El riesgo de tapar el suelo con cemento

Ayer se celebró el Día Mundial del Suelo. Por la acción del hombre y por el cambio climático, un tercio de este recurso estaría degradado. Prácticas sostenibles mejoran la salud, reducen la erosión y la contaminación. El productor debe saber qué pasa con sus suelos, mediante análisis periódicos. Pero todos somos responsables de conservarlos: este, el político más encumbrado y el ciudadano común.

El riesgo de tapar el suelo con cemento
Gustavo Frías Silva
Por Gustavo Frías Silva Hace 10 Hs

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La semana pasada, en esta sección de LA GACETA Rural subrayábamos la importancia de darle al suelo agrícola lo que le extraemos, mediante una fertilización acorde a sus necesidades. Y decíamos que muchas veces esa fertilización depende de cuestiones geopolíticas y, por supuesto, económicas, para que se pueda disponer lo mejor de los fertilizantes, dependiendo de los recursos con los cuales cuenta el productor.

La importancia del tema pasa por dar al suelo, un recurso netamente finito, lo que necesita para que se pueda seguir produciendo.

Debido a ello, resulta vital cuidar el suelo, para poder seguir alimentando al mundo.

El suelo es la base de la producción agropecuaria y el soporte de nuestras vidas ya que desempeña funciones vitales, como la purificación del agua, el almacenamiento de carbono, la regulación térmica y la conservación de la biodiversidad.

El suelo es mucho más que simple tierra, ya que en sus primeros centímetros se produce el 95% de nuestros alimentos. Allí se forman, se almacenan, se transforman y se reciclan los nutrientes que sostienen nuestros ecosistemas y los sistemas productivos que se desarrollan en todo el planeta.

La supervivencia de nuestro planeta depende de nuestro precioso vínculo con el suelo, ya que como se dijo, casi todos los alimentos -sean vegetales y de animales terrestres- provienen de lo que nos da el suelo. Resulta importante recalcar que, además, 15 de los 18 elementos básicos químicos esenciales para las plantas proceden del suelo.

Cuidar este recurso y conservarlo es vital; algo que no viene sucediendo a lo largo del tiempo: a raíz de una explotación descuidada con la acción antrópica y con el actual cambio climático los suelos se degradaron.

Actualmente se calcula que por esas acciones el 33% de nuestros suelos están degradados. La erosión y una inadecuada gestión y uso del suelo alteran el equilibrio natural de la tierra, desaprovechando recursos hídricos y reduciendo el nivel de vitaminas y nutrientes de los alimentos que producimos.

Las prácticas sostenibles actuales que se vienen desarrollando desde hace un tiempo atrás, en lo referente a la gestión del suelo mejoran su salud, reducen la erosión y la contaminación y mejoran la infiltración y el almacenamiento del agua. Estas prácticas también preservan la biodiversidad, mejoran la fertilidad y contribuyen a la retención de carbono, desempeñando un papel crucial en la lucha contra el cambio climático.

Pero cuando pensamos en el suelo, casi siempre lo asociamos con el campo y la naturaleza.

Un informe de la Organización de la Naciones Unidas indica que el suelo es vital y que hay que cuidar eso que a la naturaleza le llevó miles de años para formar.

El documento advierte que pueden llegar a necesitarse hasta 1.000 años para producir sólo 2 cm o 3 cm de suelo; y que con prácticas sustentables y tomando el objetivo de cuidarlo como corresponde se podría producir hasta el 58% más de alimentos mediante la gestión sostenible del suelo.

Todo esto es importante ya que como viene creciendo la población es necesario que la producción agrícola aumente el 60% para satisfacer la demanda mundial de alimentos en 2050.

La salud del suelo

Muchos especialistas en estudiar el recurso suelo indican que la salud del suelo se relaciona con la materia orgánica, que es el corazón de este sistema. No solo mejora la estructura y la capacidad de retención de agua, sino que actúa como un reservorio natural de nutrientes, los cuales se almacenan y liberan gradualmente según las necesidades de los cultivos. Este proceso asegura la fertilidad y la resiliencia del suelo frente al cambio climático, siendo clave para sostener la productividad a largo plazo. Los contenidos de materia orgánica deben ser monitoreados con regularidad, ya que ciertos manejos como el déficit crónico de nutrientes pueden conducir al deterioro de este componente clave.

Debido a ello, los productores deben tener la certeza de qué es lo que sucede con sus suelos, haciendo el seguimiento necesario con análisis periódicos que muestren el comportamiento nutricional de sus recursos; y deben actuar en consecuencia, además de hacer lo que la ciencia indica, como manejar sus tierras para conservarlas adecuadamente.

Sin duda que la responsabilidad de los que producen alimentos es grande y debe ser tenida en cuenta, pero la población crece y cada vez son mas necesarias tierras que son cubiertas con construcciones. Hace unos días, LA GACETA mostró cómo fincas del piedemonte tucumano eran reemplazadas por urbanizaciones.

En 2014, la ONU instauró que cada 5 de diciembre se conmemore el Día Mundial del Suelo. La efeméride insta a tener en claro que todos somos responsables de conservarlos, desde el productor, al político mas encumbrado, como el ciudadano común.

A raíz de ello, ayer este organismo internacional puso el foco en los paisajes urbanos con el lema “Suelos sanos para ciudades saludables”. Bajo el asfalto, los edificios y las calles, existe un suelo que, si es permeable y está cubierto de vegetación, ayuda a absorber el agua de lluvia, a regular la temperatura, a almacenar carbono y a mejorar la calidad del aire. Pero cuando se sella con cemento pierde estas funciones, haciendo que las ciudades sean más vulnerables a inundaciones, a calor extremo y a contaminación.

Por ello, la ONU pidió a todos, desde responsables políticos hasta la ciudadanía común, que repiensen los espacios urbanos desde el suelo, para construir ciudades más verdes, resilientes y saludables.

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