Fórmula 1: el peor enemigo de Franco Colapinto fue Alpine, su propio equipo

Otra vez falló Alpine en la estrategia, y el bonaerense terminó 18° en Hungría; nuevo triunfo de Norris.

DESILUSIÓN. Colapinto no contó con un trabajo de equipo que lo ayude en Hungría. DESILUSIÓN. Colapinto no contó con un trabajo de equipo que lo ayude en Hungría.

Así no hay manera. Así, la pequeña luz de expectativa que se puede abrir en una clasificación, se apaga por errores sistemáticos. Da la impresión que en la escudería Alpine, a coches con evidente inferioridad de potencia y de chasis con respecto a sus rivales, se le suma una notoria desorientación en lo estratégico y en lo ejecutivo, por decirlo de alguna manera. Y a esto lo sufre Franco Colapinto (18° en el Gran Premio de Hungría), y en menor medida  -a veces- su compañero, el francés Pierre Gasly (19°). “Carrera para el olvido”, afirmó el bonaerense.

Ya con la orden de largada, desde el puesto 14, quedó marcado el pulso de que las cosas no serían buenas para Colapinto, al perder cuatro posiciones con un Alpine que no dio la talla para defender su posición por falta de HP en el motor, con muy poco grip y llevado muy por el medio del trazado de Hungaroring, “jugado” ante el ataque de los que largaron atrás. Y hubo más: un error propio en la curva 2, yéndose de los límites de la pista.

Los neumáticos medios con los que largó Franco en su coche le alcanzaron hasta la vuelta 14. ¿No era demasiado temprano para cambiar? Entonces, entró a boxes, y en una parada lenta, calzó duros, con la supuesta intención de llegar con ellos hasta el final. Quedó entonces en el fondo del pelotón. Fue cuestión de intentar desde ahí sacar el martillo y el cincel, para procurar hacer de su carrera una escultura.

Allá por la vuelta 30 ya había recuperado posiciones, a buen ritmo. Con aire limpio y gomas que le cayeron en gracia al coche, se ubicó 17°. En la 34 quedó 15°, por ingresos de rivales a los pits a cambiar neumáticos. A esa altura, el bonaerense parecía estar a buen ritmo, y sobre todo competitivo.

Pero… la estrategia de Alpine para Franco dio un ridículo golpe de escena en la vuelta 37, con una segunda parada en boxes para volver a calzar neumáticos duros, con más de 30 giros por delante. Peor todavía, ¡la detención duró un poco más de siete segundos! (y ya venía de una primera bastante lenta). Resultado: él cerrando otra vez la fila de competidores y diciendo frustrado por radio “¡mi Dios, vamos por el amor de Dios!”

Y no hubo caso, con el nuevo cambio todo empeoró. Se acabó el ritmo y apareció ese Alpine inconsistente, inofensivo y presa fácil de los rivales. Un bólido que, de esa palabra que connota mucha velocidad, tiene apenas la forma.

Y mientras Colapinto volvió a perderlo todo por decisiones del equipo sin lógica (fue el piloto que más posiciones cedió en la competencia), para los de adelante hubo batalla estratégica medida a la décima de segundo. Y en esta, quien plantó bandera de victoria en la cuesta más alta, fue el británico Lando Norris, seguido por su compañero en McLaren, el australiano Oscar Piastri (¡qué lucha final sostuvieron!) y  el británico George Russell (Mercedes). ¿Y qué pasó con el monegasco Charles Leclerc, que largó desde la pole con Ferrari? Víctima de la mala estrategia de su equipo, fue apenas 4°.

Ahora se viene una larga pausa de cuatro semanas hasta que se corra en Países Bajos, por la fecha 15. Pueden parecer vacaciones de verano boreal para Alpine y su gente, pero de seguro no serán tranquilas. Hay demasiadas cosas por replantearse y mejorar, porque no da para seguir arrastrándose en lo que resta del campeonato.

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