El cometa 3I/ATLAS, una reliquia de casi siete mil millones de años, se aproxima a Marte este octubre. Astrónomos preparan sus instrumentos para un estudio sin precedentes que podría reescribir nuestra comprensión del origen del Sistema Solar. Este objeto de origen interestelar, apareció súbitamente en los cielos el pasado julio, y pasará el 3 de octubre a tan solo unos 29 millones de kilómetros del planeta rojo, ofreciendo a la comunidad científica la oportunidad más cercana jamás registrada para observar un objeto de esta clase. Este evento cósmico podría reescribir nuestra comprensión sobre los orígenes del Sistema Solar, pues 3I/ATLAS se considera una pieza de otro sistema solar, potencialmente más antigua que la Tierra misma.
La anticipación es palpable entre los astrónomos, quienes preparan sus instrumentos para esta misión sin igual. Con una edad estimada de cerca de siete mil millones de años, el 3I/ATLAS es incluso más antiguo que nuestro propio Sol, según un modelo liderado por Matthew Hopkins. Esta antigüedad no solo es un récord, sino que encierra la promesa de conservar una firma química de los primeros días de la formación galáctica, lo cual transformaría fundamentalmente nuestra comprensión sobre la evolución de la materia en el universo. A diferencia de anteriores visitantes interestelares como 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov, la comunidad científica se encuentra esta vez mucho mejor preparada para su observación.
¿Por qué es tan misteriosos el 3I/Atlas?
Desde su detección, el cometa 3I/ATLAS captó la atención debido a características que algunos astrónomos calificaron de "extrañas". Las observaciones preliminares revelan que su nube de polvo es inusualmente rica en dióxido de carbono, una rareza entre los cometas estudiados hasta la fecha. Este alto porcentaje de CO2, captado por múltiples telescopios de la NASA y la ESA, podría relacionarse directamente con las condiciones cósmicas de su formación o con una exposición a radiaciones distintas a las experimentadas por los cometas de nuestro propio sistema.
El telescopio TESS logró evidenciar actividad en 3I/ATLAS a distancias inusuales, sugiriendo que este visitante galáctico ya desprendía gases y polvo mucho antes de aproximarse a la órbita de Júpiter. Además, el nuevo telescopio espacial SPHEREx detectó mezclas de agua y dióxido de carbono, consolidando la idea de que determinados hielos pueden sublimar con relativa facilidad. El equipo científico destacó que estas observaciones son "compatibles con un núcleo intrínsecamente rico en CO2", una hipótesis que apoya un origen cerca de la línea de hielo de dióxido de carbono o en una región con altos niveles de radiación. Para algunos, las anomalías del 3I/ATLAS aún no pueden explicarse por completo.
Pasado galáctico y debate cientifico
La trayectoria del 3I/ATLAS y su ángulo de aproximación a Marte brindan una "franja de tiempo óptima" para la captura de datos, un factor que lo diferencia de otras observaciones. El instrumento clave para esta misión será la cámara HiRISE del orbitador Mars Reconnaissance Orbiter (MRO). Su "ojo de alta resolución" intentará capturar imágenes inéditas del núcleo y la nube de polvo del cometa.
Las imágenes obtenidas desde el MRO podrían incluso permitir distinguir el núcleo rocoso del cometa. Este logro jamás se consiguió con un objeto de esta naturaleza y confirmaría definitivamente su origen interestelar. La posibilidad de captar una firma espectral clara abriría caminos inexplorados en la astronomía contemporánea.
Más allá de su valor astronómico, 3I/ATLAS podría ayudar a responder una de las preguntas más profundas de la ciencia: "¿cómo se formó la Tierra?". Algunos modelos teóricos sugieren que cuerpos como este, si quedaron atrapados en la nebulosa primigenia del Sistema Solar, liberaron materiales esenciales que luego se integrarían en los planetas en formación. Por lo tanto, cada grano de polvo que libere el cometa al pasar cerca del Sol podría tener una historia que se remonta al origen mismo de nuestro planeta.
Aunque el brillo solar dificultará su observación desde la Tierra a fines de octubre de 2025, su cercanía a Marte abre la posibilidad de que las sondas en el planeta rojo capten datos adicionales. La nave Juno también podría toparse con el cometa cuando cruce las inmediaciones de Júpiter en los primeros meses del año próximo. Sea cual sea su origen, 3I/ATLAS representa una oportunidad irrepetible de mirar al pasado interestelar.








