Una experta cuestiona la cultura del placer y del descontrol y que los chicos vean el baile del caño

Laura Britos sostiene que la sociedad debe replantear los hábitos sexuales, ya que estos llevan a pensar que el cuerpo es público y comercial. Como una adicción.

VULNERABLE. Los chicos necesitan hablar con sus padres sobre sexualidad, en forma libre y sincera, para estar prevenidos ante un intento de abuso sexual. LA GACETA VULNERABLE. Los chicos necesitan hablar con sus padres sobre sexualidad, en forma libre y sincera, para estar prevenidos ante un intento de abuso sexual. LA GACETA
23 Noviembre 2008

"Los abusadores sexuales pueden ser recuperados socialmente. En países como Estados Unidos y México, donde he trabajado con grupos latinos, se hacen tratamientos con éxito, aunque son largos y difíciles. Yo misma he dado el alta a varios de ellos y he visto respuestas positivas y sinceras. Aunque al principio niegan todo lo que han hecho, a medida que avanza la terapia comienzan a quebrarse, hasta que llega el momento en que ellos mismos dicen: ?no puedo solo, ayúdenme?, y ahí comienza el proceso de recuperación".
Esta es la experiencia que la psicóloga Laura de Britos, una salteña que vive en Córdoba, recogió en el Relationship Violence Training Institute, de California, San Diego. LA GACETA la entrevistó durante su visita a Tucumán, invitada por el Equipo de Prevención del Abuso Sexual Infantil (Epasi), que preside Viviana de Valoy. Britos es también psicóloga evaluadora judicial de la Corte Suprema de Justicia de Río Tercero, Córdoba, y presidenta del Servicio de Ayuda a la Familia, Oasis, de esa provincia.
Según la especialista, todo abusador es un adicto sexual porque actúa a repetición, -no hay casos aislados - asegura la experta-. Existe una obsesión que tiene origen en una experiencia traumática sufrida a edad temprana, que no se ha podido superar, afirma. Sus estadísticas señalan que el 80% de los abusadores sexuales ha sido un niño abusado y que el 20% restante ha sufrido maltrato infantil. Además el 71% pasa por intentos de suicidios. Britos es también psicóloga del Centro de Asistencia al Suicida, de Río Cuarto.
"La adicción sexual, que a veces va acompañada de otras compulsiones, es la más difícil de tratar porque mantiene el ocultamiento; no es visible a los ojos familiares, como el alcoholismo o la droga. El adicto sexual mantiene su secreto y lo niega hasta el final, como vemos en el caso (Jorge) Corsi", analiza.
"Este reconocido experto en violencia familiar tenía una doble vida, porque a la vez que enseñaba con conocimientos muy sólidos, había organizado una banda de corrupción de menores. ¿Nadie advirtió que había un patrón que no encajaba en su psicología?", se pregunta. "Esto nos lleva a plantearnos en qué punto está la salud mental de nuestros profesionales, docentes, líderes religiosos y sociales. Tendría que haber alguna forma de supervisión externa, un trabajo en equipo de revisión de lo que uno hace. El caso Corsi debería obligarnos a pensar qué está pasando en los estratos de adultos que tienen niños a su cargo. El problema es grave y real. El control de la salud mental de los profesionales debería alcanzar hasta los niveles donde parece que nadie puede llegar, porque hay abusadores en todos los campos. La realidad supera los números", advierte la especialista.

Lo que aprenden
Britos sostiene que es necesario que la sociedad se replantee los hábitos sexuales. "¿Qué les estamos enseñando a los chicos? Prenden el televisor y ven el baile del caño, y con sólo poner un código tienen ofertas sexuales en sus celulares. La propaganda les muestra que para vender un auto hay que poner una mujer semidesnuda. Entonces, el mensaje que les llega a los niños es que el cuerpo se vende. No se les dice que la sexualidad tiene una función hermosa a través del amor, la vida en pareja y la familia. Piensan que el cuerpo puede ser algo público y comercial, porque lo ven en la televisión y porque hay gente que lucra con eso. Así nos vamos acostumbrando a la cultura del placer y el descontrol. Una sociedad que promueve la liberación sexual, y no los patrones morales ni los valores espirituales, donde no hay límites, es terreno para la desviación, y para abusadores potenciales", admitió.
"Muchas veces los padres no ejercen su función de protección, dejan que los chicos vean en la TV cualquier cosa, y aprovechan para viajar cuando sus hijos adolescentes hacen una fiesta. En esos contextos, los chicos empiezan a vivir precozmente situaciones que todavía no entienden", remarca.
"De la misma manera, la sociedad no detecta adicciones sexuales en las personas con múltiples parejas, el típico Don Juan, que nunca puede construir una pareja estable. No ve nada de malo en que el varón tenga varias mujeres. Estas situaciones, que parecen normales, traen aparejados grandes conflictos. De la misma manera que hay jovencitas que se pagan sus estudios de la universidad con la prostitución, como se detectó en Río Cuarto. Detrás de esa conducta adictiva hay una historia, una obsesión en la que ha ido cayendo hasta quedar atrapada. Cabe preguntarse ¿qué ha pasado en ellas que su cuerpo no vale nada?", se interroga.
Britos retoma el concepto de "función de protección de los padres" y afirma que los parámetros que da la familia son esenciales para tomar decisiones y para poder decir "no", cuando sea necesario.

Cómo enseñarles a cuidar su cuerpo

- En cada familia se deben establecer límites de respeto y de protección a la privacidad. Los chicos deben crecer con la idea de que el cuerpo es algo privado, íntimo y valioso.

- El uso del baño no puede ser compartido, es individual. Los integrantes de la familia se deben acostumbrar a tocar la puerta antes de entrar, porque si dejan que pase la mamá y el papá también lo pueden hacer el tío y el abuelo. También la puerta de la habitación debe permanecer cerrada.

- Por comodidad muchas veces se deja que los chicos se acostumbren a dormir en la misma cama que los padres. Ni esto, ni dejar que los hermanos se bañen juntos son hábitos saludables. Los niños deben aprender a bañarse solos a partir de los cinco años.

- Los padres deben ser los primeros en dar una educación sexual a sus hijos, no esperar a que la escuela lo haga. En la casa se debe poder hablar de sexo en forma natural y sincera.

- Llamar por su nombre a cada parte del cuerpo. No es conveniente ponerles apodos o contenidos groseros o retorcidos.

- Hay que saber escuchar a los hijos y confiar en sus relatos. Si aparece alguna problemática que pueda significar un síntoma de alarma hay que pedir ayuda a alguna entidad especializada, como el Epasi.

- No presionar a los niños para que besen o abracen a algún adulto cuando ellos no se sienten cómodos o seguros al hacerlo.

- Apague el televisor cuando transmitan programas con alto contenido erótico, aunque sean de corte humorístico.

- El diálogo es fundamental Los chicos deben aprender a decir que no y a sentirse seguros de sí mismos. Se debe preparar a los hijos para una sociedad donde los medios de comunicación - internet y televisión, principalmente,- bombardean con altos contenidos eróticos. Los chicos tienen que tener elementos de control y parámetros de comparación.

- Hay que ser cuidadosos dentro de la casa. Si hay chicos adolescentes, con su característica revolución hormonal, no se puede seguir circulando en ropa interior por dentro de la casa, por el bien de los hijos.

- Que los padres se abracen y se besen delante de los chicos manifiesta el amor que sienten mutuamente. Pero es distinto cuando todos duermen en una misma habitación y a los padres no les importa que los chicos presencien sus relaciones íntimas.

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