"¡No te lo puedo creer Ruperta...!"

El humorista Alberto Calliera define al chisme como un modo de apropiación de la vida ajena, y dice que el hombre es más estómago resfriado que la mujer. El 65 % de las conversaciones diarias contiene cotorreos.

A GUSTO Y PIACERE. Cada uno elige cómo contar un chisme, le agrega palabras y lo hace más atractivo. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO A GUSTO Y PIACERE. Cada uno elige cómo contar un chisme, le agrega palabras y lo hace más atractivo. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
06 Abril 2008
En la ciudad colombiana de Tulúa, los fisgones corren peligro. Ahí, contar un chisme que atente contra el buen nombre, la imagen y la honra de los pueblerinos es castigado con multas de hasta 1.000 dólares. Así lo estableció el alcalde de ese caserío, cuando prohibió por decreto la charlatanería.
La normativa no sólo contempla sanciones económicas, sino hasta cárcel para quienes hablen mal o inventen historias y rumores sobre sus prójimos. Empero, no en todos los pueblos los chismosos son despreciados. Para un grupo de investigadores estadounidenses, por ejemplo, las personas indiscretas son valiosas y gozan de buena salud porque suelen estar más animadas que el resto.
Después de realizar un estudio -que se extendió durante 18 meses y estuvo dirigido por los antropólogos Kevin Kniffin, de la University of Wisconsin, y David Wilson, del State University of New York,- los científicos revelaron que el 65 % de las conversaciones diarias está compuesto de chismes.
Además, lejos de endemoniar al cotorreo, los estudiosos dijeron que los diálogos informales sobre el comportamiento de terceros contribuyen, en muchos casos, a levantar el ánimo y a mantener una conversación. Finalmente, y en contra de la creencia popular, llegaron a la conclusión de que los hombres suelen ser más impertinentes que las mujeres.
Lejos del país de la mantequilla de maní, también el humorista tucumano Alberto Calliera opina que el caballero es más estómago resfriado que la dama. “¡Para este tipo de cosas, nosotros somos peores que ellas!”, exclama.

La tentación
Entre risas, el cómico advierte que el chisme está en la base de muchos chistes y que ambos suelen acoplarse. “Mentir sobre uno o espiar a los otros parece ser el más universal de los rasgos. La idea de regodearse con una historia escandalosa o transgresora siempre nos resulta tentadora”, reflexiona.
A su juicio (y en este punto no concuerda con los estadounidenses) la mayoría de los chismes esconden malicia y los cuenteros, más que alegres, viven alterados porque siempre están pendientes de quienes los rodean. “De hecho, los apegados a las patrañas son los que no tienen vida propia”, estima.

 - ¿Por qué al chisme le va tan bien en la televisión?
- Creo que se trata de una manera de espiar la vida privada de los famosos. La gente quiere enterarse de cómo viven, de sus pasiones, de sus amores, de sus desventuras e incluso de sus historias no oficiales. Es un modo de apropiación de la vida de los demás.

- ¿Siempre fuimos chismosos?
- Hasta hace poco, el cotilleo era una actividad que se desarrollaba en menor escala. Ahora, gracias a los medios masivos de comunicación, se hace al por mayor. Es como una industria sin chimeneas que deja muchas ganancias. Para los canales, se trata de un excelente negocio.

- ¿Cómo circula el chisme?
- Cada uno elige las palabras con las que cuenta y un chisme y lo hace, incluso, más atractivo. Se propaga más allá de los círculos cerrados y en distintas direcciones. Y una vez que se escapa, sus consecuencias son impredecibles y peligrosas. La versión primitiva va cambiando y atraviesa un proceso de deformación.
La charla con LA GACETA llega a su fin y Calliera debe regresar a la televisión con su ya habitual “vea amigo”. Esta vez, inspirado por el reportaje, invitará a su pantalla a Cuca, Palmira y Ruperta, las vecinas que le dan a la lengua en la vereda. “¡No te lo puedo creer, Ruperta!”, dirá una de ellas al enterarse de una sazonada historia de barrio. A lo que la otra le responderá: "podeme, Cuca, podeme...".

Así empieza un chisme...

- “Esto es algo de lo que a mí no me gusta hablar, pero...”

- “Te cuento esto pero no se lo digas a nadie”.

- “Soy una tumba”.

- “Tengo un chismeeeeeeeee”.

- “¡No sabés lo que me enteré!”

- “¿Cuándo nos vemos? Te tengo que contar algo...”

- “Te juro que no sale de mí”.

- “Contame, dale, nadie se va a enterar”.

- “Tu secreto está a salvo conmigo”.

- “No te preocupes, no le voy a contar a nadie”.

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