PARIS, Francia.- La presidenta del Louvre admitió que el sistema de videovigilancia exterior del establecimiento es “muy insuficiente”, tres días después del espectacular robo de ocho joyas, un incidente que reavivó la cuestión sobre la seguridad en los museos de Francia.
Laurence des Cars compareció ante una comisión del Senado para intentar explicar cómo fue posible este robo, en apenas ocho minutos y por un valor de más de 100 millones de dólares, en el museo más visitado del mundo.
En sus primeras declaraciones públicas desde el domingo, aseguró que las alarmas del museo funcionaron durante el incidente, pero admitió que las cámaras de vigilancia en el exterior, “están obsoletas”. “El parque (de cámaras exteriores) es insuficiente, no cubre claramente todas las fachadas del Louvre”, dijo. “Desgraciadamente, en el lado de la galería de Apolo, la única cámara está orientada hacia el oeste” y, por lo tanto, no cubría el balcón afectado por el hurto.
Des Cars, que en 2021 se convirtió en la primera mujer en dirigir la pinacoteca, pidió un puesto de policía dentro del establecimiento y sugirió medidas a corto plazo, como la seguridad en inmediaciones del Louvre, especialmente en la calzada.
Herida
Este robo es “una inmensa herida que nos han infligido”, dijo. El incidente relanza el debate sobre la seguridad de este museo, que el año pasado recibió nueve millones de visitantes, 80% extranjeros.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ordenó acelerar el refuerzo de la seguridad en el establecimiento, que reabrió sus puertas al público ayer, tras permanecer cerrado desde el domingo.
La policía sigue buscando al grupo que perpetró el atraco en la galería de Apolo. Los hechos ocurrieron el domingo justo después de la apertura del museo, cuando un comando de cuatro individuos estacionó un montacargas bajo un balcón, dos de ellos subieron y, con una sierra radial, entraron en la sala a través de una ventana.
Se llevaron nueve joyas, entre ellas una diadema de perlas de la emperatriz Eugenia y un conjunto de collar y pendientes de zafiros de la reina María Amelia. En su huida, una de las piezas, una corona, fue abandonada. La directora del museo declaró que “las evaluaciones iniciales sugieren” que es posible una restauración de esta corona, perteneciente a la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III.








