Qué dicen los expertos en psicología sobre las personas que usan perfume todos los días

La ciencia estudió detalladamente el perfil de las personas que usan perfume como una segunda piel. Los efectos psicológicos y neurológicos de los aromas.

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Por LA GACETA Hace 2 Hs

El acto de perfumarse diariamente trasciende la simple higiene o la coquetería estética. Desde la perspectiva de la psicología y la neurobiología, el uso cotidiano de fragancias es un comportamiento complejo que revela profundas necesidades de autoexpresión, regulación emocional y comunicación no verbal. Julia María Magdalena Rodríguez Sosa, en su análisis sobre la estructura y el impacto de las fragancias, sugiere que el perfume tiene la capacidad de "modificar comportamientos o la manera de ser", actuando como un catalizador que conecta el mundo interno del individuo con su entorno social.

Existen determinados perfiles, motivaciones inconscientes y efectos cognitivos detrás de las personas que convierten a diario el perfume en una segunda piel.

La conexión neurobiológica: más allá del olor

Para comprender por qué una persona decide usar perfume todos los días, primero debemos entender la potencia biológica de este estímulo. Según Rodríguez Sosa, el olfato es un sentido químico excepcionalmente poderoso, considerado 10.000 veces más sensible que cualquier otro sentido. A diferencia de la vista o el oído, las impresiones olfativas no pasan por filtros conscientes inmediatos; las partículas volátiles entran en la cavidad nasal, son procesadas por el bulbo olfatorio y conectan directamente con el sistema límbico y las células olfativas del cerebro.

Esta conexión directa explica por qué el uso diario de perfume no es un acto pasivo. Al inhalar su propia fragancia, el usuario está enviando señales inmediatas a su cerebro que pueden alterar su estado de ánimo. El artículo publicado en la Universidad Autónoma del Estado de Idalgo destaca que las fragancias están diseñadas no solo para neutralizar malos olores, sino para "impactar positivamente en los seres humanos" e influir en la personalidad. Por tanto, la persona que se perfuma a diario está, en esencia, automedicándose emocionalmente, buscando evocar sensaciones de bienestar, energía o calma a través de la química del aroma.

El perfume como modificador de la conducta y el pensamiento

Uno de los hallazgos más fascinantes en el trabajo de Rodríguez Sosa es la afirmación de que el aroma "crea estados de ánimo, moldea pensamientos y puede modificar comportamientos". Esto sugiere que las personas que usan perfume diariamente lo utilizan como una herramienta de anclaje psicológico.

Desde el punto de vista estético y psicológico, el perfume es conceptualizado como una "obra de arte" destinada a provocar una reacción agradable. Quien lo usa cotidianamente suele buscar:

Refuerzo de la identidad: La fragancia se convierte en una extensión del "yo". Al igual que la vestimenta, el perfume es una declaración de quiénes somos o quiénes aspiramos a ser.

Gestión emocional: Dado que el aroma puede resultar "la ligadura más intensa con el pasado", una persona puede usar un perfume específico diariamente para mantenerse conectada a recuerdos felices o para inducir un estado mental de seguridad y confort.

Personalidad y elección: dime qué usas y te diré quién eres

La psicología de la personalidad ha encontrado correlaciones interesantes entre los rasgos de carácter y las preferencias olfativas. Si bien Rodríguez Sosa enfatiza la estructura química y la volatilidad de las notas (bajas, medias y altas) como determinantes de la calidad del perfume, otros estudios complementan esta visión asociando estas notas con tipos de personalidad, como el modelo de los "Cinco Grandes" (Big Five).

Extraversión y búsqueda de estímulos: Las personas extrovertidas, que suelen ser dinámicas, optimistas y buscan la interacción social, tienden a preferir notas frescas, cítricas y florales. Para este perfil, el uso diario del perfume es una herramienta para potenciar su vitalidad y proyectar energía en su entorno social.

Introversión y necesidad de armonía: Por el contrario, aquellos con tendencias introvertidas, que valoran la tranquilidad interior y la individualidad, a menudo se inclinan por fragancias orientales o amaderadas. El uso diario en este caso no busca llamar la atención, sino crear una burbuja de confort personal.

Neuroticismo y regulación emocional: Las personas que puntúan alto en neuroticismo (inestabilidad emocional) pueden usar el perfume como un mecanismo de regulación. Se ha observado que prefieren fragancias "mixtas" o florales-atalcadas. La complejidad de estas mezclas les ayuda a evitar la sobrecarga sensorial de notas demasiado intensas, proporcionando un efecto calmante.

Conciencia y Perfeccionismo: Individuos con altos niveles de responsabilidad y autodisciplina a menudo eligen fragancias complejas y equilibradas, rechazando lo simplista. Para ellos, el ritual diario del perfume es parte de su estructura y meticulosidad.

El "escudo emocional" y la autoestima

Psicológicamente, el uso diario de perfume funciona como un "escudo emocional". Para muchas personas, salir de casa sin perfume es sentirse desnudos o incompletos. Este ritual de autocuidado refuerza la autoestima; el acto de perfumarse es una señal que el individuo se envía a sí mismo indicando que merece cuidado y atención.

Además, Rodríguez Sosa señala la importancia de la persistencia y la sustantividad en un perfume de calidad. Una fragancia que perdura (gracias a sus notas de fondo o bajas) acompaña al usuario durante toda la jornada, actuando como un recordatorio constante de su presencia y valía. Cuando una persona percibe su propio aroma agradable, se liberan neurotransmisores como la dopamina, mejorando el humor y la confianza para enfrentar desafíos laborales o sociales.

Neurociencia, la cognición y la proyección social en el uso de perfumes

Desde una perspectiva estrictamente neurobiológica, la razón por la cual el perfume diario se convierte en un anclaje tan poderoso radica en la anatomía única del sistema olfativo. A diferencia de los otros sentidos, que pasan por el tálamo antes de ser procesados, las señales olfativas viajan directamente al sistema límbico, específicamente a la amígdala y al hipocampo.

Esta "autopista" neuronal explica por qué el llamado "Efecto Proust" —la evocación involuntaria y vívida de recuerdos autobiográficos a través de un aroma— es tan intenso y emocionalmente cargado. Al perfumarse cada mañana, la persona no solo está aplicando un cosmético, sino que está activando deliberadamente la corteza orbitofrontal y las áreas de memoria, creando una narrativa sensorial continua que une su presente con momentos de seguridad o felicidad pasados, consolidando así su propia biografía emocional.

Profundizando en los rasgos de personalidad, el modelo de los "Cinco Grandes" (Big Five) ofrece matices adicionales sobre quiénes son estos usuarios habituales. Las investigaciones sugieren que las personas con altos niveles de "Apertura a la Experiencia" suelen buscar fragancias más complejas y novedosas como una forma de satisfacer su curiosidad intelectual y estética. Por otro lado, aquellos que utilizan el perfume como una herramienta de regulación emocional, a menudo puntuando más alto en neuroticismo, pueden inclinarse inconscientemente por aromas que contengan notas florales o mixtas para reducir el estrés y buscar estabilidad. De esta forma, la elección diaria no es aleatoria, sino un reflejo del "yo real" que busca coherencia o compensación psicológica a través de la química del olor.

Más allá de la personalidad, el uso cotidiano de fragancias entra en el terreno de la "neuroperfumería" funcional, donde el aroma se utiliza para optimizar el rendimiento cognitivo. Se ha demostrado que ciertos ingredientes comunes en la perfumería, como el romero o los cítricos, no solo huelen bien, sino que tienen efectos fisiológicos medibles, como el aumento de las ondas beta en el cerebro, asociadas con la alerta y la concentración. Quien elige fragancias con estas notas para su jornada laboral está, quizás sin saberlo, utilizando una herramienta para combatir la fatiga mental y mejorar su memoria prospectiva y de trabajo. Esto convierte al ritual del perfume en una estrategia adaptativa para mantener la productividad y el enfoque en entornos exigentes.

Finalmente, en el ámbito de la interacción social, el perfume actúa como una "huella olfativa" que gestiona la percepción pública antes de que medie la palabra. Este fenómeno, clave en el marketing olfativo, aplica igualmente a la marca personal: el aroma puede modificar la percepción de atractivo, competencia y limpieza. Un perfume bien elegido puede generar una respuesta de atracción inmediata o proyectar autoridad, como ocurre con las notas amaderadas o especiadas que comunican madurez y estabilidad. Así, el usuario diario de perfume no solo está gestionando su mundo interno, sino que está manipulando sutilmente la atmósfera social a su alrededor para favorecer interacciones más positivas y memorables.



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