Incendios forestales: comprender el fuego implica entender el territorio y los sistemas que lo habitan

EQUIPO. Brigadistas y expositores, tras el curso sobre manejo del fuego. EQUIPO. Brigadistas y expositores, tras el curso sobre manejo del fuego.
Hace 3 Hs

Lejos de concentrarse únicamente en la emergencia y el combate directo, el seminario “Manejo Integral de Incendios Forestales” -que desarrolló la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) entre el miércoles y el viernes de la semana pasada en Horco Molle- buscó instalar una mirada más amplia sobre el antes, el durante y el después del fuego en los ecosistemas del NOA. Tres de los especialistas que disertaron explicaron los ejes que guiaron sus exposiciones.

La educación ambiental aparece como un pilar transversal. María Dolores Albornoz, referente del área, afirmó que sin un trabajo sostenido en la comunidad es imposible pensar en una gestión integral de los incendios. “La educación ambiental cumple un rol central en la prevención porque forma conciencia, cambia conductas y promueve la participación comunitaria”, señaló. Su intervención se apoyó sobre la experiencia desarrollada en el parque Sierra de San Javier, en escuelas y en organizaciones sociales, donde se trabaja la comprensión del origen de los incendios, los daños sobre la flora y la fauna y la importancia de restaurar las áreas afectadas.

En opinión de Albornoz, la clave estriba en que la educación ambiental no se agota en transmitir conocimientos teóricos. “Busca transformar valores, actitudes y prácticas cotidianas”, remarcó. Ese enfoque, añadió, implica identificar los factores que aumentan el riesgo, reconocer el papel de la biodiversidad y comprender la relevancia de cada acción humana sobre el ecosistema. La especialista explicó que la difusión cumple un rol estratégico en ese sentido: permite que los contenidos lleguen más allá del aula y se integren al trabajo territorial. “Es el vehículo que permite que el rol de la educación ambiental se expanda más allá del aula”, sintetizó.

El seminario también ofreció una lectura técnica sobre cómo se comporta el fuego según la estructura forestal. Patricia Hernández, ingeniera forestal de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, disertó acerca de la arquitectura del monte y de sus implicancias en la propagación del fuego. “La idea era que se comprenda cómo se puede desarrollar un incendio forestal dependiendo de la estructura del bosque”, dijo. Añadió que la altura de los árboles, la presencia de ejemplares altos y bajos y la densidad de la vegetación determinan la velocidad del avance. Allí la biodiversidad juega un papel clave: a mayor variedad de especies, menor probabilidad de que el fuego encuentre condiciones homogéneas para expandirse.

Hernández también abordó las diferencias entre especies nativas del Chaco seco. Explicó que algunas, como el quebracho blanco, cuentan con cortezas más resistentes, capaces de frenar parcialmente el avance del fuego; pero precisó que otras, como el algarrobo, poseen ramas finas y secas que favorecen la ignición y aceleran el desarrollo del incendio. “Ese tipo de factores hacen que desde la ingeniería forestal podamos establecer pautas para comprender cómo se comporta el fuego”, destacó. Y contó que también participaron estudiantes avanzados de ingeniería forestal, quienes aportaron su conocimiento técnico para enriquecer el intercambio. “Uno de los objetivos era visibilizar la importancia de las profesiones”, afirmó.

Consecuencias ecológicas

Una tercera mirada se centró en las consecuencias ecológicas del fuego. Marcos Mollerach, doctor en Biología y subsecretario de Bienestar Universitario de la UNT, describió la necesidad de ampliar el enfoque más allá de la emergencia inmediata. “No se trata solo de cómo manejar el incendio, sino de saber qué pasa antes para que esos incendios ocurran y qué pasa después”, señaló. Remarcó que en el “antes” inciden factores como la acumulación de material orgánico seco, el avance del cambio climático y la reducción del bosque nativo, que deja relictos aislados especialmente vulnerables.

Pero es el “después” lo que, según Mollerach, suele quedar relegado en la discusión pública. Explicó que las alteraciones dependen del tipo de incendio: algunos afectan solo el sotobosque; otros, de mayor intensidad, alcanzan las copas e impactan sobre aves, polinizadores y dispersores de semillas. “Las interacciones planta-animal son vitales para que el ecosistema esté vivo y activo”, remarcó. Ese entramado complejo se rompe durante el incendio y condiciona la regeneración posterior. Por eso, su exposición buscó instalar la idea de restauración ecológica como parte inseparable del manejo integral del fuego.

Las tres perspectivas coinciden en que comprender el fuego implica entender el territorio y los sistemas vivientes que lo habitan. El seminario apuntó justamente a eso: ampliar la mirada y construir conocimiento desde enfoques complementarios.

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