De la bipolaridad de la guerra fría a la multipolaridad de la tibia

De la bipolaridad de la guerra fría a la multipolaridad de la tibia
01 Diciembre 2025

Carlos Duguech

Analista internacional

Desde que los humos y la sangre de la IIGM fueron sólo la ceniza de una aventura de las naciones recorriendo los canales del odio, de las venganzas, del terror, de la denigración hasta la desaparición del otro, de los otros, una “potencia mundial” se construía en las sombras. Y en la capacidad cierta de concretar una amenaza, cuando hiciera falta, con un recurso que la ciencia se empeñó en descubrir y poner al servicio del demandante: el arma atómica. Paralelamente, gracias a previsiones inteligentes y ligadas a las alternativas probables de tomar cuerpo en la realidad se crea en Suecia (1966) el SIpri (Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo). Desde entonces sus aportes de investigación volcados en sus anuarios dan cuenta precisa de la realidad de los arsenales nucleares en el planeta.

Sipri: Anuario 2024/2025

En la introducción del Anuario que se publicó en junio último leemos: “Está emergiendo una nueva y peligrosa carrera armamentista nuclear en un momento en que los regímenes de control de armas están gravemente debilitados.” Más adelante se da cuenta del crecimiento de los arsenales nucleares además de su modernización, en algunos casos. Estas dos palabras dan cuenta de la desarticulación y distancia entre dos sectores del planisferio de identidad política que bien se identifican en el derecho internacional aplicado: países nucleares y países no nucleares, en cuanto a posesión de esas singularísimas armas de destrucción masiva. Da cuenta el informe especializado que los nueve países con armamentos nucleares durante 2024 desarrollaron “intensos programas de modernización nuclear”.

Llama la atención un párrafo del informe que se publica con el Anuario 2024/2025: “La elección de Donald Trump ha generado una incertidumbre adicional —en Europa, pero también en otras regiones— respecto al rumbo futuro de la política exterior de Estados Unidos y su fiabilidad como aliado, donante o socio económico”. Claro que después de este sector del informe -contemporáneo con los resultados electorales que consagraron a Donald Trump- el Sipri evidencia, desde su muy cercano y efectivo conocimiento de la realidad, por su organización investigadora y seguidora de todo lo relacionado con el armamentismo en el mundo, un estado de legítima alarma.

Razonable preocupación

Transcurrieron 30 años desde las últimas pruebas nucleares de los EE.UU. por la vigencia del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE). Era razonable, entonces, la preocupación de los del Sipri cuando se anunciaba el segundo turno de Trump. Muy suelto de cuerpo un anuncio del presidente daba las razones de su determinación de transgredir el tratado, como tantos otros: “Para constatar el estado y efectividad de nuestras bombas y el sistema de lanzamiento”.

Claro es que esa decisión no se queda en la soledad. Genera réplicas y probablemente en los otros ocho poseedores de armas nucleares despertará iguales intenciones… y “el mundo sigue andando”, tal y como cantaba Gardel la letra de Alfredo Le Pera. Andando poéticamente, pero, en rigor, con una guerra nuclear el mundo ralentizará su andar y…no sabemos más.

80 años después

Debe ser uno de los únicos avances en tecnología militar que se conoce en todo el mundo y que nunca se utilizó desde 1945. Las dos bombas sobre Japón. ¡Una tecnología espectacular como es que 64 kg. de un “explosivo” (uranio) casi una bolsa de papas y 6 kg. de un explosivo (plutonio) casi como tres paquetes de yerba de dos kg. haya generado el horror de Hiroshima y de Nagasaki, respectivamente!

Pregunta del millón

Imaginemos esa “Guerra nuclear”, la que tanto se teme y de la que mucho se habla como una premonición. Como “El infierno tan temido” del poeta o la poeta (indefinición, todavía) de ese “Soneto a Cristo crucificado”. Una cifra que magnifica la naturaleza autodestructiva de algunos miembros de la raza humana. 12.241 bombas nucleares. Sí, más de 12 mil. Si Rusia lanzara una sobre Washington con regular puntería y desde el Pentágono se dispusiera lanzar una repuesta, empezaría un intercambio en el que solamente se utilizarían unas muy pocas bombas nucleares. El caos universal desatado implicaría una anarquía internacional de magnitudes apocalípticas. Sólo imaginar que Francia, Reino Unido, China, cada uno por su parte y por sus intereses sumara algunos de sus misiles con ojivas nucleares ya no sería necesario apelar a los más de doce mil artefactos acumulados en los arsenales. Con los primeros 10 bastaría. ¿Alguien osaría describir el panorama mundial y de las ciudades involucradas con solo una docena de bombas? El caos total alcanzará su objetivación espantosa.

Un tratado que entibia

Lo que viene siendo llamado con un eufemismo de letras amables como “guerra fría”, sin retardos pasa a una categoría más cercana al infierno nuclear: guerra tibia. Porque al amparo de un Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN) lo frío viene entibiándose como si fuera un derecho absoluto de los países nucleares. Países que, pese a lo previsto en el tratado, no sólo no dan señales de desmontar esos arsenales sino que los incrementan y modernizan.

Pero, en paralelo, las potencias que desarrollan sus economías (China, India, Corea del Sur y otras contribuyen a la multipolaridad y no tanto porque algunas sean dueñas de arsenales nucleares.

Multipolaridad

Lidera ese sector China -ya no es exportador de ideologías al modo Mao- sino conquistador universal de mercados. Le siguen EE.UU., Japón, Alemania, Francia y Corea del Sur. Los factores que determinaban la porción clásica del 50% para cada uno en la “bipolaridad” (EE.UU-URSS) en el liderazgo mundial político-económico se desdibujaron y dan paso a la potencia exportadora y a las alianzas estratégicas que mejoran ese espacio. ¿Y las potencialidades nucleares? No son excluyentes pero suman, y mucho, a la capacidad penetradora en nuevos mercados, con la certeza de mostrarse seguros en aquello de la capacidad de disuasión nuclear. Casi, casi un producto de “mercado”. De tal manera que ya no imperan las diferencias ideológicas o de sistemas de gobierno y de relaciones internacionales sino las de las transacciones económicas. Que al cabo inciden, al parecer más, que las determinaciones de políticas militares de control o dominio. Llegará un tiempo en el que la modernización y el incremento del potencial nuclear bélico al que se vean impelidas las naciones por la carrera armamentista harán mella en su propio potencial económico, Hoy mismo ese potencial y no el del armamentístico define las primacías del poder mundial. Se abren con el mercado universal los portales de ingreso a la cuota correspondiente en el nuevo sistema de la multipolaridad. Aunque la guerra gane temperatura y se entibie, peligrosamente.

“Partición de Palestina”

El sábado último se cumplieron 78 años de aquel 29 de noviembre de 1947 cuando la Asamblea General de Naciones Unidas votaba a favor de lo aconsejado en el informe de mayoría de la Unscop (Comisión de 11 miembros designada por ONU para proponer una solución al “problema palestino”). Era una clara referencia a la Palestina del “mandato” (de Gran Bretaña), que asumió el control de esa zona del ex imperio otomano sucumbido tras la primera guerra mundial (1914-1918).

La “Partición de Palestina” -conforme indicaba la Resolución 181(II)- fue una hechura de una muy joven ONU –su segundo año- que la lleva a cometer una falta grave: omisión de los deberes prescriptos en la Carta de la ONU. En el Capítulo I, Art. 1 sobre “los Propósitos de las Naciones Unidas”, puede leerse en su punto 2: “Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal”. No se hizo un plebiscito, por ejemplo, en la población de “Palestina”. Elemental e irreemplazable herramienta social para resolver con justicia, sin violencias.

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