Recuerdos fotográficos: las andanzas del aviador Ernesto Nougués
En este espacio de “Recuerdos” LA GACETA busca revivir el pasado a través de imágenes que se encuentran guardadas en ese tesoro que es el Archivo de LA GACETA. Esperamos que a ustedes, lectores, los haga reencontrarse con el pasado y que puedan retroalimentar con sus propios recuerdos esta nueva sección.
Hace días (24/11) recordamos cuando el ministro nacional Agustín P. Justo, apasionado de la aviación, se cayó en 1927 del precario avión en que volaba por La Rioja, a causa del sacudón de la máquina por un pozo de aire. Justo, que después sería presidente, se salvó porque llevaba paracaídas. Un año antes, otro futuro presidente, Juan Domingo Perón, había visitado Tucumán en un avión de ese tipo y fue recibido por los pilotos tucumanos, como muestra la imagen que se publicó en “Tucumán, la historia en fotos”. Junto a Perón (tercero desde la izquierda) se encuentra el audaz aviador tucumano Ernesto Nougués.
En ”El intrépido piloto Ernesto Nougués”, Carlos Páez de la Torre (h) cuenta que fue uno de los primeros aviadores tucumanos y acaso el más arriesgado. A los 23 años se compró en Buenos Aires un avión Curtiss Oriole, de 160 HP, lo trajo a Tucumán, le pintó calaveras y lechuzas en el fuselaje e hizo desde piruetas entre las chimeneas del ingenio San Pablo hasta raids. En 1926, en un vuelo a Santa Cruz de la Sierra se le desfondó el tanque de combustible y destrozó el Curtiss en el aterrizaje. En 1934, piloteando un aparato Ryan, llevó a Salta al ministro del Interior Leopoldo Melo, al presidente del Banco Hipotecacio, Enrique Pérez, y a otras dos personas. Cuando volaban hacia Rosario de la Frontera, sobre el Valle de Lerma, de repente empezó a fallar el motor y a echar humo. “Tengan confianza en mí y encomiéndense a Dios”, les dijo, enfilando el avión hacia el zanjón del río Seco. “Nos aferramos a nuestros asientos y aplasté el avión desde unos 50 metros de altura”, contó. Sólo el doctor Pérez resultó herido, con la pierna fracturada.
Sus accidentes se hicieron legendarios. Siempre salía ileso, con excepción de uno en San Fernando, en que resultó con serias lesiones.
LA GACETA lo llamó “uno de los líderes de la aviación tucumana, y uno de los aviadores más queridos del país”. En la segunda foto se lo ve sentado, al centro, con un habano en la boca. A su lado, el ingeniero José Peña; de pie, el doctor Eduardo Frías Silva; y al fondo, el ingeniero Luis Silvetti Peña.
Nougués falleció en 1938, a los 35 años, tras una rápida enfermedad. Mientras el féretro ingresaba al Cementerio del Oeste, César Chueca, uno de sus amigos, hacía evoluciones en el cielo con un aparato Taylor, en su homenaje.
El texto completo de Páez de la Torre se puede leer en https://carlospaezdelatorre.com/el-intrepido-piloto-ernesto-nougues/








