En el marco del caso Skanska hay una serie de cuestiones a considerar. Tenemos que presumir que los jueces están actuando correctamente, con la rapidez que les permiten las precarias condiciones en que se desenvuelve el Poder Judicial. También considero prematuro pedir la remoción de un ministro o del Presidente. Las solicitudes de este tipo responden a una motivación política, propia de un año electoral, más que a fundamentos serios que justifiquen la separación del cargo de esos altos funcionarios. Es real que las actitudes de algunos funcionarios, como Aníbal Fernández, puedan merecer serios reproches, pero no de una envergadura tal como para colocarnos en el problema institucional de requerir su separacióndel cargo.
La corrupción existe en todas las partes del mundo, pero los límites que se le aplican provienen de la sociedad. Lamentablemente, la sociedad argentina es proclive a la corrupción: a no pagar los impuestos, a pagar declaraciones juradas de ganancias que son falsas y a enriquecerse con la función pública. Esto revela que mientras la sociedad no tenga una intención firme de terminar con la corrupción, este tipo de casos continuarán apareciendo. Para combatir la corrupción, además de estos anticuerpos sociales, también deben funcionar el Poder Judicial y otros organismos que detecten casos de corrupción. En el país hay una corrupción estructural, lamentablemente, por la falta de educación republicana, por la falta del principio de autoridad y por una serie de factores que determinan este tipo de conductas.
Tenemos los elementos institucionales para prevenir y castigar la corrupción. Lo que hay que hacer es ponerlos a funcionar y eso debe correr por cuenta de los ciudadanos, de las personas. La corrupción está instalada en el país desde hace décadas, en especial en el ámbito de la administración pública, donde se suelen exigir pagos ilegales para ser favorecido en una licitación pública o en cuestiones similares. Sería bueno que esto desapareciera y para ello debería haber una eficiente actuación de los jueces, con sanciones severas. También hay que pedirle a la sociedad que no se deje tentar por la corrupción: es tan corrupto el funcionario que paga coimas millonarias, como el ciudadano que da $ 2 a un policía para que no le haga una multa.
El caso Skanska no hace más que degradar la situación institucional del país, pero me alegro que se haya detectado y que se detecten otros si es que existen, para que se pueda investigar y sancionar a quienes hayan incurrido en los ilíticos, para que sirvan de ejemplo para el resto. (Especial para LA GACETA)