Existen decenas de tipos de cáncer que afectan distintos órganos y tejidos del cuerpo. Los principales tipos de cáncer que afectan a las mujeres son el de mama, pulmón, de colon o de útero y tejidos uterinos. Pero hay otros que aparecen con menor frecuencia, pero a los que se debe estar atento de todos modos.
El cáncer se da cuando células anormales aparecen y empiezan a crecer, formando un tumor, según define el sitio Medline Plus. En este sentido, el cáncer de ovario se produce cuando ese crecimiento se da en estos órganos reproductivos. Se relaciona también al cáncer de trompas de Falopio y al cáncer peritoneal que cubre el peritoneo, un tejido que cubre los órganos del abdomen.
Quiénes pueden padecer cáncer de ovarios
Todas las personas pueden tener un cambio en la conformación del ADN que desencadene cáncer de ovarios. Pero algunas personas tienen más probabilidades de tenerlo. Las personas con antecedentes familiares están entre ellas. Es importante prestar atención y hacer chequeos periódicos si una madre, hermana, tía o abuela tuvo la enfermedad.
Quienes tienen cambios hereditarios en los gener BRCA1 o BRCA2, quienes tienen afecciones genéticas como el síndrome de Lynch o las personas con endometriosis, también están más expuestas. Lo mismo sucede con quienes cursan una endometriosis o una terapia de reemplazo hormonal.
Entre los factores que pueden potenciar la aparición del cáncer de ovario también están los comunes desencadenantes de enfermedades como sobrepeso u obesidad y la edad –adultos mayores–. Pero un factor que puede desencadenar la enfermedad es la altura de una persona: las mujeres altas tienen una mayor probabilidad de desarrollarlo.
Síntomas del cáncer de ovario
Es imprescindible conocer tu propio cuerpo para identificar qué sensaciones salen de lo común. Entre los síntomas que pueden indicar un cáncer de ovario, están:
- Sangrado o secreción vaginal irregular o anormal –sobre todo en mujeres que ya pasaron la menopausia–.
- Dolor o presión en el área pélvica.
- Dolor o hinchazón abdominal.
- Dolor de espalda.
- Sensación de llenura o dificultad al comer.
- Cambios en los hábitos de ir al baño: mayor frecuencia para orinar o estreñimiento








