

Un análisis de Mariano Spezzapria, columnista de NA.Buenos Aires.- La amplia victoria de Hermes Binner en Santa Fe y la sorpresiva paridad registrada en Córdoba confirmaron la tendencia que pone al Gobierno cada vez más dependiente de su performance electoral en la provincia de Buenos Aires, donde se definirá si Cristina Kirchner ganará en primera vuelta o si tendrá que recurrir al ballottage para acceder a la Presidencia.
Esta "Buenos Aires-dependencia" del kirchnerismo no causa un efecto político menor, porque agiganta la figura del vicepresidente Daniel Scioli y torna más visible la presencia de los intendentes del conurbano bonaerense, de cuyo armado político se serviría finalmente el Gobierno nacional para intentar salir airoso en los comicios generales del 28 de octubre.
Es que a la luz de los resultados electorales que se registraron a lo largo de este año en distintos puntos del país, la primera dama y candidata oficialista no obtendría más del 40% de los votos para asegurarse la elección en primera vuelta, para el caso de que -como ocurre hasta el momento- ninguno de sus rivales acceda al menos al 30% de las adhesiones.
Repaso
Un rápido repaso de lo sucedido en los principales distritos que ya pasaron por el proceso electoral sustenta esa afirmación: en la Capital Federal, el kirchnerismo llegó a la segunda vuelta y fue derrotado ampliamente por Mauricio Macri, pero en rigor no obtuvo más del 25% de los votos en el primer turno electoral.
En Santa Fe, el socialista Binner emergió definitivamente como figura aglutinante de la oposición al justicialismo y dejó al kirchnerista Rafael Bielsa con sólo el 38% de los votos.
Se puede argumentar que muchos votos de Binner irán a parar a Cristina, pero lo cierto es que las principales figuras del socialismo santafesino -como el reelecto intendente de Rosario, Miguel Lifschitz- ya adelantaron que votarán por Elisa Carrió en las elecciones presidenciales y eso podría influir al electorado del gobernador electo.
En Córdoba, en tanto, el candidato oficialista Juan Carlos Schiaretti apenas superó el 37% de los votos, frente a un Luis Juez que hizo una elección mucho mejor que la esperada y que se fue alejando paulatinamente del Gobierno nacional, pese a que conserva muy buenos lazos con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Pero lo cierto es que la Casa Rosada puso muchas más fichas para apostar a la victoria de Schiaretti, que recibió el apoyo de los propios Néstor y Cristina Kirchner y del ministro de Planificación, Julio De Vido, quien hizo mucho para que Héctor "Pichi" Campana fuera el compañero de fórmula del ahora electo sucesor de José Manuel de la Sota.
Otra tendencia
Los resultados electorales en Córdoba y Santa Fe también marcaron otra tendencia de la política argentina de los últimos tiempos: los grandes centros urbanos son cada vez más reacios a acompañar al poder central, al contrario de lo que sucede en los conglomerados que rodean a esas ciudades y en el interior de las provincias.
De ahí que en la decisiva provincia de Buenos Aires pueda esperarse una performance mediocre del kirchnerismo en una ciudad como La Plata -de tradición radical-, aunque su efectividad en las urnas no tendría competencia en el Gran Buenos Aires, donde serán clave los intendentes de cuño justicialista.
Los mismos intendentes que -ante este cuadro electoral- tendrán más poder para reclamar a los Kirchner que no habiliten candidatos paralelos que les puedan quitar votos, toda una discusión que atraviesa por estos días a los principales distritos de la provincia. Esa Buenos Aires-dependencia también mejora las chances del vicepresidente Scioli de obtener mayor margen negociador para una provincia que hace años tiene problemas financieros.
Buenos Aires será,una vez más, a la luz de lo que viene ocurriendo en otros distritos, la que defina la elección nacional. Puede convertirse en un bálsamo para el kirchnerismo, pero también podría hundirlo. Ejemplos de la historia sobran.








