Isaías Salvatierra: “Hacer cine es un collage”
El protagónico de Isaías Salvatierra en “Golondrinas” lo posicionó en la pantalla grande, y desde allí pasó por diversas experiencias. Por eso, durante el diálogo con LA GACETA, aconseja a quien quiera hacer cine “que vea filmes del cine nacional y del tucumano, que sepa lo que hacen los actores en las películas y aprenda de sus pares, que conozca directores, porque el cine es grupal y tiene muchas capas; y que sigan intentando todas las veces posibles, que no corten su pasión y vayan preparadísimos a los castings”.
Al tiempo de definir un rodaje, lo menciona como “un gran collage, porque un día podés grabar seis o 20 escenas y ninguna tiene que ver con la otra y así a la otra jornada”. “Lo mejor es descansar en el montajista y saber que se va a encargar de pegar todo lo que hiciste. Preocupate de ir escena por escena y de recordar de dónde venís. Eso lo diferencia con el teatro, donde podés ir viendo cómo va yendo todo, y si estoy acelerado bajo la intensidad; es un solo disparo y eso lo vuelve mucho más bello también, porque una vez que actuaste no hay vuelta atrás, sólo seguir hacia adelante”, afirma.
En su propia formación, menciona los aportes de María José Medina y Sergio “Negro” Prina y además reivindica la labor docente de Raúl Reyes, César Romero, Ezequiel Martínez y Camila Pláate. Desde su mirada, en la Licenciatura de Teatro de la Facultad de Artes de la UNT hay un abordaje más genérico de la profesión y pide “una cátedra específica donde se den conocimientos para actuación frente a cámara, el circuito tucumano lo pide a gritos, es una herramienta más importantísima e indiscutible a esta altura”.
“El primer paso para actuar es conectarse con la locura de ese deseo y caminar por ahí e investigar o rondar sobre eso; hacer escenas con amigos -es fundamental- con cámaras o celulares, moverse desde la curiosidad y en modo descubridor, con la cabeza en querer llegar sí o sí. Hay espacios independientes donde se está empezando a trabajar bajo esa línea de llegar al cine y ese hacer te va acercando en la práctica. Cuando menos te das cuenta, ya estás en un circuito donde la gente sabe quién sos y qué podés llegar a hacer, más allá de que Tucumán sea más chico que Buenos Aires”, destaca.
Salvatierra admite que “el cine busca perfiles y si quieren a alguien de dos metros y rubio, no voy a quedar y no tiene que ver con ser buen o mal actor sino con la historia que se quiere contar; otra cosa es discutir qué relatos se cuentan o qué rostros se ven y por qué no vemos gente con rasgos no hegemónicos, que sigue siendo minimizada”. “Si hay un representante que te pelea espacios y busca mostrarte es fantástico, todo suma, pero para llegar a eso seguro ya tenés que tener un gran recorrido o haber demostrado tu talento en alguna película o obra teatral”, añade.
María José Medina: “La madre es el teatro”
María José Medina es actriz, directora y docente de actuación tanto de modo independiente como en la cátedra de Dirección de Actores de la Escuela Cine de la UNT. Su experiencia le permite confirmar la gran diversidad de trayectorias en la formación actoral local de quienes participan en producciones audiovisuales, y reivindica la confluencia de “los que provienen de la universidad, del circuito independiente, de talleres no formales e incluso sin experiencia actoral sistemática, que ingresan a través de castings”.
En ese universo, la Escuela de Cine oficia como una generadora constante de proyectos. “Ha contribuido a generar producciones audiovisuales con dispositivos para que estas experiencias se concreten. De este modo, las actuaciones tucumanas para cine se configuran a partir de un cruce heterogéneo de recorridos, lo que evidencia la pluralidad de modos de acceso y desarrollo del oficio”, dice.
“La actuación para cine tiene ciertas características que la distinguen de la teatral. Pero es importante reconocer que la disciplina madre es el teatro y entender el concepto de actuación desde ahí y de todo lo que se posibilita con la expresividad de un cuerpo, tener ese conocimiento ayuda a entender la actuación audiovisual. Después se adquieren ciertas características de acuerdo a ese dispositivo, a sus particularidades y especialmente a la puesta en escena que presenta y al vínculo que se tiene con la cámara y el recorte que hace del espacio. Podemos ver que a medida que se van generando experiencias audiovisuales, se va también a tener un cierto training en ir entendiendo cómo es esa interpretación”, puntualiza.
Medina sostiene que “en Tucumán, el recorrido se va haciendo de una manera más lenta que en Buenos Aires o en otras provincias, se aprende en experiencias más chicas y también en lo que va sucediendo en grupos independientes donde hay una cámara y puedan verse; todos los espacios de cruce entre el cine y el teatro suman a esta profesionalización, de una manera territorial muy particular”.
“En nuestro taller con Sergio Prina, la actuación para cine ha sido un ámbito que siempre nos ha interesado y que nos ha propuesto de alguna manera la dinámica de clase, un espacio para poder investigar y hacernos algunas preguntas desde hace unos nueve años aproximadamente. Hemos indagado en una actuación más realista, más cotidiana, que uno puede quizás asociar con lo que sería lo cinematográfico, y empezar a pensar en cómo generar una dirección en ese plano, en cómo acompañar a los artistas en su proceso, y ha sido un espacio en el cual creo que se han formado también mucha gente de la que hoy está actuando en cine. Lo que recomiendo es primero tener el entrenamiento de actuar”, asevera.
Al respecto, menciona que “quien tiene el cuerpo disponible a la actuación en el espacio, con o sin cámara, podrá trabajar en diferentes tipos de expresividades; también es importante no sólo hacer sino tener espacios para poder ver lo que uno hace, poder reflexionar y poder observar la actuación, que es el momento donde uno se da cuenta de la variedad de decisiones que se van tomando, junto con los espacios que proponen investigar y entrenar porque en el tiempo se ven muchísimo las mejoras”. “También es buena la disponibilidad para participar de los castings, lo que permite un entrenamiento especial en ese sentido, que puede ser muy útil para quien se dedique a lo audiovisual”, añade.
La intervención de un representante, eventualmente, puede servir para abrirse camino en ese campo, pero considera que “está más al alcance de los actores que tienen y puedan contar su experiencia, porque ayuda a gestionar asuntos económicos y de logísticas”.
Lili Juárez: “Es un mundo mágico”
“La magia que me dio el cine cuando filmé ‘Los dueños’ no me la dio el teatro. Fue una bendición para mí realmente, porque desde ese día hasta hoy siempre estuve filmando. Fue como lo más maravilloso que me pasó en mi vida, siempre me sorprende mucho porque es un mundo mágico”, dice Lili Juárez, la actriz tucumana con mayor recorrido en el cine nacional y con premios como el obtenido en el Festival de Mar del Plata por “Planta permanente”. Ahora regresó de Europa tras presentar “Muña muña”, que protagoniza, y “Belén”, donde hace de la madre de la protagonista y está a punto de estrenar la serie “Tafí Viejo” por la pantalla del streaming de Flow, este jueves.
Sin embargo, a la hora de elegir, aclara que le gusta más el teatro. “Llegar al final de la función, cerrar ese telón y sentir los aplausos es impresionante. Me emociona por ahí escuchar a algún familiar elogiar en voz alta. Siempre digo que es más difícil hacer teatro porque no te podés equivocar, mientras que en el cine sí. Siempre todos tus sentidos tienen que estar muy atentos, la concentración es la base de todo”, asegura.
Por eso mismo, al momento de dar un consejo afirma que “hay que tener disciplina, algo que me costó bastante a mí porque empecé mi carrera ya siendo adulta”. “Con la locura que tenés en la adolescencia, no te importa nada. Y la disciplina es muy importante porque te acostumbras a un método, a estudiar, a una rutina que en el cine es necesaria, como en todas las artes en general porque si no tenés un orden, no hay forma de seguir una línea un camino y llegar a una meta”, explica.
“Cuando termino el secundario, empiezo la Licenciatura en Arte en la Facultad de la UNT pensando en ser pintora, con todo el romanticismo acumulado, pensando en tener una boina y un caballete, pero en el rotativo conozco el taller de escultura y dejo todo atrás porque me encanta y me enamoro de lo que es tener un pedazo de arcilla en la mano en esos piletones que a veces arrojan un olor nauseabundo, pero del que se pueden crear cosas maravillosas. Luego me divorcio y mi terapeuta me sugiere que empiece a hacer alguna actividad pendiente. Y ahí empecé talleres de teatro con Pablo Parolo y luego empecé en la Licenciatura de Teatro en la Facultad porque quería más herramientas pese a que tenía muchos obstáculos y a que mis compañeros eran de la mitad de mi edad; pero desde que el grupo Índigo Teatral me convoca para hacer ‘Suspiro crudo fosforescente’, nunca dejé de ser teatro, con la alegría de haber ganado varias Fiestas Provinciales de Teatro”, evoca.
Juárez elogia el nivel docente tucumano y de los grupos independientes en actuación, pero reivindica especialmente a la UNT: “me dio dos títulos gratis y los valoro enormemente”.






