ENTRE LIBROS. Leonardo Goloboff brilló como autor y director. Inés Quinteros Orio/LA GACETA
Pocos días antes de cumplir 91 años, se apagó ayer la potente y comprometida voz del dramaturgo y director teatral Leonardo Goloboff, radicado en 2001 en Tucumán luego de una extensa y reconocida trayectoria nacional que comenzó en 1957 en el mítico Teatro Fray Mocho (como alumno de Oscar Ferrigno) y que lo tuvo como pieza clave de la renovación escénica en el país dentro del movimiento independiente.
En realidad, su vínculo con las tablas comenzó antes, cuando era adolescente. Goloboff había nacido el 8 de agosto de 1934 en Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, donde debutó en el teatro. Cuando despuntaba el siglo y llegó a la provincia para estar cerca de su hijo, ya estaba precedido de un prestigio ganado en el Teatro IFT, el teatro y la Fundación La Ranchería y otras instituciones de peso y proyección artística. Entre su producción escénica local figuran “Personalmente Einstein”, “Hamelin”, “Don Chicho”, “Cita a ciegas” y “El chico de la última fila”, y también escribió y dirigió “Aprendiz de hombre”, “Mate amargo con bizcochuelo dulce” y “Dominó en casa” con Juan Tríbulo y Mariana Ezcurra, mientras que quedó inédito su gran proyecto personal: “El Golem”. Sus obras exploraban el lenguaje, los sentimientos humanos, la identidad y la fragilidad emocional, con dosis de un elegante humor y rigor intelectual que proponía un arte para pensar y reflexionar y no un mero pasatiempo. Su trayectoria fue distinguida con los premios Artea en 2017 e integró el grupo de dramaturgos locales Dramat.
“El teatro activa mi máquina de pensar y de sentir la realidad. Es mi cobijo, mi refugio, es remanso, pienso que puede haberle dado algún sentido a mi vida al haberme albergado, haberme arropado”, le dijo a LA GACETA en una entrevista de Roberto Espinosa en 2023, en la cual definió a Ferrigno como un “papá artístico; con él aprendí a exigirme más, a no quedarme con lo primero, a intentar volar, a trabajar con la imaginación, a respetar al público y la profesión”. “Me interesa el humanismo, porque si tuviera que definirme incluso en lo político, en lo social, diría que soy un escéptico o un humanista escéptico. En mis obras abordo lo que le pasa a la gente problematizada en todos los campos, no solo en lo psicológico, también en lo económico, lo sociológico, lo cotidiano, quien padece de algún modo alguna suerte de opresión o de carencia”, confesaba entonces.
“Golo vino encendido en teatro y se instaló a toda máquina. Era fuego, tierra y agua de la que bebimos, caminamos y nos cobijamos varias generaciones. Su naturaleza fue la generosidad con su saber, acompañando a cada actriz y actor a descubrir todo lo que podía dar. Hizo escuela en la práctica escénica y cimiento en el lenguaje estético. Su estatura intelectual, su compromiso ideológico, su rigurosidad estética enriquecieron la escena tucumana con la ética del artista”, destacó ayer Carolina Rromero. “Un amigo es un juguete que el destino te regala./ Es tan diferente a vos que te pelea y/ te perdona (...)/ Un amigo te subraya las batallas necesarias,/ esas contiendas que vale librar/ y desprecia los rencores que te alejan de él,/ del mundo y de vos (...)/ Un amigo es quien en su lecho/ reconoce tu voz/ y sonrie”, dice el poema que le dedicó Fabián Bonilla.
“Siempre está el encuentro de los lugares más cotidianos de un ser humano: la panadería y el almacén del barrio en el que éramos vecinos. Teníamos amigos en común del Partido Comunista y por supuesto de maestros de teatro que compartió con mi padre como Oscar Fessler o Bernardo Canal Feijóo”, lo evocó Hugo Gramajo.
“DOMINÓ EN CASA”. Ezcurra y Tríbulo en la obra de Goloboff.
Guillermo Montilla Santillán admitió que le es “difícil hablar de ausencia cuando el quehacer de una persona está tan presente en este misterioso oficio al que decidimos dedicarnos; Golo es carne de la teatralidad argentina, de la tucumana y en lo personal fue maestro, amigo y compañero, todo al mismo tiempo”.
El pesar de la comunidad teatral tucumana se expresó en las redes sociales, con emotivos recuerdos que elogian su generosidad, su sentido de la amistad y su humor con contenido sarcástico que mostraba su visión de la vida y de la sociedad.

.webp)






