Sensual. Adictivo. Inolvidable. Irresistible. Fogoso. Desbocado. Suave. Tímido. Baboso. No hay rincón del planeta en donde no exista. El beso es una de las manifestaciones más poderosas en la vida del hombre. Sino, que lo niegue aquel que después de un simple encuentro de labios no haya experimentado sensaciones profundas.
“El momento del beso es apabullante. Se desencadena una revolución que moviliza 29 músculos, acelera el ritmo cardíaco de 70 a 120 latidos, activa el impulso sexual y aumenta la presión arterial y la sudoración”, enumera la sexóloga Amelia del Sueldo Padilla.
Expresión de saludo formal para algunas culturas. O manifestación de amor declarado para toda la humanidad. Lo cierto es que el contacto de bocas transmite deseo y afecto. La psicoterapeuta Cecilia Adad explica que los besos son una demostración de amor. “Cuando alguien te besa te hace sentir vivo, es como un milagro”, reflexiona.
Pero la especialista aclara que las tranzas y los touch and go de este incipiente milenio le están quitando valor a esta noble caricia. “Se está perdiendo el significado del beso, ahora queda simplemente el tinte sexual, cuando en realidad, el beso en la boca tiene un sentido espiritual, es la unión entre el hombre y la mujer”...
También la Zoología aporta algunos postulados a esta cuestión. La médica veterinaria Rosandra Molina explica que este hábito también está presente en los animales. “Se besan y mordisquean. El lamido de los perros, por ejemplo, es un modo de demostrar cariño. Los animales también se expresan mediante comportamientos emocionales”, apunta la doctora.
Lo cierto es que el placer de sentir labios ajenos sobre los propios es sublime. Mejor, cierre los ojos y evoque (otra vez) un perpetuo beso.