A fines de agosto, la niña de 9 años no quiso ir a la escuela, le contó la madre a la abuela. Esta relató que fue una de las primeras señales de que algo andaba mal, pero no se imaginaron -añadió- que 10 días después la pequeña iba a intentar quitarse la vida.
El caso que conmociona a los tucumanos esta semana muestra una problemática que atraviesa a toda la sociedad y que muchas veces desborda a las instituciones educativas y a las familias: cada vez más chicos y a edades más tempranas tienen ideas de muerte, se autolesionan o transitan cuadros de ansiedad y depresión.
El suicidio es la expresión más extrema de este fenómeno que crece. Según los expertos, se trata de un drama invisibilizado cada vez más grave. Las cifras hablan por sí solas. En 2001, la tasa de suicidios en nuestra provincia era de 4,2 (se registraban cuatro suicidios por cada 100.000 habitantes) Esa tasa, en 2023, saltó a 12,8, según un informe del Ministerio de Seguridad de la Nación. Tucumán es, además, la jurisdicción con más casos en el NOA.
El aumento de casos de suicidio aparece principalmente vinculado a los adolescentes y jóvenes, y la edad de quienes intentan quitarse la vida está bajando. “Todavía hay que vencer muchos mitos, como por ejemplo la creencia de que los niños no se suicidan”, explica Irma Thomas, referente del programa de prevención y Abordaje de Conductas Suicidas del Siprosa.
Fuerte impacto
Si bien los suicidios se explican por múltiples causas, el acoso escolar tiene un fuerte impacto en la salud mental de niños y adolescentes. Frente esta situación y ante el aumento de casos, a principios de año desde la Federación de Entidades Profesionales Universitarias de Tucumán (Feput) ya habían solicitado al Ministerio de Educación de Tucumán que el Seguro Escolar 2025 contemplara asistencia en salud mental para emergencias vinculadas a situaciones de bullying.
“El pedido apunta a que el seguro no sólo cubra traumatología, como suele suceder actualmente, sino también la atención psicológica en crisis derivadas de hechos de acoso escolar”, explicó el presidente de la Feput, Roberto González Marchetti.
El especialista advirtió que muchas veces las lesiones físicas que llegan a las guardias médicas son consecuencia de episodios de bullying, pero que las secuelas emocionales suelen quedar invisibilizadas.
“El bullying puede llevar a que un chico abandone la escuela, a reacciones violentas por parte de los padres o a manifestaciones de largo plazo en la autoestima”, señaló. Sostuvo que los casos denunciados crecen año tras año, y no siempre las instituciones educativas cuentan con las herramientas para abordarlos de manera integral.
Lugar clave
Los especialistas consideran que intento de suicidio de una alumna de la escuela Roca -que habría sufrido bullying- abrió un debate sobre el rol de las instituciones escolares, las familias y el Estado en la prevención del acoso y la contención emocional de los estudiantes.
González Marchetti considera que a escuela puede ser un lugar clave para prevenir e identificar señales de problemas de salud mental y otros relacionados como el abuso sexual, la violencia intrafamiliar, consumo de sustancias, etcétera. “Hoy no sólo tenemos niños con intentos de suicidios, también chicos y adolescentes con brotes psicóticos en plena clases, que acompañan a las otras problemáticas. El niño que concurre a clases, posibilita esa detección, que en el hogar lo desconocen, lo ignoran, o son partes responsables del problema”, explicó. “Me toca trabajar con adolescentes de nivel secundario en el interior, y ellos tienen una preocupación sobre su salud mental, los moviliza ver a sus pares con padecimientos, como depresión, crisis de pánicos, autolesiones, intentos de suicidios, bullying. Este grupo etario necesita ayuda; y se ve un gran aumento de demanda de atención en salud mental, y la escasez de dar respuestas en las urgencias”, apuntó.
Desbordados
El delegado episcopal de Educación, Daniel Nacusse, admitió que muchas veces los establecimientos se ven desbordados por situaciones emocionales de los chicos y que faltan espacios y tiempo para abordar estas problemáticas. Sobre el caso de la niña de la escuela Roca, dijo: “duele muchísimo. Todos los que vivimos en las escuelas establecemos vínculos con los chicos, y pensar que esto ocurra a tan corta edad cuestiona profundamente. No hay una sola causa, es un fenómeno complejo que necesita una respuesta comunitaria”.
“La violencia que atraviesa a la sociedad; los vínculos familiares y la relación entre las familias y las escuelas; el impacto de las redes sociales y el hiperindividualismo que genera una profunda sensación de soledad en niños y adolescentes”, analizó. Y sostuvo que los chicos hoy más que nunca necesitan sentirse escuchados y acompañados. “Muchas veces naturalizan bromas o actitudes que en realidad lastiman, y no registran al otro. Eso es algo que debemos trabajar mucho después de la pandemia, porque se acentuó el encierro en uno mismo”, puntualizó.
Finalmente, el referente insistió en la necesidad de flexibilizar las normativas que hoy limitan las jornadas institucionales y el abordaje de la convivencia escolar: “la vida de nuestros chicos es urgente. La salud emocional es urgente. No todo puede ser pasar de una materia a otra. Necesitamos espacios de interioridad y espiritualidad que ayuden a los chicos a encontrar paz”.
Caja de resonancia
“La escuela es la caja de resonancia de la sociedad. Todo lo que pasa afuera, se refleja adentro. Si hay violencia en el barrio, también aparece en el aula. Si hay respeto y diálogo, también se multiplican en la escuela,” dice el director del Nivel Primario de la provincia, Carlos Díaz.
Para el docente el caso de la niña de 9 años que intentó quitarse la vida tras denunciar bullying, dejó una herida profunda en la comunidad educativa. “Fue un hecho extremo que nos interpela como sociedad. Todos tenemos responsabilidad en la formación de los niños, desde la familia que inicia el proceso, la escuela que lo continúa, y la sociedad en conjunto debe acompañar”, sostiene.
Díaz considera que el dolor que genera un episodio así no puede quedarse en la indignación, sino que debe convertirse en acción. “No es momento de acusaciones ni enfrentamientos, sino de construir juntos una cultura de paz. Lo veo en mis recorridos cuando me encuentro con docentes que están comprometidos, con familias que acompañan y los alumnos que están entusiasmados. Eso nos da esperanza en que vamos a construir una sociedad mejor”, reflexiona.
La situación de la pequeña también expuso algo que los especialistas repiten. Los episodios de violencia no son hechos aislados, sino síntomas de una convivencia que necesita ser revisada. Las aulas son hoy escenario de tensiones que incluyen desde el uso de redes sociales hasta el impacto de la crisis económica en las familias, factores que muchas veces intensifican el malestar emocional de los chicos.
Estos hechos no son casos aislados. Según datos nacionales recientes, aproximadamente el 63 % de los alumnos de 6° grado de primaria han sufrido alguna agresión de sus compañeros o en redes sociales, y un 36 % se siente discriminado en la escuela.
Cambios visibles
Desde que asumió su gestión, Díaz dice que buscó instalar en las aulas el enfoque de la pedagogía del cuidado por pedido de la ministra educativa, Susana Montaldo.
“El año pasado había 420 centros de mediación y hoy estamos con cerca de 600 en casi todas las escuelas de Tucumán”, detalla.
Estos espacios, afirma, ya logran cambios visibles. “Chicos que antes eran catalogados como ‘problemáticos’ hoy tienen un protagonismo positivo y son reconocidos de otra manera”, comenta.
Ante estos casos de éxito, el siguiente nivel que alcanzará esta iniciativa serán las escuelas secundarias.
“Queremos que en secundaria esto se potencie porque si en primaria los niños se acostumbran a participar de los centros de mediación, cuando sean mayores les resultará natural formar parte de estos espacios”, analiza Díaz.
Para el funcionario, el objetivo va mucho más allá de prevenir peleas en el recreo. “Nuestra intención es formar a los futuros líderes. Siempre le digo al cuerpo docente que en sus aulas están los futuros presidentes, intendentes, a quienes tomen las decisiones dentro de nuestra sociedad. Es por eso que es tan importante que además de alfabetizar, los adultos podamos ser capaces de enseñar a convivir, trabajar en equipo y respetar al otro”, remarca
Cada centro de mediación es, para Díaz, una semilla de cambio. “Cada niño que aprende a hablar en lugar de agredir es una semilla de paz. Sin embargo, la escuela no puede sola”, advierte el docente.
“Necesitamos que toda la sociedad se sume a esta pedagogía del cuidado para que tragedias como la de esta niña no se repitan”, culmina.
Cómo sigue la niña
Anoche le sacaron el respirador a la niña de nueve años y la esperanza de que se recupere está latente. “El corazón seguía latiendo al ingreso; no sabemos cuánto daño neurológico pueda haber. Hoy lo que queremos es que sobreviva”, afirmó por la mañana el ministro de salud Luis Medina Ruiz. Además, destacó el acompañamiento psicológico a la familia, que incluye atención para la madre y los compañeros de la menor. “Estamos orando para que mi nieta sea fuerte y salga de este estado en el cual ella está; para que pueda sobrevivir y ponerse bien”, expresó la abuela de la alumna de nueve años que habría sufrido bullying e intentó quitarse la vida. El caso, ocurrido el viernes pasado, se viralizó esta semana cuando varios papás acompañaron a la familia en un reclamo frente a la institución, la escuela Julio Roca. La abuela pidió a la comunidad y las autoridades que no minimicen y muestren interés cuando un niño está sufriendo. “No digan que son solo cosas de chicos”, expresó. “Ellos necesitan el control de sus padres, o que haya adultos responsables que actúen como tales.
Recomendaciones
El psicólogo Roberto González Marchetti recomendó a los padres, ante todo, compartir tiempo con los hijos. Esto permite conocer, comprender y reconocer las señales que se dan en sus cambios de conducta. “Hay que establecer diálogos. También debemos admitir que como responsables de la crianza podemos fallar, o que tenemos limitaciones, y abrirnos cuando un docente nos cita; no ir con respuestas que obstaculizan, debemos aprender a empatizar”, sostuvo. Las señales típicas a las que debemos estar atentos son los cambios en el estado del ánimo, modificación de conductas que no son habituales, rechazo y aislamiento, reducción vínculos con pares o miembros de su familia, la irritabilidad, la pesadillas. “Debemos observar en la vivencia personal del niño cómo maneja lo que le desagrada, lo que lo percibe como molestia, o le provoca dolor. Con el tiempo, si esto no se detecta, es probable que se convierta en un trastorno emocional”, subrayó.









