El periodismo en tiempos acelerados

Martín Etchevers Martín Etchevers
Hace 19 Hs

Martín Etchevers

Presidente de Adepa

A todos nos cuesta, en mayor o menor medida, aceptar una crítica, admitir un error, ver confrontada nuestra posición. Nadie dice que procesar las disidencias sea fácil ni agradable. Pero nadie está exento, y menos los medios y los periodistas. También nosotros tenemos que admitir que nos repliquen, nos pidan aclaraciones, nos contraargumenten y nos desafíen. Evitando la agresión y el agravio, pero llevando a fondo el debate sobre hechos y opiniones. Cuanto más rico sea ese intercambio, más legitimidad tendremos a la hora de defender nuestro rol y de ratificar nuestra credibilidad.

No tengan dudas de que cuando baja la pirotecnia verbal, es más fácil volver a enfocarnos en lo esencial. Se pueden debatir reformas estructurales sin caer en extremos irreconciliables. No hablamos de debates tibios. La profundidad de los problemas que arrastra la Argentina probablemente requiera una dosis extra de pasión. Pero necesita también que esa intensidad esté puesta en la rigurosidad de los hechos y los datos, en la argumentación de las ideas, en el estudio profundo de los problemas y sus soluciones. No en la descalificación personal.

Sin dejar de señalar que lo que más suele incomodar en la esfera pública no es el insulto sino la revelación de hechos y decisiones cuestionables, la exposición de verdades incómodas. La historia reciente es clara: muchas de las investigaciones que hoy se ventilan en juicios orales tuvieron su origen en el trabajo del periodismo. Un periodismo que entonces era demonizado y hostigado con todo el peso del aparato estatal. Un periodismo que no juzga ni sentencia. Y que no reemplaza jamás el trabajo de un Poder Judicial reglado por garantías procesales y estándares probatorios.

El periodismo profesional no reclama un lugar exclusivo en la esfera pública. Nunca lo tuvo, ni cuando no existían Internet, las redes o el complejo ecosistema digital de nuestros días.

La conversación social siempre fue plural: estuvo en las universidades, en los sindicatos, en los centros culturales, en los clubes, en las iglesias, en los bares del barrio. Siempre trascendió las paredes de las redacciones de los medios, que si querían sintonizar con la sociedad, debían estar muy atentos a ella.

Universo múltiple de emisores

Es cierto que la vida digital amplificó esa conversación. La aceleró. La volvió simultánea. La volvió global además de local. Y el periodismo convive —y debe convivir virtuosamente— con ese universo múltiple de emisores que hoy construyen la esfera pública.

Creemos que está llamado a aportar en él algo valioso: un método de trabajo, estándares profesionales, un compromiso con la verificación, una vocación por traducir la complejidad, una responsabilidad por representar a las audiencias y no solo por atraerlas. Y las empresas periodísticas son las encargadas de darle a ese oficio organicidad, permanencia, responsabilidad editorial y jurídica, de dotarlo de recursos y de estructura para respaldarlo y distribuirlo, de darle volumen y sentido editorial, con la legítima cosmovisión de cada una.

Por eso, la vigencia y sostenibilidad del periodismo profesional no son un problema corporativo; son un problema democrático. Sin ellas, lo que se deteriora es la calidad de la deliberación pública.

Vivimos un tiempo de cambios profundos. En la geopolítica, en la tecnología, en los liderazgos. La quintaesencia de esos fenómenos es la Inteligencia Artificial, que desafía incluso la noción de conocimiento. Cambios que tensionan nuestras certezas y presentan riesgos, pero que también nos interpelan y pueden ayudarnos a mejorar nuestro trabajo, desde el acceso a la información hasta el procesamiento de datos.

En este tiempo de incertidumbre líquida, la función del periodismo puede ser más necesaria que nunca. Obviamente tenemos el desafío de estudiar más, de especializarnos más, de sumergirnos más en las nuevas realidades políticas, sociales, etarias, culturales y tecnológicas. Y al mismo tiempo tenemos el desafío de ayudar a interpretar estos fenómenos tan complejos, cambiantes y en algunos casos hasta efímeros. De darles un sentido y una orientación. Y así como la prensa occidental ha sido el watchdog del espacio público analógico, también debe saber auditar los nuevos espacios públicos digitales y sus grandes protagonistas globales.

*Fragmento del discurso del presidente de Adepa, pronunciado durante la cena anual de la institución, este jueves, en el hotel Sheraton Retiro de Buenos Aires.

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