RECONOCIDAS POR AUTORIDADES DE LA LEGISLATURA. Malena Carabajal y Sofía Rodríguez, estudiantes de la Escuela Técnica N°1 de La Cocha, alcanzaron un promedio 10 en el último año. / Cortesía Malena Carabajal
Mientras muchos todavía discuten si la escuela técnica “es para mujeres”, Malena Carabajal y Sofía Rodríguez ya dieron la respuesta: promedio 10 y el mejor rendimiento de toda la provincia. Tienen 18 años, estudian en Escuela Técnica N° 1 de La Cocha, y transitaron un ciclo completo de talleres, horarios extensos y exigencia constante hasta llegar a un logro que las puso en el centro de la escena educativa tucumana.
La noticia llegó de manera inesperada. Sus respectivas madres habían sido convocadas a una reunión en la escuela y allí les informaron que las hijas eran las mejores alumnas provinciales en su modalidad educativa. “No sabíamos para qué era la reunión. Cuando nos contaron, fue una sorpresa total”, recuerdan. Con el correr de los días llegaron los reconocimientos: un acto en Aguilares, una beca parcial en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta) y, finalmente, un homenaje en la Legislatura de Tucumán.
En la escuela, la Bandera Nacional quedó a cargo de Hernán Lazarte como abanderado, mientras que Sofía Rodríguez fue primera escolta y Malena Carabajal, segunda escolta, según el promedio general de toda la secundaria. Durante el último año, sin embargo, ambas alcanzaron promedio 10, el más alto de la provincia en educación técnica.
EN LA BANDERA. Hernán Lazarte fue el abanderado de la Bandera Nacional, acompañado por Sofía Rodríguez como primera escolta y Malena Carabajal como segunda escolta, según el promedio general de la secundaria. / Cortesía Malena Carabajal
Por qué eligieron la técnica en La Cocha
La elección de una escuela técnica no fue casual. En el caso de Malena, la decisión estuvo atravesada por la historia familiar. “Somos cinco hermanos y todos estudiamos en una técnica. A mis papás les gustaba ese tipo de formación y ya sabían que era una buena base para el futuro”, cuenta. Con el tiempo, descubrió que ese camino también se adaptaba a sus intereses.
Sofía, en cambio, llegó a la técnica por el prestigio de la institución en La Cocha y por referencias cercanas. “Era considerada la mejor escuela del lugar. Además, un primo estudiaba ahí y yo quería lo mismo”, recuerda. Lo que empezó como una elección casi natural terminó siendo una experiencia clave para su formación.
Ambas destacan el rol de los talleres desde los primeros años. La posibilidad de crear, construir y experimentar marcó la diferencia y, más adelante, les permitió elegir la modalidad de Gestión y Administración de las Organizaciones (GAO), donde encontraron un espacio acorde a sus intereses.
Cursar una escuela técnica implica jornadas largas, talleres, séptima hora y poco tiempo libre. Por eso, coinciden en que la clave estuvo en la organización. “No teníamos mañanas o tardes desocupadas. Llegábamos de noche a casa, así que había que planificar bien cuándo estudiar”, cuenta Sofía. Y Malena confiesa: “cuando se juntaron muchas pruebas y proyectos, directamente desinstalé las redes”.
UNA LIBRETA QUE HABLA SOLA. Todos 10 y el mejor promedio provincial en educación técnica. / Cortesía Malena Carabajal
Mujeres en un espacio que cambia
Aunque la educación técnica fue históricamente un espacio masculinizado, en La Cocha, y en la provincia, el escenario empieza a verse distinto. En su curso, cuentan, hay más mujeres que varones, y cada vez más chicas eligen estas escuelas.
“Años atrás era muy distinto. Mi mamá me cuenta que cuando ella iba, casi no había mujeres”, dice Sofía. Hoy, si bien algunas orientaciones como Maestro Mayor de Obras siguen teniendo mayoría masculina, la presencia femenina crece y se consolida.
“Quizás en áreas que requieren fuerza, es menos habitual que haya mujeres. No porque no puedan sino porque tienen que animarse a hacer trabajos pesados y andar con la ropa sucia”, suma Sofía. “Es un cambio gradual, pero real. Leí una nota de LA GACETA que decía que cada vez hay más mujeres en las escuelas técnicas y es cierto”, coincide Malena.
COMPAÑERAS. Un abrazo que resume años de esfuerzo compartido y un logro que llegó juntas. / Cortesía Malena Carabajal
"No estudien sólo para aprobar"
Para Malena, el premio tuvo un significado especial. “Durante muchos años pensé que era ‘una alumna de 7’. En la primaria estaba en el grupo de las que ‘no podían’. Recién en cuarto año me di cuenta de todo lo que podía hacer si me esforzaba más”, cuenta. Sofía vivió un proceso similar: cada año superó sus propias notas, sin imaginar que llegaría a cerrar la secundaria con un boletín de puros 10.
Ambas destacan el rol de los docentes, que no sólo exigieron, sino que también las ayudaron a confiar en sus capacidades. “Aprendimos a estudiar, a expresarnos con palabras técnicas y a defender ideas frente a otras personas. Eso hoy no nos cuesta”, asegura Malena.
El futuro ya empezó a tomar forma. Malena planea estudiar Abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba, mientras que Sofía se inclina por Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de Tucumán, con la idea de seguir formándose más adelante.
Antes de despedirse, dejan un mensaje para quienes recién empiezan la secundaria: no hay que subestimarse. “No estudien sólo para aprobar. Todo el esfuerzo sirve después”, dice Sofía. Malena completa: “no duden de sus capacidades. Todas las personas pueden, incluso cuando al principio parezca difícil”.
A punto de cerrar una etapa y comenzar la vida universitaria, Malena y Sofía se llevan mucho más que un promedio perfecto. Se llevan confianza, herramientas y la certeza de que el esfuerzo sostenido transforma trayectorias. La historia que comparten no sólo celebra el mérito académico: también amplía el horizonte para otras chicas que hoy pisan por primera vez un taller técnico y todavía se preguntan si ese espacio es para ellas. La respuesta, una vez más, es "sí".
