Maccarone había pedido "atacar los males" en la nueva Constitución

Maccarone había pedido "atacar los males" en la nueva Constitución

El mensaje en su última homilía fue dirigida a los convencionales constituyentes santiagueños.

21 Agosto 2005
SANTIAGO DEL ESTERO.- En lo que fue su última homilia, el renunciante obispo de Santiago del Estero Juan Carlos Maccarone, había pedido a los convencionales elegidos para la reforma de la Constitución provincial "atacar los males que perturbaron la vida social y política" local.
"Los convencionales tienen la oportunidad histórica de atacar los males que perturbaron la vida social y política de Santiago", dijo Maccarone durante la homilía en honor a Santiago Apóstol, patrono de la ciudad que el 25 de julio pasado cumplió 452 años de su fundación.
El prelado consideró que "la sabiduría, la creatividad, la generosidad y hasta la audacia en las reformas que sancionen, oyendo las voces de todos los ciudadanos de buena voluntad, acreditarán su tarea como la de una etapa refundadora de Santiago".
"La reforma de la Constitución nos tiene que permitir soñar y apostar a tiempos mejores, donde la libertad y la corresponsabilidad se conjuguen en un proyecto común", añadió.
En esa misma línea, Maccarone dijo que los partidos políticos "deberán preguntarse sobre la docencia que deberían haber hecho a la ciudadanía para renovar el entusiasmo que la misma tuvo para solicitar su reforma".Asimismo, pidió a los santiagueños por los hermanos "que tienen la vida y la fe amenazadas por la tentación de ritos esotéricos, de origen afroamericano, como la macumba y las pseudos filosofías o religiones como la Nueva Era, que quieren responder a la búsqueda, de la supresión de la angustia y del dolor".
"Corrientes sincréticas, con mezcla de verdad y mentira, con utilización de elementos cristianos, que confunden a muchos cristianos y utilizados al solo efecto de su captación", agregó.
En otro pasaje de su homilia, seguida por cientos de fieles, Maccarone indicó que "las ideologías han mostrado su fracaso al querer construir un mundo feliz y justo" y que la liberación de opresiones injustas "no alcanzó para recrear la esperanza que no falle y se mostró utopía ineficaz".
"Por otro lado, un mundo y una sociedad meramente justas serían, en el fondo, una gran frustración; es necesaria la realidad creadora del amor desinteresado y fiel, que sólo está en el amor de Dios", concluyó. (Télam)

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