El debate de candidatos, entre la estrategia y el mensaje

El analista Santiago González Díaz explicó por qué el orden, el tono y el control del discurso pueden pesar tanto como las propuestas.

PANORAMA TUCUMANO: Este lunes, a las 20, LA GACETA reúne a seis postulantes en un nuevo debate. la gaceta / archivo PANORAMA TUCUMANO: Este lunes, a las 20, LA GACETA reúne a seis postulantes en un nuevo debate. la gaceta / archivo

Los estudios de LA GACETA Play volverán a convertirse en escenario de discusión política con un nuevo debate entre los postulantes a diputado nacional por Tucumán, en la antesala de las elecciones del 26 de octubre. Este lunes, desde las 20, seis candidatos se medirán en una edición especial de Panorama Tucumano, conducido por Federico van Mameren, con la mirada puesta en las propuestas y en el clima electoral que atraviesa la provincia.

Participarán Osvaldo Jaldo (Frente Tucumán Primero), Roberto Sánchez (Frente Unidos por Tucumán), Federico Pelli (La Libertad Avanza), Paula Omodeo (CREO), Ricardo Bussi (Fuerza Republicana) y Alejandra Arreguez (Frente de Izquierda y de los Trabajadores). La producción, a cargo de LA GACETA, busca ofrecer una mirada plural y dinámica del escenario político, en un contexto donde las propuestas legislativas cobran relevancia y la boleta única papel (BUP) debutará por primera vez como instrumento de sufragio.

La agenda contempla los principales ejes de debate nacional, junto con temas de interés provincial, vinculados a la relación política y financiera entre Tucumán y la Nación. Además, el formato prevé un bloque de preguntas de coyuntura y otro más distendido, pensado para mostrar el costado humano de los protagonistas.

Estrategia y discurso

En la previa, LA GACETA dialogó con el licenciado en Ciencias Políticas, Santiago González Díaz, quien analizó las dinámicas y estrategias que atraviesan un debate electoral, los factores que pueden potenciar o perjudicar a un candidato y los costos simbólicos y políticos que deja cada gesto frente a las cámaras. Según su mirada, más allá de las propuestas, un debate es un escenario donde la estrategia, el tono y el control del mensaje pueden definir tanto como el contenido.

- ¿Qué peso tiene el orden de exposición en un debate? ¿Conviene abrir la discusión o cerrar con la última palabra?

Exponer primero tiene la ventaja de marcar el tono y generar el primer impacto. Si el candidato logra ser claro y disruptivo, puede condicionar el resto del debate. Pero también implica el riesgo de quedar sin posibilidad de réplica hasta el final, y de que los demás construyan sobre lo que ya dijo. En cambio, hablar al final permite ajustar el discurso según lo que dijeron los demás y responder indirectamente a críticas o vacíos. La desventaja es que, si se repiten los temas, el mensaje pierde fuerza y puede parecer una síntesis más que una propuesta.

- ¿Cómo puede un candidato aprovechar estratégicamente el momento de réplica?

La réplica es una oportunidad para recuperar el control del mensaje. Sirve para corregir afirmaciones falsas, cerrar ideas o dejar una síntesis clara. El mejor uso no es confrontar por impulso, sino mostrar dominio del tema y templanza, que son atributos muy valorados cuando la política se percibe como ruido o pelea constante. Un candidato bien preparado usará la réplica no para confrontar emocionalmente, sino para demostrar dominio del tema y serenidad, tecnicas beneficiosas en contextos de polarización.

- ¿Qué tan conveniente es para un candidato en ejercicio confrontar con sus adversarios?

Depende del contexto. Para un candidato en ejercicio, confrontar siempre implica un riesgo: se lo mide con su propia gestión. Sin embargo, evitar toda confrontación también puede interpretarse como debilidad. Lo ideal es que use ese espacio para explicar decisiones, reconocer desafíos y reafirmar su liderazgo desde la experiencia. La clave no es “ganar la pelea”, sino transmitir que tiene control, información y resultados concretos.

- ¿Qué estrategia debería adoptar un candidato que se presenta como “el distinto” frente al resto?

El “candidato distinto” debe construir una narrativa coherente con esa identidad. No alcanza con mostrarse antisistema o outsider; necesita propuestas claras que traduzcan esa diferencia en soluciones. Ser disruptivo puede llamar la atención, pero si no se sostiene con contenido, se diluye rápido. En el caso de Milei, por ejemplo, el impacto de su estilo en los debates no necesariamente se tradujo en votos nuevos, sino que reforzó posiciones ya consolidadas.

- En debates con preguntas cerradas, ¿quiénes salen beneficiados y quiénes quedan en evidencia?

Las preguntas cerradas suelen beneficiar a quienes conocen bien los temas y pueden ser concretos. Pero también pueden dejar expuestos a los que tienen posiciones ambiguas. Un candidato con preparación puede usar esos matices a su favor, mostrando criterio y razonabilidad, sin caer en el blanco o negro que muchas veces domina el debate público.

- ¿Qué mensaje transmite la ausencia de un candidato en un debate de estas características?

Hoy, no ir a un debate tiene costo. La sociedad lo percibe como una falta de respeto o una muestra de debilidad. En provincias donde los debates ya son obligatorios, ese costo se agranda. En ese sentido, para quienes buscan instalarse o son poco conocidos, participar es clave: es una oportunidad de mostrarse, explicar propuestas y ganar legitimidad frente a los que esquivan el intercambio.

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