Va y viene con su carretilla, cantando mientras arregla el jardín. El Instituto Belgrano, donde se crió desde los 12 años, es su hogar, aunque por pedido de la directora se va a dormir en la casa de un pariente. El aceptó a regañadientes, a condición de que lo dejen volver por la mañana para "arreglar el jardín". "No me acostumbro a vivir en otro lado. Los extraño a los changos", confiesa con una sonrisa más de niño que de adulto, a pesar de que tiene 28 años.
En el Belgrano, Juan cumplió la última etapa de una "vida institucional", que comenzó en la Sala Cuna y siguió a los seis años, en el Hogar Eva Perón. No se queja. "Al principio, cuesta un poco, hasta que uno hace amigos. Pero siempre es mejor que la calle. Aquí te dan todo y te enseñan oficios. El que quiere, estudia y se recibe, pero a mí siempre me ha gustado trabajar", dice mirando a lo lejos, desde un tronco que eligió para sentarse.
En el Instituto Belgrano hay 13 chicos de 12 a 21 años; 10 llegaron de otros institutos, y 13 fueron traídos por la Policía, por reiteradas fugas del hogar, por carecer de guarda legal o porque sus familias no pueden contenerlos. "Tenemos un equipo de profesionales integrado por psicólogos y asistentes sociales que buscan reintegrar al niño en el hogar", explica la licenciada Nancy Valdez. "Cada vez tenemos menos chicos. Cuando llegamos había 46, pero los incluimos en distintos programas de inclusión", contó, orgullosa, la directora del hogar, Rosita Arias.
En Tucumán existen 11 institutos que alojan a 227 chicos, en su gran mayoría por "razones asistenciales": pueden ser huérfanos, carecer de guarda legal, víctimas de abuso sexual o de maltrato familiar o estar en situación de extrema pobreza. Apenas 37, todos de 14 a 18 años, están allí por conflictos con la ley : 36 varones están en el Roca, y una mujer, en el María Goretti (junto con 18 chicas, de 12 a 18 años, sin causa penal).
En el 80% son situaciones judicializadas, donde el juez interviene, a pesar de que la Ley de Patronato de Menores ha sido derogada el año pasado, y reemplazada por la Ley de Protección Integral de Los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. "Pero es todo un proceso, el cambio no es tan rápido", señala la secretaria de Políticas Sociales, Beatriz Mirkin, que está de acuerdo con que cada vez haya menos niños en los institutos y más chicos con sus familia. "Para lograr este objetivo, fortalecemos la familia, a través de distintos programas para que los chicos puedan crecer ya sea con sus padres, o con algún pariente", afirma.
La Provincia tiene algunas alternativas a la institucionalización: el programa de Consolidación del Vínculo Familiar, a través de subsidios (desde $ 150). En este momento hay 406 familias incorporadas al programa, con más de 1.000 chicos asistidos. En segundo lugar, el programa de Familias Cuidadoras, integrado por 20 familias que cuidan y crían a 35 chicos que fueron abandonados, carecen de guardador legal, son discapacitados severos, fueron abusados sexualmente o sufren enfermedades como sida, entre otras causas. En muchos casos, se trata de familias que quieren adoptar a los niños. El Estado les provee un subsidio de entre $ 250 y $ 400, aproximadamente, según los casos. El tercer programa es el de "Libertad asistida", con 30 chicos con causa legal, que no están en instituto y realizan otras actividades de rehabilitación.
Andrés también vive en el Belgrano y, como Juan, inició su "carrera institucional" en la Sala Cuna, hace 23 años. Pero, a diferencia de su amigo, él quiere disfrutar de su "libertad". Dice que estudiar en el Colegio Nacional le permitió "darse cuenta" de eso al ver cómo vivían sus compañeros en sus casas. Ahora quiere estudiar Abogacía, para defender los derechos de los niños. A Juan, en cambio, la idea de salir del instituto no lo seduce. "Aquí no te hacen faltar nada", justifica. "¿No te gustaría casarte?""¡No, nunca!, Las mujeres traen problemas", bromea, con una sonrisa pícara. Después admite que nunca tuvo novia.
En los hogares, la disciplina es lo que más se valora en los niños
"No hay chico más obediente y respetuoso que el de los institutos. Siempre les digo a las familias que se los llevan para las fiestas: ?no lo malcríen. Miren que se los entrego educado y con horarios para comer, dormir y bañarse. Después vuelven caprichosos y llorones", afirma una empleada con 25 años de servicio en un instituto para chicos de 6 a 12 años.
La psicóloga Silvina Cohen Imach, especialista en infancia y adolescencia en situación de riesgo, sostiene que las instituciones de menores surgen como un intento de disciplinamiento y control. "La subjetividad allí queda hipotecada, con las marcas impresas por su discurso y su afán de domesticamiento", advierte.
"Tanto las instituciones titulares, derivadas de la legislación del Patronato de Menores, como las instituciones alternativas, derivadas de la doctrina de la protección integral, plantean en su interior una particular manera de construcción de la infancia: pedagogizada y con una identidad moral estereotípica. En ese marco, la resistencia, la oposición y el no sometimiento son entendidos como patología o desvío moral", explica.
La contención emocional en los institutos prácticamente no existe. "El hogar, que debiera funcionar como puente entre lo colectivo y lo singular, muchas veces produce el efecto contrario: un quiebre entre el niño y su entorno. En vez de prevenir o reparar el abandono, el maltrato o lo que fuera, lo reproduce a través de sus discursos y del sentimiento de perjuicio social. Surge en ese contexto, la frase ?es mejor una mala familia que el mejor instituto?, cuando lo ideal es que el instituto sea capaz de producir subjetividades, en tanto tiende un puente entre lo social y lo singular", indica.
Según la trabajadora social Gloria Sánchez, la característica más común del chico institucionalizado es la falta de decisión y creatividad. "De allí que es tan importante trabajar con la estimulación a través de la lectura, el teatro y las artes plásticas", comentó.
Alternativas
ESOS BAJITOS. Brillosos no serán olvidados por Sandra Acosta. Había cumplido 19 años de servicio en el hogar San Benito, para chicos discapacitados, cuando un día se topó con alguien muy especial. "¿Hay alguna novedad?", preguntó, al tomar su guardia de la mañana. "Hay un chico nuevo", le contestaron. "Yo seguí haciendo mis cosas hasta que me di con esos ojitos brillosos, que me miraban. Raulito tenía 9 años y una leve discapacidad mental. Venía del hogar Eva Perón. Apenas me vio, vino a mí y se sentó en mis rodillas. Después, todo fue rapidísimo. Empecé llevándolo a mi casa los fines de semana, donde mis hijos de 22, 17, 7 y 6 años -todos varones- lo hacían jugar, y desde ahora ya lleva el apellido de mi marido", cuenta, feliz, esta vecina de Bella Vista, integrada al programa Familias Cuidadoras y de Políticas Sociales.
REENCUENTRO CON SUS NIETAS. "Cuando me enteré de que mis nietas estaban en el hogar Santa Rita, me entró una desesperación inmensa. Mi hija, la madre de las chiquitas, las había dejado ahí y se había ido. Para colmo, yo ni siquiera tenía dinero para retirarlas. Así que iba a visitarlas hasta que, por suerte, me ofrecieron formar parte del programa Consolidación del Vínculo Familiar. Son $ 150, pero ayuda", contó Amalia.
SIEMPRE QUISIERON ADOPTAR. Una amiga les avisó que en la Sala Cuna había trillizos, de tres años."Pero no nos habían dicho que tenían discapacidad. Nosotros firmamos los papeles sin conocerlos y nos encomendamos a Dios. Hoy estamos en lista de adopción, con guardia judicial, pero nos falta dinero para realizar el juicio de adopción. Nos dicen que un juicio costaría alrededor de $ 1.500 y que como son tres, habría que pagar $4.500", dice con tristeza el padre, incluido en el programa de Familias Cuidadoras por el que cobran un subsidio de $ 300 por los tres, pero no me alcanza para pagar la rehabilitación ni los medicamentos de los chicos.
Hace falta una ley provincial
Tucumán no cuenta con una ley integral para la infancia, pero hay quienes afirman que no sería tan necesaria. "Todos los principios de proteccción del niño están en la Convención sobre los Derechos del Niño (el doctor Sajón, mentor del Derecho de Menores, dice que se trata de una verdadera carta magna de los Derechos del Niños). A tal punto es así que tienen jerarquía constitucional, e inclusive, están en algunos artículos de la Carta Magna provincial. Sólo hay que ponerlos en ejecución porque la constitución es de operatividad inmediata", sostiene la defensora de menores Inés Avellaneda.
No obstante, el 28 de diciembre de 2005 la Legislatura provincial aprobó por unanimidad un proyecto de ley de protección integral presentado por Jorge Mendía. Pero el 16 de enero fue vetada por el PE. "Las razones fueron que era muy similar a la ley nacional y que no estaba previsto el presupuesto para llevarla a cabo. Luego de analizar la situación política, se decidió no insistir en el tratamiento de la ley, y presentar un nuevo proyecto consensuado con el Ejecutivo", dijeron sus asesores.
Los cambios son: la creación de la Subsecretaría de Infancia, Familia y Tercera Edad, en reemplazo de la actual dirección, para que tenga voz y voto en el Consejo Federal de Infancia y Adolescencia de la Nación, y que el Consejo tenga función de asesoramiento y opinión, mas no carácter resolutivo ni ejecutivo.