PANORÁMICA. Estiman que demorarán alrededor de 20 días en limpiar completamente la mancha provocada por los litros de aceite de las frituras arrojados al lago San Miguel luego de los festejos del 20 de julio. La Gaceta / Foto de Matías Vieito
“El parque 9 de Julio es como el living de nuestra casa. Podemos tener el dormitorio desordenado, pero el living siempre está limpio. El parque es el orgullo de los tucumanos”. La frase del magíster en Salud Ambiental Ricardo Robles, durante su participación en Panorama Tucumano, programa de LA GACETA Play conducido por Federico van Mameren, resume con claridad una sensación compartida: la acumulación de basura en el principal pulmón verde de San Miguel de Tucumán, especialmente tras celebraciones masivas como el Día del Amigo, no sólo duele, también interpela.
El tema sigue generando debate. La mañana del 21 de julio dejó una imagen repetida: botellas plásticas, latas, bolsas, envoltorios y restos de comida desparramados por el césped. Una postal que se reitera año a año y que refleja, según los especialistas, un problema más profundo que la falta de cestos o la ineficiencia del servicio de limpieza: se trata de una cuestión cultural, de educación ciudadana y de responsabilidad compartida.
“La basura es un síntoma de desconexión entre los funcionarios y la gente”, analizó Robles. “El sistema de limpieza es un servicio público, y para que funcione bien tiene que estar acompañado por la ciudadanía. Por alguna razón, no se siente parte de eso. El municipio realiza tareas, pero fallan las estrategias. Hay muchos elementos para revertir esta situación, empezando por la concientización: que la gente entienda que la limpieza también es responsabilidad propia”.
Durante el programa, Robles recordó una experiencia de su gestión en el área de Higiene de la Capital, en 1992, cuando instalaron contenedores en el barrio Agrimensor. “Los vecinos dejaban allí la basura, se vendía y con ese dinero se compraban focos para el alumbrado. Hay que demostrar que los residuos tienen valor, que tienen un costo”, explicó. Y fue enfático al señalar que las campañas “espasmódicas” del Estado no son efectivas: “No tenemos una autoridad clara que nos indique lo que no debemos hacer. Falta sentido de pertenencia. Necesitamos educación”.
PLENO DEBATE. Robles, Van Mameren y García Villanueva en el set. La Gaceta / foto de Diego Aráoz
Mauricio García Villanueva, consultor especialista en Sostenibilidad Corporativa, aportó una mirada comparativa desde su experiencia internacional. “Es cierto que Tucumán tiene un problema grande con los residuos. Esto también ocurre en otras ciudades de Sudamérica. Me llamó la atención cómo en Perú y Bolivia la situación era peor, pero al llegar a Ecuador estaba limpio”, relató. Para él, la clave está en comprender por qué distintas culturas actúan de manera diferente frente al tema de la limpieza.
Educación y orden público
García Villanueva destacó dos factores fundamentales: educación y orden público. “Después de los festejos del 20 de julio había muchos contenedores vacíos en el parque. Es decir, los dispositivos estaban, pero no se usaron. Eso pasa porque no están acompañados de una educación adecuada ni de una presencia clara de la autoridad. En Japón, por ejemplo, los niños aprenden en la escuela a limpiar. Podríamos usar ese modelo acá”, propuso.
El consultor también hizo hincapié en la necesidad de construir desde la empatía y no desde la confrontación. “No se trata de generar odio hacia el que ensucia, sino de entender que esa persona probablemente no recibió la educación necesaria para saber el daño que está haciendo. Hay que hacer lo que esté al alcance de cada uno, y trabajar para mejorar la gestión, pero también la formación ciudadana”, dijo.
La secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, Julieta Migliavacca, reconoció en una nota el impacto que tienen estos eventos sobre el sistema de limpieza y sobre el personal municipal. “El recurso humano y el costo son mucho mayor cuando los residuos están dispersos que cuando están en el contenedor”, había dicho, sobre los festejos del Día del Amigo. Y planteó el eje principal del plan oficial: “Nuestro objetivo es educar y que la gente ensucie menos”.
Las voces coinciden en un punto clave: no alcanza con que el Estado limpie, ni con que haya cestos o campañas esporádicas. Se necesita una transformación cultural profunda que enseñe a cuidar lo público como si fuera propio.









