El caso Skanska es el primer caso de corrupción que ha tenido consecuencias políticas para la administración Kirchner en cuatro años de gestión. Probablemente el tema de los fondos de Santa Cruz en Suiza sea más relevante, pero Skanka ha tenido más cobertura en los medios, una acción de la Justicia más independiente y mayor predisposición de la opinión pública a seguirlo. Sin la actitud asumida por los principales diarios de poner el tema en su primera plana desde mediados de abril, el caso no hubiera tenido la repercusión que adquirió.
Quizás los diarios -como la sociedad, como pareciera mostrarlo el caso Santa Cruz- puedan haber advertido que la concentración de poder en manos de Kirchner necesita un límite y ello puede estar influyendo en un cambio de actitud. La visibilidad dada al caso por los diarios, hace que la justicia se sienta respaldada para ser más independiente. Esta misma situación, a la vez influye para que la Justicia tenga costo político alto si cede a las presiones del poder.
Al cumplirse cuatro años de la gestión Kirchner, la sociedad empieza a reclamar algo más que índices macroeconómicos exitosos. Puede estar dándose en la Argentina un punto de inflexión. No se trata de un fenómeno particular. La macroeconomía suele dar un periodo de consenso a cualquier Gobierno de entre tres y seis años, tras el cual comienzan a instalarse nuevas demandas. Le pasó a Tony Blair en Gran Bretaña, para dar un ejemplo reciente -país que vive el ciclo de crecimiento y bajo desempleo más largo de su historia-, pero hay muchos otros. Es por esta razón que el impacto de este caso puede traer más consecuencias que las registradas hasta ahora y difícilmente el tema se resuelva con la renuncia de los dos funcionarios de segundo nivel involucrados hasta ahora.
Pero, probablemente, el caso Skanka no impedirá que el oficialismo gane las elecciones presidenciales del 28 de octubre. Como sucedió en Brasil cuando un caso de corrupción que afectó a Lula no le impidió su reelección el año pasado, aunque mostró que pese a la buena imagen del presidente existían sistemas de corrupción dentro de su gobierno. Pero como pareciera suceder hoy en la Argentina, la oposición no mostró capacidad política de poder capitalizar a su favor la crisis que afectó al gobierno. Con una oposición capaz de generar una real alternativa política, el caso Skanska a lo mejor podría influir para cambiar el resultado electoral. Nada es imposible en política, pero parece poco probable que ello suceda hoy en la Argentina. (Especial LA GACETA)