LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
En la escena política actual, las encuestas son herramientas clave que le permiten a la ciudadanía, en general, entender el contexto y el humor social imperante en un determinado período de tiempo. Justamente, en Panorama Tucumano, Federico van Mameren dialogó con Shila Vilker y Mario Riorda para indagar sobre el valor real que les asignan los dirigentes a las encuestas y hasta qué punto condicionan sus decisiones.
Para la magister en Comunicación y Cultura y directora de la consultora Trespuntocero las encuestas acercan un panorama analítico con la finalidad de ayudar a componer diagnóstico y se erigen como una de las fuentes de la composición que hace el político, porque representan “un espejo para la vida social”.
“Nadie se encuentra plenamente representado en una encuesta, pero el carácter social de lo que recoge una encuesta es algo que es un espejo de la vida social donde la ciudadanía se puede ver. Por eso es que es algo que es realmente muy valioso, porque te da una imagen no de dónde estás vos, sino de dónde está la sociedad en la que vivís. Por eso también es tan importante como elemento de la vida social”, definió. Y agregó que en sociedades como la de nuestro país, que tiene dificultades para la convivencia, tener ese espejo también constituye un valor que da “la posibilidad de encontrarnos y entender al otro”.
La analista definió también que en Argentina se está atravesando un proceso de transgrieta, el cual se visibiliza en el sentimiento de injusticia y este ha provocado un desplazamiento de un sentimiento predominante en la sociedad que tenía que ver con la bronca, el enojo y la ira. “En 2023 veíamos una sociedad enojada, una sociedad más cerca, o un segmento muy importante de la sociedad más cerca de la bronca, que de la alegría o el festejo. Hoy creo que la bronca se dio lugar a una cosa más de expectativa o de esperanza, por ahí un poco más blando y el dominio de algo más nihilista, desafectado, triste, desenganchado”, detalló.
Clima de época
En relación a un creciente descrédito a la política y a los políticos, Riorda explicó este fenómeno a partir de un escenario de hostilidad cruzada, por parte de la ciudadanía ante las demandas insatisfechas de los sistema democráticos, y la adopción, que hicieron dirigentes más vinculados a la extrema derecha, de un discurso de “insensibilidad”. “Es un discurso que tiene que ver con la modificación del tono de la política, pasando a ser preferentemente políticamente incorrecto”, explicó.
Para el consultor, este contexto se agudizó a partir de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, lo cual “significó destapar una olla a presión y romper con los consensos establecidos en ciertas prácticas, por lo menos en lo discursivo, no solamente en la capacidad de estigmatizar y humillar, sino en negar la identidad”
“Los discursos de insensibilidad excluyen la condición de ciudadanía a todos aquellos que piensan distinto y, por lo tanto empiezan a romper el límite de lo democrático o de lo que uno pudiera esperar y soportar en un ambiente democrático”, enfatizó.








