Tarde de tensión y agresiones

Tarde de tensión y agresiones

Gil increpó a Robles por el cambio y se fueron a las manos; luego hubo agresiones a Roldán y a Lavallén.

LA TRIFULCA. Finalizado el partido, vuelven a increparse. Los separan.(LA GACETA /  JORGE OLMOS SGROSSO) LA TRIFULCA. Finalizado el partido, vuelven a increparse. Los separan.(LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO)
12 Marzo 2007
Ya nada será igual en La Ciudadela. Hubo un quiebre entre los propios hinchas, pero por sobre todo, hubo un quiebre entre los mismos jugadores del plantel. Y fue Esteban Gil el que explotó, el que se olvidó de las 20.000 personas que fueron a la cancha a alentar al equipo, cuando despachó toda su furia contra Pedro Pablo Robles, ayudante de campo de Carlos Roldán. Ocurrió a los seis minutos del complemento, cuando fue reemplazado por Fernando Cravero.
"¡Cómo me vas a sacar ahora!", disparó indignado el jujeño mientras se acercaba al banco de suplentes. Robles lo miró y trató de calmarlo, aunque las palabras del DT interino (Roldán está suspendido) no surtieron efecto.
Mientras el público sufría la goleada descomunal, en el banco de suplentes de San Martín los forcejeos tomaron mayor intensidad. La separación llegó y las aguas se calmaron, aunque la paz duró hasta el pitazo final del juez Pablo Giménez.
Ante las cámaras de los reporteros gráficos, Gil volvió a provocar a Robles. La escaramuza, los forcejos y golpes no tardaron en llegar. Fue en ese preciso instante que intervino Esteban Salvatore. El arquero, que ni siquiera ocupó una plaza entre los suplentes, intentó coartar el trabajo de los fotógrafos, obstruyendo el paso de muy mala manera, a los gritos y a los empujones.
Entre silbidos, aplausos e insultos, Roldán y el resto de plantel comenzaron a retirarse del estadio. La salida no fue sencilla. Mientras el DT intentaba brindar sus conceptos a los medios, un grupo de violentos comenzó a insultarlo. Haciendo caso omiso a los reproches, el entrenador continuó con su análisis, hasta que uno de los revoltosos lo agredió, provocándole un corte en el labio. El técnico trató de defenderse, pero el hombre desapareció, ante la falta de reacción de un policía que acompañaba a Roldán.
Causas del destino o no, el mismo agresor, luego, desató su furia contra un periodista radial. Una vez más, el "patotero" salió impune, sin que nadie hiciera nada al respecto.
Por si esto fuera poco, Javier Lavallén también fue víctima de la impaciencia de otro grupo de fanáticos, que le arrojó un proyectil a su auto, cuando abandonaba el estacionamiento del club.
Se viene una semana complicada en San Martín. Queda mucha tela por cortar y varios temas por remendar. Sobre todo el de la violencia, acción repudiable y fuera de lugar en un espectáculo tan pasional como el fútbol. Habrá que poner paños fríos.