue muy concentrada alrededor del Gran Tucumán y Tafí, la región de la frontera este de la provincia sigue muy rezagada, igual que la frontera oeste a pesar de que esta última tiene muchos y muy buenos potenciales naturales y turísticos. Lo novedoso es que los años de bonanza sirvieron para desarrollar los cultivos no tradicionales y una incipiente industria agroalimentaria. Salta, habiendo también obtenido logros en materia de cultivos no tradicionales e industria agroalimentaria, supo explotar con mayor intensidad los recursos para el turismo. Posiblemente Tucumán debería explotar esta dirección. El turismo es una fuente fabulosa de recursos y de progreso para las poblaciones más rezagadas y para los microemprendedores, en lo que implica proveer de servicios a los turistas. Para Tucumán de lo que se trata es de procurar que la frontera oeste sea un sólo cordón de turismo con el oeste salteño.

Políticas consistentes
Para profundizar logros y explotar el turismo hacen falta políticas consistentes con la producción en la provincia. La infraestructura de caminos, transporte aerocomercial, comunicaciones, energía, es insuficiente en el NOA; y la que hay es deficiente. Las regulaciones impositivas y laborales son prohibitivas para las pequeñas empresas y para los microemprendimientos. Para superar el problema se necesita un federalismo de verdad, que dé recursos y libertad de acción a las provincias. Pero las políticas nacionales desde 2003 han pensado con exceso celo en la centralización fiscal a favor del gobierno nacional. La reciente nacionalización de los recursos fiscales provinciales que se plasmó con la estatización de los fondos previsionales y la poco racional decisión de expropiar una aerolínea comercial son los dos últimos ejemplos de políticas centralizadoras que denigran los esfuerzos que la iniciativa privada de tucumanos y salteños hacen por el desarrollo provincial.