SE SIENTE CAPACITADO. Colace hizo un gran trabajo en la Reserva y ahora quiere replicarlo en el plantel de Primera. LA GACETA / Analía Jaramillo
En la mañana siguiente al caos, cuando el eco de las discusiones y los portazos todavía retumbaban en los pasillos del “José Salmoiraghi”, Hugo Colace apareció con el tono sereno del que entiende que los grandes desafíos no se anuncian sino que simplemente se asumen.
“Me tocó ahora y voy a tratar de hacerlo de la mejor manera”, lanzó, con la calma de quien no confunde oportunidad con improvisación. Su debut al frente del plantel de Primera llega en un momento en que Atlético necesita algo más que un entrenador.
La dirigencia, con Mario Leito a la cabeza, no dudó demasiado. Colace conocía al plantel, había trabajado con algunos de los futbolistas en Reserva y, sobre todo, representaba la idea de reconstruir desde adentro. Y en un club que venía de días densos, el ex volante que supo brillar en las juveniles de la Selección llega con la promesa de orden, intensidad y pertenencia.
“Quiero un equipo intenso. Sé que no puedo cambiar todo de un día para el otro, eso es imposible; pero anímicamente los chicos ya se sienten mejor”, explicó sobre el mensaje que les dio a esos mismos jugadores que hace apenas unos días parecían extraviados en su propia incertidumbre.
Colace, que ya había dejado una huella en la Reserva con un fútbol agresivo y de posesión, sabe que en Primera el margen de error es mínimo. “Mi meta es independiente. Tenemos que ir allá y jugar el partido que necesitamos”, lanzó. Su discurso es de urgencia, pero sin desesperación. En su mirada parece haber algo de esos técnicos que no necesitan gritar para hacerse oír.
El nuevo entrenador se formó mirando y absorbiendo. Fue dirigido por Gareca, Simeone y Tocali y, según sus palabras, de todos tomó algo. “Tuve muchos entrenadores; y ya se vio en Reserva cuál es el ADN que quiero”, resumió. Ese ADN, según su propia definición, se basa en tres pilares: disciplina, intensidad y sentido de pertenencia.
“Hay que dar vuelta la página”, repitió una y otra vez, como un mantra que intenta instalar en el vestuario. Porque más allá de la táctica, el gran reto es emocional.
Colace encontró un grupo golpeado, pero no rendido. “Los chicos están con ganas de seguir. Les marqué que, a pesar de todo lo que pasó, los objetivos siguen muy presentes”. Esa frase resume el desafío; transformar el golpe en combustible.
De a poco, va moldeando su idea. Su esquema preferido es el 4-3-3, pero asegura que no se casa con los números. “Voy a adaptar lo que quiero a lo que les funcione a los jugadores, porque ellos son los protagonistas”, advirtió.
El primer examen será en Avellaneda, contra Independiente, un rival que también juega con sus propias urgencias. “Tenemos que jugar este partido como la primera de las tres finales que tenemos”, dijo. Lo hizo sin dramatismo, aunque sabe que en el fútbol argentino, y más aún en Atlético, las oportunidades se consumen rápido.
Cuando le preguntan por los referentes, Colace no duda: “Es un grupo bárbaro, un grupo sano. En el fútbol pasan cosas que hay que superar, y estamos para eso”. En su boca, la palabra “grupo” aparece más que cualquier nombre propio. No parece haber lugar para gestos individuales porque el equipo está primero.
El ex capitán de las selecciones juveniles, al que Hugo Tocalli definió como “un hijo futbolístico”, reconoce que su maestro lo marcó para siempre. “Me terminó de formar. Crecí mucho con él. Siempre estaré agradecido”, explicó. En cierto modo, su desembarco en Primera también es un homenaje a esa escuela de técnicos que creen en el trabajo silencioso, en la formación, en la palabra justa.
No es casual que haya decidido rodearse de un cuerpo técnico internacional, con experiencia en México e Italia. “Traje un staff muy capacitado. El preparador físico viene de trabajar en Toluca, Puebla y Juárez. El “Tano” Pellegrino vino desde Italia. Imagínense si no tenemos ganas de crecer”, lanzó sonriendo.
En su paso por la Reserva, Colace dejó una marca profunda. Llevó al equipo a las mejores campañas históricas del club en esa categoría. Lo hizo con una propuesta de presión alta, juego vertical y protagonismo. Ahora intentará trasladar esa identidad a un escenario más exigente, con menos tiempo y más urgencias. “Lo que hicimos en Reserva hay que potenciarlo. Es más difícil porque ahora es corto plazo, pero la idea es que los jugadores estén a la altura”, dijo sin tapujos.
El desafío es doble: Atlético está octavo, en zona de Reducido, pero a cinco puntos del descenso. Una cuerda floja que exige equilibrio y temple. Y Colace lo sabe. “Si sumás puntos te alejás del descenso y al mismo tiempo peleás la clasificación. Un objetivo te lleva al otro”.
Antes de irse dejó una última frase, sencilla y contundente: “El hincha puede estar tranquilo. Acá hay una persona que va a dejar todo por el club”, sentenció el nuevo DT que aspira a construir desde el alma.






