Teatro: tradición, cambio y aculturación en la obra brasileña “Azira’i”

“Un musical de memorias” relata la compleja relación entre la protagonista y su madre.

MUSICAL. En la obra hay una magnífica resolución escénica e interpretativa. MUSICAL. En la obra hay una magnífica resolución escénica e interpretativa.

Antes de los médicos, previo incluso a los curanderos populares citadinos, estuvieron los chamanes como sabios sanadores de cuerpo y espíritu, cuyas recetas e historias pasaban oralmente de generación en generación con el desafío de compartir saberes en beneficio colectivo.

Con el antecedente de haber ganado el principal premio del teatro brasileño en 2023, Shell a Mejor Actriz y Mejor Iluminación -elemento determinante en la puesta-, llegó al festival internacional cordobés “Azira’i: un musical de memorias”, unipersonal de Zahý Tentehar dirigido por Duda Rios y Denise Stutz y con la conducción musical de Elísio Freitas.

La obra autobiográfica de la protagonista revela la relación con su madre, la primera mujer chamán de la reserva indígena de Cana Brava, situada en el noreste de Brasil. “Entre cantos ancestrales transmitidos por su madre y composiciones propias junto a Rios, Zahý intercala portugués y Ze’eng eté, su lengua materna, para explorar los procesos de aculturación y la memoria espiritual de su comunidad”, avisa la sinopsis.

Pero ese resumen se queda corto, ya que la magnífica resolución escénica e interpretativa expresa diversas capas de análisis y lectura, que permiten avanzar en los desafíos que rondan la pérdida de identidad, el desafío de una práctica machista y patriarcal, los conflictos familiares y la tensión entre mantener lo ancestral y sumar aspectos de lo nuevo, con su carga transformadora y rupturista con un pasado que vuelve constantemente.

Por ese motivo, la obra permite ir más allá con su fuerza poética y de denuncia de un avasallamiento disfrazado de incorporación social, sostenido por una actuación genuina que sobresale en su intensidad: Zahý no cuenta lo que aprendió de otros sobre la riqueza cultural de su pueblo, sino que lo vuelca en escena desde su propia sangre, conocedora de los frutos que dan sus árboles.

La propuesta se inscribe en el docudrama o autoficción, con la potencialidad y atractivo que tiene el género y -asimismo- con sus desafíos e incluso limitaciones. Dos de las más importantes es querer contar toda tu vida (lo que conspira con la necesaria síntesis teatral) y considerar que todo lo que viviste es trascendente para el público, en vez de centrarte en un solo aspecto.

En este caso, el relato se acota a momentos fuertes e interesantes de una vida que discurrió entre la naturaleza más plena a la ciudad agobiante que conspira con los orígenes y genera una aculturización desafiante y confusa, más allá de que por momentos podría abreviarse ganando en intensidad. Más allá de ciertos excesos prescindibles, la obra transita entre tensiones que superan lo estrictamente personal para transformarse en planteos colectivos intervenidos por el dolor de las relaciones que no logran entenderse y el desconcierto sobre el futuro.

Azira’i -la madre de la protagonista- integró los Pajés Supremos del pueblo Tentehar, un reconocimiento reservado sólo a quienes llegaban a lo más alto de sus conocimientos (“curaba con tres elementos: las plantas, las manos y el canto”, evoca su hija) y de la comunicación con los antepasados; cuando decidió nombrar a su hija como heredera, le transmitió tanto sus técnicas como sus frustraciones de pueblo sometido por el poder y los cambios. Esa carga se vuelca en escena con un cuerpo entregado y dispuesto a arriesgarse en una puesta que trasciende el discurso lineal para ser un complejo estudio de lo que está pasando silenciosamente en diferentes comunidades y distintos países.

Espacio trascendente

La técnica tiene un espacio trascendente y ampliamente logrado en la puesta, con imágenes de enorme belleza visual, apariciones casi fantasmagóricas, la potencia de la imagen de una única persona en escena, el logrado uso del contraluz y de las proyecciones, la música y la transmisión de un dialecto desconocido para el público, que estaba entregado y confiado a la guía de la actriz. Entre sus virtudes, el manejo expresivo del cuerpo y de la voz y la genuinidad de su planteo, transmitiendo veracidad en cada palabra, redondearon una propuesta que motivó aplausos de pie de la mayor parte del público en el Teatro Real de Córdoba.

La obra es una producción de Sarau Cultura Brasileira, institución volcada desde hace tres décadas al mercado cultural que se centra en la obra de creadores en distintas expresiones artísticas, tanto teatrales como musicales, pasando por libros y danza. El resultado es haber obtenido más de un centenar de reconocimientos nacionales e internacionales por sus proyectos, y el visto en escena confirma su compromiso y su excelencia.

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