¿Desayunar siempre lo mismo?: la opinión de los nutricionistas sobre esta práctica rutina

Es mucho más sencillo automatizar el desayuno para agilizar el proceso matutino pero ¿qué tan bueno es para la salud?

¿Qué tan saludable es desayunar lo mismo? ¿Qué tan saludable es desayunar lo mismo?
19 Octubre 2025

La alarma suena, abrimos los ojos y nos dirigimos a la cocina en piloto automático. La escena se repite sin fallos: café, tostada o cereales, todo engullido con prisa. Si tu desayuno es una rutina inalterable, la ciencia tiene una noticia: tu cuerpo, que es mucho menos robótico de lo que creés, pide variedad.

Expertos en nutrición nos recuerdan que nuestro desayuno debería reflejar cómo será nuestro día, y debe cambiar según la estación, la edad y el nivel de actividad que tengamos. Comer bien no es una tarea complicada; solo requiere un poco de atención consciente.

Un hábito que pide evolución

Hay personas que mantienen el mismo menú matutino que cuando asistían a la escuela, a base de pan, manteca o galletas. Los cambios fueron mínimos, quizás pasando de la chocolatada al café. Sin embargo, la nutricionista Vanesa León, fue clara al señalar que la uniformidad no funciona: "No todo el mundo debería desayunar lo mismo, ni siquiera dentro de la misma familia", detalló la especialista en el medio We Life. Además, agregó una pregunta lógica: "¿De verdad un niño y un adulto necesitan lo mismo por la mañana? La respuesta es no”.

La ciencia respalda esta necesidad de una ingesta matutina adecuada. Desayunar de forma habitual y con contenido “decente”, es decir, no solo "una nube de azúcar con cafeína” se asocia con un menor riesgo de sobrepeso en adolescentes. Además, mejora significativamente la memoria, la atención y la velocidad de reacción, especialmente en el rango de los 10 a los 14 años, cuando el cerebro y el cuerpo están a pleno rendimiento.

El menú según la jornada

No se trata de comer menos, sino de comer mejor, adaptando los nutrientes a la exigencia del día. Vanesa León plantea que es fundamental diferenciar: "No deberíamos desayunar igual un día de actividad intelectual que uno de mayor exigencia física". Si te espera una jornada mental intensa, el Omega 3 es vital; presente en frutos secos, semillas de chía o lino. Si el día será más físico, la prioridad será la energía, la proteína y las grasas saludables, como las que encontramos en la palta o las semillas de cáñamo.

Este enfoque lo respalda la ciencia. Un estudio de Nature demostró que quienes consumen más azúcar y grasa por la mañana tienden a comer peor el resto del día. En contraste, quienes comienzan con fibra, proteínas y grasas saludables también mejoran la calidad de su cena. Además, en personas mayores, una fórmula rica en proteínas y grasas sanas está vinculada con un menor deterioro cognitivo.

Más allá de la cafeína

El café es un clásico matutino, pero puede funcionar como una "prótesis". León advierte: "El café estimula rápido, pero también provoca una caída brusca". Si lo que buscás es un rendimiento cognitivo sostenido, el té puede ser una mejor alternativa, ya que es más suave y sostenido. Si buscás un impulso cerebral real, las nueces son aliadas fantásticas: la Universidad de Reading comprobó que solo 50 g de nueces mejoran la memoria y el tiempo de reacción hasta seis horas después, sin generar picos de azúcar.

Otro factor a considerar es la calidad de lo que consumís. La experta explicó que si un alimento es orgánico, significa "Que no lleva pesticidas, herbicidas, ni aditivos artificiales. Tampoco organismos modificados genéticamente". Esto se traduce en una diferencia acumulativa de salud, ya que los estudios confirman que los alimentos ecológicos contienen una mayor concentración de micronutrientes y antioxidantes.

El orden sí altera el producto

Para la nutricionista es un "error común" desayunar con un vaso de jugo de naranja. Iniciar la comida con el elemento más azucarado provoca una subida de glucosa muy brusca, seguida de un bajón posterior. La clave, basada en la fisiología del cuerpo, es empezar por la proteína y la fibra, para luego dejar los azúcares —incluyendo la fruta— para el final. Esto ayuda a gestionar mejor el hambre a lo largo del día y evita los picos de insulina.

La velocidad con la que comés también es esencial. "Nos encanta comer pero luego lo hacemos deprisa, sin pensar", advirtió. Si comés frente al televisor en diez minutos, tu aparato digestivo tendrá que hacer un trabajo extra, lo que deriva en hinchazón, gases y digestiones pesadas. La ciencia y el sentido común coinciden: desayunar prestando atención mejora el humor, la energía, el metabolismo y hasta el peso.

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