

Tan cerca del final, parece imposible ordenar las ideas y acomodar las palabras. Una serie decisiva de Copa Davis tiene muchas cosas difíciles de contar. Y un partido definitorio es una de ellas.
La coincidencia es absoluta. No hay explicaciones técnicas, hay poco lugar para análisis estratégicos. Frente a una situación límite de esta índole, para la cual no hay posibilidad de entrenamiento, la respuesta debe ser, ante todo, anímica. Inevitablemente, los jugadores luchan por situarse en un lugar que les permita expresar sus indiscutidas condiciones tenísticas.
¿Lo logró más Fernando Verdasco que José Acasuso? ¿Fue esa la diferencia? En el estadio pareció que ninguno de los dos conseguía estabilizar sus nervios. De a ratos "Chucho" imponía condiciones; enseguida el español levantaba. La inestabilidad fue la norma, y en ese contexto es difícil encontrar las razones de la diferencia.
El partido estuvo lejos de ser lujoso. Difícilmente alguien piense en mostrar el video en las escuelas de tenis. Las enseñanzas -de todo hay que aprender-, pasarán por otro lado.
De vuelta en el partido, 2-1 arriba en sets, al estadio lo invadió la sensación de que Nalbandian le daría el quinto punto a nuestro equipo. Pero, por tercera vez, Argentina no aprovechó la ventaja: el viernes Del Potro contra López estuvo set arriba; el sábado, el dobles ganó el primero y perdió el cuarto. Todo en una serie que, supuestamente, estaría marcada por la fragilidad espiritual de los visitantes.
Para el final, un último concepto. Como si fuera una traición del destino, Nalbandian ni siquiera pudo jugar el día que estaba señalado como el más importante de su carrera.







