
Un análisis de
Nora Lía Jabif, Redacción LA GACETA.
Desde el arranque de “Bailando por un sueño”, Marcelo Tinelli mostró que sabe movilizar las emociones del argentino medio. La edición 2008 de “ShowMatch” comenzó con una impactante puesta circense, preanuncio de que habrá circo para rato. Un circo criollo sin sorpresas, con los condimentos a la vista: una estrella italiana “porno” en decadencia; un cantante español ciego que intentará bailar, venciendo la adversidad; o la exhibición de la belleza argentina en los cuerpos de “Pampita” o de Dolores Barreiro. A este circense “Tinelli 2008” no le interesa aparecer políticamente correcto (neutraliza a quienes lo acusan de dar un golpe bajo haciendo bailar a un ciego); el rating que lo acompaña hasta ahora parece mostrar que él interpreta el imaginario del ciudadano medio argentino. Tinelli sabe que en esta Argentina en la que la política está bajo sospecha, las emociones colectivas no tienen quién las represente, y él recoge ese vacío. Tinelli impone agenda. Ayer, tras la presentación del cantante ciego, logró en dos horas lo que a muchas instituciones sociales y escolares les cuesta años: que los argentinos tomen conciencia de que un ciego es capaz de integrarse a la sociedad como cualquier otro hijo de este gran circo.