WASHINGTON, Estados Unidos.- México respira aliviado después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, aplazó 90 días la subida arancelaria a pocas horas de que expire el plazo para negociar acuerdos. Varias economías importantes como Brasil e India no llegaron a acuerdos con Washington para rebajar las tarifas aduaneras que Trump anunció que aplicaría desde hoy, con el objetivo de imponer un nuevo orden comercial mundial.
“Los aranceles están haciendo que Estados Unidos sea grande y rico de nuevo”, escribió Trump en su red social Truth Social.
El republicano advirtió que el plazo del 1 de agosto es inaplazable, pero se ha mostrado más indulgente con México tras mantener, según él, una conversación telefónica “muy exitosa” con la mandataria mexicana Claudia Sheinbaum. “Las complejidades de un acuerdo con México son algo diferentes”, reconoció Trump, que en los últimos meses ha agradecido a su vecino sus esfuerzos en la lucha contra la migración ilegal.
“Hemos acordado extender, por 90 días el mismo acuerdo” con el objetivo de firmar un trato incluso a largo plazo, precisó.
Así, México seguirá pagando el 25% que le impuso para incitarlo a combatir el tráfico de fentanilo, un 25% a los automóviles y piezas sueltas que no proceden de Estados Unidos, un 50% al acero y el aluminio y a partir de hoy, un 50% al cobre.
Los productos incluidos en el Tratado de libre comercio de América del Norte (México, Estados Unidos y Canadá), estaban protegidos de los recargos, es decir su inmensa mayoría.
Se alcanzó “el mejor acuerdo posible” si se compara con otras naciones, afirmó Sheinbaum.
El 1 de agosto es la fecha simbólica para una serie de tarifas más allá del universal del 10% ya impuesto a la mayoría de países y las aplicadas a productos como el 50% al aluminio y el acero o el 25% a los autos.
Hoy entraron en vigor recargos del 50% para los productos fabricados con cobre, que excluye las importaciones de metal bruto, buena noticia para Chile.
Los aranceles sobre los productos de aproximadamente 80 países, incluidos los 27 de la Unión Europea (UE), aumentaron a partir de la medianoche, entre un 11% y un 50%, dependiendo del origen de los bienes.
Algunos países y regiones, como la UE, Japón, Corea del Sur, el Reino Unido, Vietnam, Indonesia y Filipinas, hicieron acuerdos particulares con la Casa Blanca, lo que se traduce en recargos inferiores a los anunciados. El secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, dijo que hay acuerdos con Camboya y Tailandia. Taiwán habla de “cierto consenso”.
Castigo al gigante
Estados Unidos confirmó su castigo a Brasil. Es el país más afectado por las tarifas aduaneras, en parte en represalia por el juicio contra el ex presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, acusado de intento de golpe de Estado después perder las elecciones de 2022 frente a Luiz Inácio Lula da Silva.
Los productos de la economía más grande de América Latina se verán sometidos a un gravamen del 50% a partir del 6 de agosto, con excepciones como el jugo de naranja, la energía, las aeronaves civiles y sus componentes, los fertilizantes, los metales preciosos, la pasta de celulosa o el arrabio, entre otros.
El impacto de los aranceles alarma a los economistas, en cuestión de la inflación, que subió al 2,6% en junio y para el crecimiento de Estados Unidos, que se espera por debajo del 1% en el segundo semestre .
Brasil tiene a Estados Unidos como segundo socio comercial, solo detrás de China. Para Estados Unidos, que mantiene un saldo positivo desde hace casi dos décadas, Brasil ocupa el puesto 15 en la lista.
Por la relevancia de ambos países en la balanza comercial argentina y sus estructuras productivas, la medida podría generar efectos negativosl, aunque surgen algunas oportunidades, según un análisis publicado en el diario “Infobae”. Allí, Mariano Kestelboim, ex embajador argentino ante el Mercosur, consideró: “El impacto del conflicto será negativo ya que Brasil es el mayor socio comercial de la Argentina”. Un quinto de las exportaciones se dirigen a ese mercado y tres cuartas partes de esas ventas son manufacturas industriales o de origen agropecuario.
Un atenuante, dijo Kestelboim, es que el efecto directo sobre Brasil no sería tan nocivo ya que tiene una estructura exportadora bastante diversificada y sus ventas a Estados Unidos son básicamente commodities que podría distribuir en buena medida al resto del mundo”.
Sin embargo, “la tensión comercial podría derivar en una depreciación del Real y un menor crecimiento del país vecino, perjudicando la baja competitividad de Argentina y debilitando nuestro frágil frente externo”. Señala por esto “el creciente déficit de cuenta corriente y menguado nivel de reservas. “Todo esto sumará mayor presión al alza del dólar en el mercado local”, añadió.








